El eurodiputado y exministro de Asuntos Exteriores considera que la nueva economía que vendrá será digital, verde e inclusiva

García-Margallo: “Si se desestabiliza el Sahel, puede ocurrir lo mismo en el Magreb, y eso es la ventana de enfrente de Europa”

PHOTO/AP - El eurodiputado español José Manuel García-Margallo

El eurodiputado José Manuel García-Margallo fue entrevistado en el quinto programa de Atalayar en Capital Radio, que se emitió este lunes de 22:05 a 23:00. El que fuera ministro español de Asuntos Exteriores y Cooperación de 2011 a 2016, abordó la decisión de retirar a las tropas españolas de Irak y Afganistán para desplegarlas en el Sahel, la respuesta económica ante la pandemia del coronavirus que ha lanzado la Unión Europea y las protestas en Estados Unidos por la muerte de George Floyd, tres temas que marcan la agenda internacional en estos momentos.

Se ha conocido que las tropas españolas salen de Irak y Afganistán para desplegarse en el Sahel, lo que es “nuestro patio de atrás”. España y Europa deberían prestar mucha más atención para evitar que los grupos terroristas y las mafias desestabilicen esa zona, que nos afectaría enormemente.

Quiero compartir unos datos al respecto: la edad media de la Unión Europea es 50 años, mientras que en África es 18 años; la tasa de natalidad en España es de 2,1 hijos por mujer, mientras que en Nigeria está en 6-7. Es decir, nos tenemos que tomar en serio el desarrollo del continente africano. Si se desestabiliza el Sahel, se puede desestabilizar el Magreb, como ha pasado en Argelia. Y eso no es que sea el patio de nuestra casa, es que es la ventana de enfrente. Estamos a tan solo 13 kilómetros. 

Es muy importante, y Europa tiene que ser consciente de que tenemos que ser nosotros los que “nos saquemos las castañas del fuego”. Estados Unidos se está retirando de verdad.

Miremos a Libia también. ¿Cuánto tiempo llevamos sin arreglar el tema? Y eso ha afectado a intereses económicos, porque teníamos empresas nuestras allí. Y afecta a todos los niveles, como al terrorismo, pues recordemos que Daesh controló parte del norte de Libia, y eso no son palabras menores.

Soldados españoles se preparan para participar en una misión de entrenamiento en las afueras de Bagdad, Irak, el 27 de mayo de 2015

La mayor urgencia informativa en estos momentos son los disturbios muy violentos que se están produciendo en Estados Unidos, que es un país amigo, donde hay importantes intereses comerciales para España. Los ciudadanos que viven allí no pueden salir a la calle: por un lado, por la pandemia; por otro lado, por la violencia. ¿Cómo ve usted la espiral de tensiones que se ha desarrollado en los últimos días a raíz del homicidio de George Floyd?

Lo sigo con enorme atención. Estados Unidos sigue siendo el país indispensable para todo el mundo. Yo creo que este estallido de violencia no es algo que aparezca por casualidad. Yo creo que previamente ya había un ambiente de malestar social, y lo que le ocurrió a George Floyd ha sido la chispa que ha provocado un incendio de esta magnitud. Yo siempre he tenido, honradamente, muchas reservas sobre la política del presidente Trump.

Pero esto viene de lejos, insisto. En la Conferencia de Seguridad celebrada en Múnich en 2018, Frank-Walter Steinmeier, que es el presidente de Alemania, comenzó diciendo que “el mundo está dislocado” y lo explicaba diciendo que lo más grave que estaba ocurriendo es que el orden liberal internacional -vigente desde la Segunda Guerra Mundial-, basado en los derechos y libertades, separación de poderes, multilateralismo y apertura de fronteras, estaba siendo dinamitado desde la propia Casa Blanca. Y en 2020, en esa misma conferencia, lo que se constató es que la democracia iliberal, que es lo contrario a lo que he citado anteriormente, estaba avanzando. Ahí ha habido un malestar; hay quien dice que esto favorece al mismo Trump, a pesar de las encuestas que efectivamente dan ahora a Joe Biden por delante, pero yo no sé si al final los republicanos podrán sacar partido de esto. Son la ley y el orden, el partido “macho”. 

En cualquier caso, esto hace unos meses era inimaginable: la Bolsa estaba por las nubes, una economía creciendo desde hace mucho tiempo, una tasa de paro solo en el 3%... Trump tenía todas las credenciales posibles: un programa militar de 800.000 millones de dólares reservado para empresas americanas, un plan para la reconstrucción de infraestructuras con América First y el acuerdo con China en la primera fase. Es decir, yo no habría apostado un céntimo por los demócratas hace unos meses, y ahora creo que hay partido.

Manifestación contra la muerte de George Floyd en el distrito de Manhattan de Nueva York, Estados Unidos, el 1 de junio de 2020

Sobre el fondo de reconstrucción anunciado por la Comisión Europea. ¿Será suficiente, sobre todo, de cara al incremento de gasto tan potente que está anunciando España?

