El pasado noviembre, el Ejército lanzó una ofensiva contra el Ejército de Liberación del Pueblo Tigray, sumando al país en un nuevo silencio informativo

Etiopía, a las puertas de una guerra civil

photo_camera AFP/HUSSEIN ERY - El 46º aniversario del Frente de Liberación del Pueblo Tigray en el campo de refugiados de Um Raquba en Gedaref, al este de Sudán

“El Ejército ha conseguido repeler la ofensiva del Frente Popular de Liberación de Tigray”. Con esta afirmación, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, daba por controlada la zona norteña de la región de Tigray tras el supuesto ataque realizado por el TPLF contra una base militar. Desde ese día, el acceso a internet y a las comunicaciones con el exterior desde Tigray están cortadas, haciendo que sea muy difícil saber qué está sucediendo en la región. 

Según fuentes del Ejército, el ataque vino justificado por un intento del TPLF de robar artillería y armamento militar. Sin embargo el TPLF ha negado rotundamente esta ofensiva y lo ha tildado como una excusa para que Ahmed diese luz verde al ataque militar perpetrado contra el Ejército de Liberación. Las respuestas del Ejército gubernamental han sido claras, el envío de tropas y el bombardeo a Mekelle, la capital de Tigray. El mismo día que se cometieron los bombardeos, el gobierno federal declaró haber tomado el control de la ciudad de Dansha. En respuesta, el TPLF movilizó todas sus tropas, movimiento que el presidente Debestion Gebremichael justificó como una respuesta para preservar su existencia ya que están “preparados para ser mártires”. 

Un miembro de las Fuerzas de Defensa de Etiopía inspecciona un camión militar dañado abandonado en una carretera cerca de la aldea de Ayasu Gebriel, al este de la ciudad etíope de Alamata AFP/EDUARDO SOTERAS

Tras esto, Tigray ha bombardeado Eritrea en una ofensiva en la que no existen cifras oficiales ni de los fallecidos ni de los heridos por ambos bandos, silenciando así una guerra que comienza a dar sus primeros pasos para convertirse en un conflicto internacional, provocando la actuación de la Unión Africana. Junto a esto, el Ejército de Etiopía acusó al director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, de apoyar al TPLF. 

Tras la difícil accesibilidad que hay en la zona para obtener información y conocer qué está ocurriendo, los medios están realizando un silencio informativo en un conflicto en el que se están manifestando acusaciones acerca de haberse cometido un genocidio. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, ha acusado al Ejército de Etiopía de haber cometido una limpieza étnica contra más de 600 civiles en la región de Tigray, durante su ofensiva contra los rebeldes del TPLF. Desde Etiopía, el Ministerio de Asuntos Exteriores ha rechazado estas acusaciones alegando que “las denuncias de depuración étnica de tigrayanos por parte del secretario de Estado estadounidense, Antony J. Blinken, suponen un veredicto completamente infundado y espurio contra el Gobierno etíope".

El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus AFP/ CHRIS BLACK/ WORLD HEALTH ORGANIZATION

Según diversas fuentes, estas ofensivas están consideradas como una venganza por la celebración de unas elecciones no autorizadas en la región que seguirían dando el poder en la zona a la etnia de los Tigray. El hecho de que el Gobierno etíope decidiese postergarlas por la pandemia provocó la indignación de los Tigray, manifestándose en contra de reconocer ninguna autoridad federal desde el 5 de octubre, fecha en el que en unas situaciones normales el mandato de Ahmed hubiera tocado su fin.

Este acontecimiento también estaría ligado a los intereses de la población tigrayana por conseguir la secesión. Esta etnia, a pesar de formar tan solo el 5% de la población, fue durante 30 años la etnia dominante en el poder tras vencer en los años 90 al régimen comunista del Consejo Administrativo Militar Provisional, los DERG. 

El primer ministro etíope Abiy Ahmed Ali posa con la medalla y el diploma tras recibir el Premio Nobel de la Paz durante la ceremonia en el Ayuntamiento de Oslo, Noruega 10 de diciembre de 2019 PHOTO/ Scanpix/Hakon Mosvold Larsen vía REUTERS

Desde la victoria, el poder gubernamental ha recaído en la etnia de los Tigray, compartido entre la etnia de los Oromos y Amharas, siendo el actual primer ministro etíope, Abiy Ahmed, de la etnia de los Oromos. Este hecho hizo que los Tigray perdieran su influencia en el resto del país. Además, los de Tigray se consideran descendientes directos del mítico Reino de Saba, lo que ha provocado la enemistad de los etíopes. Tanto es así que el primer ministro llegó de tildar a los Tigray como “arrogantes”.

