La compañía Wagner se ha convertido en la herramienta estratégica del Kremlin para intervenir en el exterior sin exponerse demasiado

Grupo Wagner, la herramienta exterior del Kremlin

PHOTO/SERGEI ILNITSKY VIA AP - El empresario ruso Yevgeny Prigozhin

Cuando Yevgeny Prigozhin comenzaba su carrera en la restauración con un puesto de perritos calientes a principios de los 90, recién salido de la cárcel, pocos imaginaban que acabaría, entre otras cosas, ligado a la minería de oro y diamantes en los países de África central. Tampoco sospechaba Dmitry Utkin, ucraniano de nacimiento y antiguo spetsnaz del GRU – las fuerzas especiales de la Inteligencia rusa –, que el nombre de guerra con el que se le conoció durante su participación en el conflicto del Donbas, Wagner, acabaría siendo el nombre de una herramienta clave en la política exterior reciente de Vladimir Putin. Los vínculos entre Prigozhin y Utkin se remiten a cuando el segundo trabajó como encargado de la seguridad del primero, cuyo imperio de la restauración pasó, con el beneplácito de Putin, de la venta ambulante a contar con las concesiones de alimentación y limpieza de diferentes instituciones públicas, incluido el Kremlin y las propias Fuerzas Armadas rusas. 

Dmitry formó ya parte de la que podría considerarse predecesora del Grupo Wagner: el Slavonic Corps, que actuó en Siria a finales de 2013. Ya en 2014, y con el conflicto interno de Ucrania en marcha, Dmitry aparece en el este de Ucrania, con los soldados que empezarían a engrosar el denominado como Grupo Wagner. Una de sus labores aquí no fue sólo la de imponerse al Gobierno de Kiev, sino garantizar también que en el nada unificado bando pro ruso se fuera plenamente leal a Moscú. Durante 2015 y 2016, el grupo participó en acciones conjuntas con fuerzas regulares rusas en Siria, en lo que se considera el comienzo de la relación entre Wagner y Prigozhin. No en vano, en 2016 Dmitry Utkin recibe la Medalla al Valor de la mano del propio Vladimir. Ese acto, en el que se le condecoró no se sabe muy bien por qué acciones, pero se intuyen, fue también la última en la que se le vio en público. De la persona cuyo nombre de batalla por su afinidad a la Wehrmacht dio nombre a este grupo – se dice que incluso durante su presencia en el Donbas llevaba un casco del Ejército alemán –, no se supo mucho más, salvo que en 2017 fue nombrado presidente de la empresa Concord Management and Consulting, una más del entramado de Yevgeny Prigozhin. 

Fotografía  de archivo, el empresario Yevgeny Prigozhin, a la izquierda, muestra al presidente de Rusia, Vladimir Putin, su instalación que produce comidas escolares en las afueras de San Petersburgo, Rusia

Aunque al Grupo Wagner se le considera una más de tantas compañías militares privadas (PMC, por sus siglas en inglés), su realidad es bastante más particular. A diferencia de una de las más conocidas, como la estadounidense Blackwater u otras compañías de mercenarios, a este grupo se le debería considerar como un actor casi estatal del entorno de la seguridad, y no tanto como una compañía de seguridad privada con un interés exclusivamente económico. Solo actúa allí donde existen intereses rusos en juego y siempre, por tanto, de forma acorde a las líneas de acción de la política exterior del Kremlin. El uso casi estatal de este grupo tiene varios aspectos positivos para Moscú: la no necesidad de mayores partidas presupuestarias en el ámbito de la Defensa; aportar valor añadido a las fuerzas regulares; la reducción de las bajas de militares rusos en el exterior; subcontratar, de cierta forma, la proyección exterior para no descuidar la agenda de política interna del país; y fomentar la llamada ‘proxy warfare’. También podría considerarse como ventaja la posibilidad de negar la intervención y presencia rusa en determinados conflictos y países, pero la atención que ha ido despertando este grupo y sus conexiones con el Gobierno ruso, como bien afirma la académica Kimberly Marten, de la Universidad de Columbia, ha ido minimizando esta posibilidad de desvincular al Kremlin de la participación en conflictos como el que se vive en Libia, en Siria o en otros contextos como los de Mali, Mozambique y República Centroafricana. 