Esta medida es muy importante y no es aislada. El Banco Central Europeo ha anunciado 750.000 millones, que es el que está comprando deuda y está permitiendo que la prima de riesgo esté en un nivel bajo. También está la red de seguridad, con el Banco Europeo de Inversiones, el SURE (programa de empleo) y el mecanismo de estabilidad. Este plan tiene cosas muy buenas: lo primero, que se financie con un bono europeo; que la garantía no sea la garantía de los estados como en la deuda mutualizada; y que haya una proporción muy importante en transferencias.

La batalla ahora que van a dar los países austeros va a ser la condicionalidad, ya sea en transferencias o en préstamos. Esto no va a venir sin ataduras. El otro día leía una reflexión que me gustaría compartir: “Lo importante del Plan Marshall no fue el dinero que dieron, sino las reglas que establecieron”, es decir, una economía intervencionista, la cooperación entre los europeos y la apertura de fronteras. Creo que las reglas van a ser muy serias: usted se gasta el dinero para aquello para lo que se lo hemos dado y no para otra cosa, por un lado; y usted me garantiza que sus finanzas van a ser sostenibles, por otro lado. Tiene todo el sentido, porque el dinero no viene de fuera, sino que lo están poniendo países europeos que también tienen necesidades.

Hay que tener en cuenta que, en España, según datos del Gobierno, el déficit se situará en el 10% este año y en torno al 7% el año que viene. Eso no es sostenible, por lo que viene un plan de ajustes y reformas muy importante. 

¿Qué le parece que en el caso de España se incentive -o al menos se da esa sensación- de que se incentive más el subsidio que la creación de empleo? ¿Es así, o es una lectura equivocada?

Yo creo que el ingreso mínimo de carácter temporal había que aprobarlo. Lo que no puede permitir una sociedad civilizada es que la gente se muera de hambre, y aquí había gente que lo estaba pasando realmente mal. Un amigo mío me preguntó recientemente: “¿Por qué crees que ha habido muchas más multas y detenciones en Puente de Vallecas que en otros barrios de Madrid?” Porque era gente en la economía negra y tenía que salir para trabajar porque si no, no comía. 

Ahora, el montar un subsidio permanente, el desalentar completamente el trabajo, eso es otra cosa. Hoy me decían desde Extremadura que, si reúnes mujer, hijo o dos hijos, ganan más con el ingreso mínimo que lo que estaban ganando antes, en trabajos no demasiado bien remunerados, pero trabajos, al fin y al cabo. Hay que romper esa dinámica, no pueden vivir del presupuesto estatal 21 millones de españoles.

La Unión Europea se juega su futuro y la confianza de los ciudadanos, tanto en los países del norte como en los países del sur.

Así es. Tengo una seria preocupación por el proyecto europeo. Es que esto podría haber sido la tercera crisis mal resuelta en diez años, después de la financiera -que se tardó mucho en resolver y todavía estamos pagando parte de los platos rotos de entonces, con una convulsión política en toda Europa y España- y la migratoria. Las encuestas en Italia eran terroríficas sobre el desapego al proyecto europeo.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen

¿El neoliberalismo ha muerto?

Yo creo que murió en la crisis financiera. El neoliberalismo, que en lo económico fue Milton Friedman, y en lo político el conservadurismo de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, muere en la crisis financiera. Después de eso, en la Unión Europea se empezó a regular mucho más a las entidades financieras. Esto supone el final de una época, del mismo modo que la Guerra de Yom Kippur de 1973 acabó con el keynesianismo y con los gloriosos años 30. Esto es uno de esos momentos en los que la historia cambia.

¿Cómo se imagina el nuevo contrato social que va a nacer después del coronavirus?

Yo creo que está muy definido. Vamos a una economía nueva, digital, verde e inclusiva. Yo no me imagino a Europa con una exclusión social como la de Estados Unidos, sino repensando todo su modelo. Por ejemplo, analizar qué ha pasado con el sector del automóvil, que es el 10% del PIB español: habrá que invertir en los automóviles del futuro, no del pasado. Vamos a tener que ir hacia un mundo más ordenado.

Que venía una crisis lo sabía todo el mundo, nadie contaba con el coronavirus, pero volvía a haber indicios: préstamos a personas sin las garantías suficientes o el periodo de crecimiento tan largo que llevábamos. Ya desde el Evangelio se sabe aquello de las “vacas gordas y las vacas flacas”.

Además, la tensión entre Estados Unidos y China, el Brexit, y un estallido en Oriente Medio son factores geopolíticos que iban a tener una enorme repercusión, como advertía el economista Roubini. Y es verdad. También la inversión de las curvas: que el dinero a corto fuese más barato que el dinero a largo quiere decir que los inversores preveían que algo iba a ocurrir.

El estallido de la pandemia de la COVID-19 ha sido, entonces, la tormenta perfecta…

Claro, pero es que, además, lo otro sigue, y nadie está hablando de ello.
 

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