Etiopía junto con Liberia, es de los pocos países africanos que no han sido colonizados, exceptuando la ocupación italiana que llevaron a cabo las tropas de Mussolini en 1941. En este país, la etnia es un signo identitario que significa todo entre la sociedad y la política. En esta línea, el territorio etíope está dividido en killoch, dependiendo de cada etnia. En la actualidad, existen 10 killoch en los que conviven más de 80 etnias.

Debretsion Gebremichael, presidente del Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF) AFP/EDUARDO SOTERAS

La llegada de Ahmed volvió a generar tensiones entre las diferentes etnias, acostumbradas por su propia historia a las rivalidades y venganzas entre los pueblos. Sin embargo, el primer ministro parecía que iba a transformar la situación ya que firmó la paz en Eritrea después de estar en un estado de guerra con el país durante 30 años. Además, eliminó las leyes que censuraban los medios apostando por la libertad informativa y de expresión. Junto a esto Etiopía cuenta en su Constitución con la defensa del derecho de autodeterminación de los pueblos, razón que el ministro ha hecho que se cumpliese con éxito. 

Estas medidas hicieron que Ahmed fuese galardonado en 2019 con el Premio Nobel de la Paz. Sin embargo, la situación actual es muy diferente tras las múltiples acusaciones que se están generando de ofensivas y opresiones contra la etnia Tigray, reportadas por Amnistía Internacional. Además, Ahmed ha vuelto a cortar internet y la telefonía en las zonas de Tigray.

Mapa que muestra la región de Tigray en EtiopíaSin embargo, los Tigray no son las únicas etnias que se han opuesto al líder. A pesar de que Ahmed pertenece a la etnia de los Oromo, estos han salido a la calle para protestar contra las intenciones gubernamentales tras el asesinato del activista Oromo Hachalu Handessa.

Naciones Unidas y la Unión Europea han instado a ambos bandos a iniciar una desescalada del conflicto, sin posicionarse en ningún lado, pero mostrando preocupación por una nueva oleada de refugiados. A esto hay que sumarle la tensión en la que están los países de alrededor por una más que probable internacionalización del conflicto. Hasta el momento, Etiopía había sido uno de los líderes de la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM) tras haber conseguido en los últimos meses grandes victorias contra la insurgencia y consiguiendo un acercamiento de posturas entre las diversas facciones políticas que se enfrentan por el poder en el país.

Refugiados etíopes que han huido del conflicto de Tigray, llenan botellas y recipientes con agua tras llegar a un centro de tránsito en la ciudad fronteriza sudanesa de Hamdayit el 27 de noviembre de 2020. AFP/ ASHRAF SHAZLY

En este sentido, Ahmed debería volver a su hoja de ruta inicial con los Tigray con el fin de mantener la paz y hacer frente a la crisis interna etíope. Sin embargo esto no parece que vaya a ocurrir ya que Ahmed no ha negociado con la oposición y ha excluido a Tigray de su participación en las próximas elecciones. A esto hay que sumarle que ha desarmado a la etnia y ha hecho una depuración de los Tigray en las áreas de administración. 

Ante esta situación y según diversos analistas internacionales, podríamos encontrarnos en un conflicto civil, marcado por los fuertes enfrentamientos entre las etnias. El sentimiento comunitario que existe en la región de Tigray y el descontento hacia el centralismo de Abiy Ahmed ha conducido a un conflicto complejo, en el que intervienen diversos actores, además de estar condicionados por un fuerte arraigo cultural. 

Refugiados etíopes que huyeron de los combates en la región de Tigray descansan bajo la sombra de un árbol en un centro de acogida en la zona de Hamdayet, en el estado de Kassala AFP/ ASHRAF SHAZLY

Este conflicto podría verse todavía más perjudicado si los países colindantes decidiesen intervenir. Asimismo, el corte de telecomunicaciones puede impulsar una escalada todavía más violenta y sanguinaria ya que al no tener acceso a la red, los crímenes perpetrados quedarían impunes a nivel legal, además de favorecer el difícil seguimiento del conflicto. Al no existir un seguimiento propio, no se podrían realizar acciones comunes a nivel internacional, lo que llevaría a dificultar más la ejecución de un proceso de paz en el país.  

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