Miembros del Grupo Wagner en el área de Starobeshevo, en Donetsk, Ucrania en 2014

Una curiosidad de Rusia respecto a la relación legal y jurídica con este tipo de compañías, y que otorga una mayor particularidad al Grupo Wagner, es que la Carta Magna rusa señala como inconstitucionales las actividades militares mercenarias, lo que convierte estas PMCs en ilegales. Sobre el porqué de esta situación hay varias posibilidades, pero la más plausible es la de mantener al Grupo Wagner de esa forma controlado, bajo la amenaza de que cualquier digresión con el Kremlin podría suponer acabar en prisión. También permite a Moscú controlar el mercado, siempre supeditado a la oligarquía rusa vinculada a Vladimir Putin. De hecho, pese a la ilegalidad, se conocen los entrenamientos conjuntos que el grupo realiza junto al GRU en la región de Krasnodar, muy cerca, precisamente, del este de Ucrania donde la compañía se dio a conocer.

Un miembro de la Policía Militar rusa pasa junto a vehículos blindados dentro del aeropuerto de Qameshli, que han convertido en una base militar en la ciudad de mayoría kurda del noreste de Siria

Sobre la presencia del Grupo Wagner en el continente africano, quizás el caso de República Centroafricana sea el que más rédito está reportando a Prigozhin y a Rusia. En parte porque es uno de los contextos en los que está presente que se encuentra más alejado de los focos, lo que le permite una mayor libertad de actuación. Su presencia en el país centroafricano se remonta a finales de 2017, en un contexto político en el que Rusia había obtenido el beneplácito de Naciones Unidas para saltarse el embargo de armas al que estaba sometido el país. Con el acuerdo para la donación de armamento – principalmente ligero – entre Moscú y Bangui, venían una serie de condiciones que el Gobierno de Faustin Touadéra no rechazó. Además de la entrada de la compañía rusa en 2018 con el encargo de la custodia del armamento que donaba Rusia, el papel la compañía ha ido aumentando. La entrada de Valery Zakharov en el entorno del presidente centroafricano como asesor de seguridad, fue un hecho clave. El Grupo Wagner pasó entonces también a la formación de las fuerzas especiales centroafricanas, además de la vigilancia en zonas mineras vinculadas a la extracción de oro y diamantes, de donde Prigozhin obtiene su beneficio. Para ello, Zakharov alcanzó acuerdos con los grupos rebeldes que controlaban algunos de esos territorios, facilitándoles, en el marco del proceso DDR que se desarrolló en RCA, la entrada en el Ejército centroafricano en los diferentes escalafones que lo componen. Rusia cerraba así un nuevo modelo de influencia para países en vías de desarrollo con un entorno securitario muy frágil, con el que otros países con intereses en el continente, como EEUU o Francia, al igual que misiones como las europeas (tipo EUTM), juegan en desventaja. No obstante, República Centroafricana representa un ejemplo de cierto éxito, pero este no es extrapolable a otras ubicaciones. La presencia en Libia, ligada al mariscal Haftar, todavía depende de que éste se haga con el control total del país, algo que lleva un año estando cerca pero que no se termina de concretar. En Mali, la presencia internacional es amplísima, por lo que la aportación rusa no parece que vaya a ser determinante para suponer un punto de inflexión en la degradación que está sufriendo el país. Y en Mozambique, las últimas informaciones apuntan a una retirada tras las derrotas en la zona del norte del país, donde el yihadismo empieza a hacerse fuerte.

Este video del Ejército Nacional Libio muestra a Yevgeny Prigozhin, segundo a la derecha, asistiendo a una reunión con el ministro de Defensa de Rusia, Sergei Shoigu, y el general Valery Gerasimov, jefe del Estado Mayor de Rusia, en Moscú, el miércoles 7 de noviembre de 2018

Esta externalización de la presencia militar, otorgan al Kremlin la posibilidad de explorar la viabilidad de un acercamiento sin poner en riesgo a sus tropas, ni plantear despliegues como el que lleva a cabo en Siria, con un coste económico mucho mayor. Le permite también tener una visión más cortoplacista de la proyección exterior, ligada a éxitos precoces y con una capacidad de repliegue en caso de que el contexto se tuerza, como en Mozambique, igual de rápida. Así es la participación rusa en el mercado de las PMCs mundiales, presente, pero a su estilo.

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