Francia dispara un misil balístico como muestra de su potencial de disuasión nuclear
El submarino francés de propulsión nuclear “Le Téméraire” acaba de demostrar el potencial de disuasión que ostenta el presidente de la República francesa. Emmanuel Macron ha dado su visto bueno al disparo de un misil balístico estratégico M51, que ha partido desde la costa gala y alcanzado las aguas del Caribe, a algo menos de 6.000 kilómetros de distancia. Con carácter previo al despegue que tuvo lugar el 12 de junio, las autoridades francesas habían informado del lanzamiento a sus aliados de la OTAN, al igual que a sus socios en la Unión Europea y de la comunidad internacional a través de los cauces diplomáticos y militares habituales.
Con 14.000 toneladas de desplazamiento y 138 metros de eslora, el submarino S617 “Le Téméraire” ‒El Temerario‒ estaba posicionado en inmersión en la punta de Penmarch, a escasa distancia de su base naval en Brest, en el departamento de Finisterre, en el extremo occidental de la región de Bretaña. En su fase inicial, el misil M51 alcanzó una velocidad cercana a Mach 25 ‒alrededor de 25 veces la velocidad del sonido‒, ascendió al espacio exterior, atravesó el Atlántico Norte, describió una parábola, entró de nuevo en la atmósfera y cayó al agua, “a centenares de kilómetros de cualquier costa”, según el ministerio francés de las Fuerzas Armadas.
La zona de impacto estaba situada en aguas internacionales, a unos 650 kilómetros de las costas de Puerto Rico y la República Dominicana. El área había sido restringida a la navegación marítima y al tráfico aéreo para evitar accidentes. El control del espacio aeronaval lo ejercía un avión de patrulla marítima Dassault Falcon 50MS del Ejército del Aire francés y un cuatrirreactor de reconocimiento Boeing RC-135 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
El gobierno del primer ministro Édouard Philippe ha insistido en dejar claro que el lanzamiento del M51 ha servido para validar la entrada en servicio del misil a bordo del citado submarino, “ensayo” que se ha efectuado “con estricto respeto de los compromisos internacionales de Francia”.
Sin embargo, Irán ha expresado su preocupación por el hecho, que un portavoz del gobierno de Hasán Rohaní ha calificado de “amenaza para la paz y la seguridad mundial”. Teherán también ha advertido que probar este tipo de armas “socava el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares como base para la no proliferación internacional y el desarme nuclear”. La ojiva del misil no albergaba ningún tipo de carga explosiva, ni mucho menos ninguna cabeza de guerra nuclear. En la prueba han participado los 110 tripulantes del submarino, junto con alrededor de 400 técnicos militares y civiles de diferentes organizaciones, entre ellas del Comisariado de la Energía Atómica y Energías Alternativas (CEA).
La trayectoria del M51 fue seguida en un primer momento por radares terrestres y después por el buque de medición y experimentación de misiles “Monge” A601 de la Armada francesa, por si fuera necesario activar el sistema de autodestrucción del misil en el caso de que se desviara de su trayectoria o tuviera un funcionamiento anómalo.
Todo lo que concierne al M51 está envuelto en el más estricto secreto, en especial su tecnología y los algoritmos codificados que encaminan las cabezas nucleares hacia sus objetivos preseleccionados. Nada se sabe a ciencia cierta si el disparo de hace diez días corresponde al M51.2 o al primer ensayo de la nueva serie M51.3, una versión mejorada. Las fuentes abiertas solo hablan de que su longitud es de 12 metros, su diámetro de 2,3 y su peso al despegue en torno a las 54 toneladas.
También está sumido en la oscuridad su coste de fabricación, aunque se estima que cada ejemplar supera los 120 millones de euros. Cada submarino aloja 16 misiles de lanzamiento vertical y el enorme gasto que supone cada M51 lleva a que desde su primer disparo en 2006 tan solo se hayan conocido un total de 9 lanzamientos, uno de los cuales ‒desde el submarino “Le Vigilant”, en mayo de 2013‒ resultó en fracaso. El tiro anterior al actual tuvo lugar con éxito en julio de 2016 desde el submarino “Le Triomphant”.
Francia mantiene en el mar de forma permanente uno de sus cuatro submarinos atómicos lanza misiles como principal instrumento de disuasión, un claro ejemplo de la voluntad del estado galo para hacer frente de forma autónoma a cualquier tipo de potencial agresor, al menos en un primer momento. En especial, contra intentos de grupos terroristas de utilizar este tipo de armas o ante su uso por parte de Corea del Norte o Irán.
Se trata de una auto exigencia nacional que heredan los sucesivos presidentes de la república, cualquiera que sea la tendencia política del inquilino del Palacio del Eliseo. Es una forma de acreditar ante Estados Unidos, Rusia, China e India que París no renuncia a ser considerada como una potencia global. Y ello ocurre incluso hoy en día, a pesar de atravesar una sería situación económica, que se ha visto agravada por la pandemia por coronavirus.
Con la salida de Reino Unido, Francia se convierte en la única nación de la Unión Europea que dispone de armas nucleares, y el presidente Emmanuel Macron en el único gobernante europeo con capacidad para presionar el botón que ordena el disparo de un misil estratégico equipado con cabezas termonucleares. Los Ministerios de Defensa e Industria franceses y sus grandes corporaciones energéticas ya trabajan en la mejora del programa nuclear militar, en la obtención de combustibles reciclables y en el perfeccionamiento del llamado combustible nuclear de mezcla de óxidos. También conocido como MOX (Mixed Oxide Fuel), es un compuesto de óxido de uranio natural, óxido de plutonio y uranio reprocesado para su utilización en reactores nucleares de fisión, que permite descartar el uso del plutonio militar, lo que elimina los riesgos y costes derivados de su uso y almacenamiento.
El contratista principal y responsable de la puesta a punto de todas las variantes del M51 es ArianeGroup, la misma corporación industrial que ha desarrollado los lanzadores espaciales Ariane 5, que colocan satélites en órbita y despegan desde la base espacial europea de la Guayana francesa, al norte de Brasil.
