Representantes de los tres países se reúnen en Addis Abeba para discutir los problemas generados por la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD)

Etiopía, Egipto y Sudán buscan encauzar su disputa sobre el Nilo

AFP/ EDUARDO SOTERAS - Una vista general del Nilo Azul a su paso por la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD), cerca de Guba, el pasado 26 de diciembre

Las aguas del Nilo vuelven a estar sobre el tablero geopolítico africano. Los ministros de Recursos Hídricos de Etiopía, Egipto y Sudán se reúnen desde este miércoles en Addis Abeba, la capital etíope, con el objetivo de sellar un acuerdo acerca de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD, por sus siglas en inglés). Esta obra de ingeniería, situada en el Nilo Azul, deberá abastecer de energía eléctrica al 58% de la población del país. Egipto, sin embargo, ha argumentado que su construcción disminuirá notablemente sus recursos hídricos. Sudán también está implicada, puesto que mantiene acuerdos sobre el reparto del volumen de agua con Egipto.

La actual ronda de negociaciones es el cuarto proceso de diálogo trilateral abierto. Hasta el momento, las conversaciones han sido infructuosas. Se perfila como la última gran oportunidad que tienen los tres Estados para resolver la controversia sin necesidad de acudir a mediadores, a conciliación o sin elevar la cuestión a la instancia de los jefes de Estado. En una reunión previa celebrada a mediados del pasado mes de noviembre, fue fijada la fecha del próximo 15 de enero como límite para llegar a un acuerdo entre los gestores políticos del ramo, que conforman el Comité Técnico Tripartito. 

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Los ministros de Recursos Hídricos de los tres países, Seleshi Bekele por parte de Etiopía, Mohamed Abdel Aati por Egipto y Yasser Abbas por Sudán, se reúnen estos días en Addis Abeba. Está previsto que asistan al encuentro expertos del Banco Mundial. Posteriormente, los ministros viajarán a Washington para mantener la que, se supone, será la reunión definitiva. 
La delegación egipcia acude a la reunión con un espíritu optimista. “Creo que hay una oportunidad real de hacer progresos en el encuentro de hoy y mañana para que superemos nuestras diferencias”, ha declarado el ministro Abdel Aati al diario Al-Ahram. “Nuestras diferencias radican en la perspectiva para aplicar los componentes básicos acordados y en algunos valores numéricos. Creo sinceramente que podemos rellenar la brecha entre nosotros en estos asuntos”, ha apostillado. Desde el lado etíope, el ministro Bekele ha remarcado que, efectivamente, los países están ante su última oportunidad para alcanzar una solución técnica.

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GERD es un punto de inflexión que permitirá a Etiopía consolidar las bases de su emergente economía. Al ritmo actual, está previsto que la infraestructura esté terminada para 2022. Cuando funcionen a pleno rendimiento las 16 turbinas, generarán hasta 6.450 megavatios, el equivalente a la producción de seis centrales nucleares, de modo que se cubrirán las necesidades de millones de etíopes que, actualmente, viven sin acceso a la energía eléctrica. El embalse, además, almacenará entre 63 y 74 mil millones de metros cúbicos de agua. Estas cifras convertirán a GERD en la mayor presa del continente africano y la séptima instalación de este tipo de todo el mundo.

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En desacuerdo sobre el llenado 

¿Dónde residen los puntos de fricción? Fundamentalmente, los desacuerdos principales se encuentran en el llenado del embalse y en la gestión posterior de las aguas. Los plazos propuestos por Etiopía no han convencido a las autoridades egipcias y viceversa. El Gobierno de Addis Abeba abogó, inicialmente, por realizar el proceso en un máximo de dos años, de 2020 a 2022. El Cairo, por su parte, había pedido una extensión de siete años, lo que permitiría al país prepararse con más garantías para afrontar la drástica disminución del caudal que experimentará el río, que, se prevé, sea de hasta una cuarta parte del volumen actual durante, al menos, tres años. Igualmente, El Cairo había pedido a sus homólogos etíopes que liberasen un volumen determinado de recursos hídricos anualmente, para garantizar que se proporcionase el suministro necesario para mantener la presa de Asuán.

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El plan egipcio suponía un llenado en varias etapas, lo que fue interpretado por sus homólogos como un intento de poner palos en las ruedas para retrasar el proyecto lo máximo posible. Etiopía sugirió, entonces, un plan para realizar el llenado en un intervalo de entre cuatro y siete años, pero la idea tampoco satisfizo a Egipto. El territorio gobernado por Abdelfatah al-Sisi ha sido, a lo largo de su historia, altamente dependiente del suministro de agua dulce aportado por el Nilo; nueve de cada diez litros que se consumen proceden del gran río africano. El Cairo teme que el descenso del caudal acarree problemas de seguridad alimenticia. Además, prácticamente la totalidad de su población se encuentra asentada a lo largo de su ribera.
Una circunstancia similar se da en Sudán. El tira y afloja constante entre los dos países atañe, del mismo modo, a los intereses de Jartum. En la capital sudanesa, confluyen el Nilo Azul -donde se encuentra GERD- y el Nilo Blanco, procedente de África Central. Los dos afluentes pasan, entonces, a ser un único curso que desciende hacia territorio egipcio. En virtud de los acuerdos firmados en 1959, Sudán se queda con tres cuartas partes del suministro hídrico, mientras que a Egipto le corresponde una cuarta parte.

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¿Y si no hay acuerdo?

Si no se llega a un acuerdo antes de que expire el plazo del día 15, el siguiente paso es que la negociación pase del nivel ministerial al de la Jefatura de Gobierno o del Estado, según lo estipulado en el artículo 10 de la Declaración de Principios firmada por los tres países en 2015. No obstante, los diferentes mandatarios no se han mantenido, ni mucho menos, al margen de la situación. Abdelfatah Al-Sisi y Abiy Ahmed, su homólogo egipcio, ya mantuvieron un encuentro en la Cumbre Ruso-africana celebrada en Sochi el pasado mes de octubre. La reunión transcurrió con cordialidad y se saldó con la reanudación del diálogo en torno a cuestiones técnicas.

En intervenciones anteriores, el dirigente egipcio ya había recalcado la importancia que tiene el Nilo para la supervivencia de su país. “Si bien reconocemos el derecho de Etiopía al desarrollo, el agua del Nilo es una cuestión de vida, una cuestión de existencia para Egipto”, proclamó en septiembre ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Ahmed, por su parte, ha asegurado que el proyecto para dotar a Etiopía de una fuente que asegure a medio y largo plazo su suministro energético es poco menos que irrenunciable.

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Si la situación se mantiene enquistada, se plantea también recurrir a procedimientos de conciliación. Esta hipotética mediación implicaría recurrir a un cuarto país que ejerza como parte neutral. Este papel ya ha sido desempeñado por Estados Unidos; Washington fue el escenario de la reunión de noviembre gracias a la cual se llegó al compromiso para establecer el próximo 15 de enero como fecha límite para el acuerdo ministerial. Steven Mnuchin, secretario del Tesoro, fue entonces el anfitrión de la cita. Otras opciones que se barajan son Nigeria y la propia Rusia. El Kremlin, que ha incrementado notablemente su influencia en África en los últimos años, ya se ha mostrado favorable a participar en el proceso de diálogo.

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