Europa lamenta el estancamiento de las conversaciones nucleares con Irán
El optimismo que mostraba Josep Borrell hace dos semanas con el inicio de las conversaciones nucleares en Viena se ha ido apagando con el paso de los días. Si el diplomático europeo Enrique Mora decía sentirse seguro “de que podemos estar haciendo cosas importantes durante las próximas semanas”, las últimas reuniones con los representantes del Gobierno de Ebrahim Raisí hacen pensar todo lo contrario. Desde Europa consideran que Teherán no está siendo razonable y que las negociaciones están lejos de poder considerarse productivas ya que el cambio de posición tras las elecciones iraníes del pasado verano ha tenido como resultado una postura inconsistente.
“En este momento, todavía no hemos podido llegar a negociaciones reales”, apuntan los diplomáticos de Reino Unido, Francia y Alemania. Ya no es sólo que la distancia sea grande, es que desde las principales fuerzas europeas ponen en duda las intenciones iraníes. Algunos incluso apuntan que todo puede ser una estrategia de Irán para ganar tiempo en el desarrollo de armas nucleares, algo que se ha negado de forma reiterada desde Teherán. Los diplomáticos dicen haber “tenido muchas horas de compromiso y todas las delegaciones han presionado a Irán para que sea razonable”, algo que, por el momento, está lejos de conseguirse.
Lo que realmente preocupa a la comunidad internacional es que, tras dos semanas de negociaciones, el panorama es el mismo que hace cinco meses, cuando las conversaciones se detuvieron, también sin avances. “Estamos perdiendo un tiempo precioso lidiando con nuevas posiciones iraníes inconsistentes con el (acuerdo nuclear) o que van más allá”, creen en Europa. Algo que contrasta mucho con las palabras expresadas por Ali Bagheri, el principal negociador de Irán, quien asegura en unas declaraciones a la agencia oficial de noticias Irna que “las dos partes están a punto de ponerse de acuerdo sobre los asuntos que deberían estar en la agenda”.
“Es una evolución positiva e importante ya que, al principio, ni siquiera estaban de acuerdo en los temas a negociar”, añadía Bagheri. Teherán mantiene que su compromiso con las conversaciones es serio y que su intención es la de continuar las conversaciones. No obstante, siempre han mantenido que el objetivo principal para ellos era acabar con las sanciones impuestas por Washington desde que la propia Casa Blanca, bajo la presidencia de Donald Trump, decidiese abandonar el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) de forma unilateral en 2018.
Si la posición de Irán es clara, la de Estados Unidos no lo es menos. Joe Biden aseguró la semana pasada que su Gobierno, no sólo no se plantea en este momento retirar las sanciones a los iraníes, sino que están preparando “medidas adicionales”. De seguir esta tendencia, no parece que las esperanzas de alcanzar un nuevo acuerdo sean muchas. Para el Gobierno iraní el JCPOA es “una línea roja” y “no aceptará nada menos que el acuerdo (de 2015)”. Y sí es cierto que el avance que ha llevado a cabo Irán en su plan nuclear desde la llegada de Raisí no deja mucho lugar a las exigencias estadounidenses.
La firma del acuerdo nuclear de hace seis años no fue sencilla, pero la de este parece casi imposible. Washington no retira sus sanciones y pone sobre la mesa imponer nuevas. Por su parte, Irán cuenta con un uranio enriquecido 17 veces más del que tenía en 2015, rozando el riesgo de desarrollar armas nucleares. Avanzan las semanas, las posturas no ceden y el plan nuclear de Irán no se detiene. Las reservas de uranio iraní enriquecido al 60% continúan creciendo, provocando a su vez un aumento del riesgo para todos los países de la comunidad internacional. De no ver un cambio en la tendencia durante las próximas reuniones, saltarán las alertas y la pesadilla del no acuerdo pasará a ser una realidad.
