Esta valla tendrá 2,7 kilómetros de largo, 1,10 metros de alto y costará unos 500.000 euros

Grecia desplegará una barrera flotante en el mar Egeo durante las próximas semanas para disuadir a los migrantes

photo_camera AP/MICHAEL VARAKLAS - Fotografía de archivo. Migrantes llegan a la aldea de Skala Sikaminias, en la isla griega de Lesbos, después de cruzar en un bote el mar Egeo desde Turquía el lunes 2 de marzo de 2020

Mientras aumenta la tensión entre Grecia y Turquía y en los campamentos de las islas del Egeo, el gobierno heleno ha decidido poner en marcha un polémico plan para responder al constante flujo de migrantes entre ambas naciones: crear una barrera flotante para disuadir a los migrantes, un plan que ha sido criticado duramente por diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos. Esta barrera -- tendrá 2,7 kilómetros de largo, 1,10 metros de alto y costará unos 500.000 euros y su objetivo es detener a los migrantes que llegan desde la costa turca-- se desplegará durante las próximas semanas frente a la isla de Lesbos. 

Mapa que localiza la isla griega de Lesbos

Un oficial del Gobierno ha dicho a la agencia de noticias France Press (AFP) que esta barrera estará equipada con luces para hacerla visible a una distancia de 10 metros. Sin embargo, distintas organizaciones defensoras de derechos humanos han criticado este plan al considerar que es “potencialmente peligroso para la vida de los solicitantes de asilo” y para aquellos que viajan en embarcaciones desbordadas y que “a menudo requieren de un rescate rápido”. Este plan fue elaborado en enero, después de que el Ministerio de Defensa publicase una licitación para instalar un “sistema de protección flotante”. 

En su día y después de que el Gobierno presentase este plan, el principal partido de la oposición, el izquierdista Syriza, condenó esta iniciativa calificándola como “una vergüenza y un insulto a la humanidad”.  En los últimos años, según el propio Parlamento Europeo, Europa ha tenido que hacer frente al desafío migratorio más grave desde el final de la Segunda Guerra Mundial.   Grecia y Turquía han tenido que soportar gran parte del flujo migratorio que llegaba hacia Europa, huyendo de la guerra y la persecución y de conflictos como el de Libia o Siria. 

El Gobierno de Turquía decidió abrir fronteras el pasado mes de marzo argumentando que la Unión Europea no había cumplido su promesa de asistir a los 3,6 millones de refugiados sirios que acoge. El mandatario turco explicó que había tomado esta decisión porque Turquía ya no podía hacer frente al gran número de migrantes que llegan al país huyendo de la guerra de Siria.  Tras la decisión de Ankara, los líderes de las principales instituciones europeas mostraron su total solidaridad y apoyo a Grecia y agradecieron su capacidad para “actuar como escudo europeo contra el flujo de refugiados”. 

Un padre afgano sostiene a su hijo mientras están de pie en el patio de una pequeña iglesia donde pasaron la noche, después de llegar la noche anterior cerca de Skala Sykamnias en la isla griega de Lesbos el 6 de marzo de 2020

Desde entonces, las autoridades griegas han trasladado desde las islas del Egeo hasta la parte continental a casi 14.000 migrantes y refugiados y han ofrecido su ayuda a gran parte de los campamentos superpoblados que existen en las islas griegas del Egeo, localizadas cerca de la costa turca. Además de esta barrera flotante, Atenas está ampliando la alambrada que separa Grecia de su vecina Turquía, tras el aumento del número de migrantes que han llegado a la zona fronteriza durante los últimos meses y ha aumentado las medidas de vigilancia. 

Uno de los principales partidos de la oposición griego ha criticado durante las últimas horas las políticas de refugiados y migrantes establecidas por el Gobierno y ha acusado al Ejecutivo de recortar el gasto y cerrar determinadas instalaciones, según el portal digital InfoMigrants. Por otro parte, la ONG Oxfam junto con el Consejo Griego para los Refugiados han publicado un informe en el que afirman que “el sistema de asilo griego está diseñado para deportar a las personas, en vez de ofrecerles seguridad y protección”. “Esto significa que las personas que han huido de la violencia y la persecución tienen pocas posibilidades de un procedimiento de asilo justo, e incluso las familias con niños son detenidas regularmente en condiciones inhumanas”, han apuntado. 

La nueva ley de Grecia es un ataque flagrante al compromiso humanitario de Europa para proteger a las personas que huyen del conflicto y la persecución. La Unión Europea es cómplice de este abuso, porque durante años ha estado utilizando a Grecia como campo de pruebas para nuevas políticas de migración”, ha asegurado Ruth Tanner, directora de campañas humanitarias de Oxfam. 
 

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