El diplomático español pasó por los micrófonos del programa “De cara al mundo” y analizó diversos aspectos internacionales, como la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU de la MINURSO, la invasión de Ucrania y la situación política europea

Gustavo de Arístegui: “El mundo saharaui es cambiante, mucha gente que estuvo en el Polisario ha dejado de creer en él”

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En la última entrega de “De cara al mundo”, en Onda Madrid, contamos con la participación de Gustavo de Arístegui, diplomático y analista internacional, quien hizo un repaso sobre la actualidad internacional, con el foco de atención puesto en el norte de África, en la situación actual mundial con la invasión rusa de Ucrania y en la crisis energética que afecta a los Gobiernos europeos.

La resolución del Consejo de Seguridad de la ONU insta a las partes a volver a la mesa de negociación ¿piensa usted que esto puede contribuir a que Argelia abra nuevas puertas a la resolución del conflicto?

Hemos visto que los esfuerzos de Staffan de Mistura han dado fruto porque durante los 30 años que ha durado el mandato de la MINURSO las resoluciones suelen ser una copia de las anteriores, con muy pocas variaciones sobre la anterior. Yo creo que hay varias novedades en ésta, no solamente el apoyo al representante especial del secretario general, sino que hay más voluntad real del Consejo de Seguridad de apoyar los esfuerzos de Staffan de Mistura. Yo lo conocí cuando era secretario de Estado italiano y estaba negociando con la India la liberación de unos carabinieri italianos que estaban en arresto domiciliario en la residencia del embajador de Italia allí, y lo gestionó muy bien. Después estuvo como representante especial para Siria, donde hizo un excelente trabajo también. Creo que es uno de los mejores ejemplos de la vieja diplomacia en el mejor sentido del término. 

or otra parte, la segunda novedad que yo veo a la resolución es que de verdad se pone seria con el tema de la negociación, pero hay un rechazo por una de las partes que estaba en el resumen informativo del programa y eso tiene que hacer reflexionar a la gente. Yo creo que la guerra de Ucrania y la división del mundo – no vamos a decir en dos bloques porque no los hay – pero sí en torno a la guerra de Putin contra Ucrania, la invasión de Rusia contra un país soberano miembro de Naciones Unidas ha puesto muy claramente encima de la mesa unas cartas que no están marcadas, como hasta ahora era el caso y como lamentablemente durante toda la posguerra Guerra Fría ha sido el caso. 

La gente añoraba la claridad y la facilidad de análisis geopolítico en los tiempos de la Guerra Fría porque todo era maniqueo y hoy no lo es en absoluto. Sin embargo, la guerra de Ucrania pone muy claro quién está con el derecho internacional y quién está en contra, quién cree de verdad en el concepto de soberanía de los Estados y quién no cree, quién está por la integridad territorial y la libertad de los pueblos real o quién está a favor de la invasión y de la opresión de los pueblos. 

Y esto ha dividido el mundo en dos claros bandos y una zona gris: aquellos que no se quieren cabrear con Rusia por muchas razones. Bien porque tienen intereses estratégicos en Siria, bien porque tienen fronteras complicadas como es el caso de Turquía, porque los tienen muy cerca y se sienten muy inseguros, que fueron países orbitales de Rusia y lo son cada vez menos, etc. Y todo esto afecta de lleno al conflicto del Sáhara. Esta digresión es fundamental para entenderlo porque hoy por hoy no se puede seguir manteniendo un discurso de la Guerra Fría y hay que situarse claramente en el ámbito de las Naciones Unidas, de la legislación internacional, de la resolución de los conflictos por la vía negociada. Una parte ha puesto una propuesta que ha pasado por el Consejo de Seguridad y que está aceptada como una propuesta seria, y la otra no ha hecho más que decir que no se sienta a negociar. Yo creo que con esto queda todo dicho.

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Además, hay que analizar que, dentro de lo que son los saharauis el Frente Polisario, aunque se arrogue la representatividad única, ya hay organizaciones como el Movimiento Saharauis por la Paz o la Asociación de Derechos Humanos del Sáhara o incluso los líderes tribales antiguos, que también pueden tener su sitio en esa mesa de negociación.

Lo hemos dicho muchas veces en este programa, en la revista Atalayar y en otros medios de comunicación. El mundo saharaui no es unívoco; sobre todo es cambiante. Mucha gente que estuvo en el Polisario ha dejado de creer en él, mucha gente que ha estado en Tinduf y que tenía cargos y responsabilidades han vuelto, como es el caso del embajador saharaui en España que había sido un altísimo responsable del Polisario y que acabó siendo embajador de Marruecos en España. Otros que simplemente han vuelto para hacer negocios o para retirarse como jubilados y no tienen ningún tipo de responsabilidad.

Las familias personales están divididas. Yo conozco muchos casos personales de un miembro de la familia que está en Tinduf y otro que está en Dajla o en El Aaiún. Se habla con una gran alegría de colonos, no colonos o la representación única y legítima del pueblo saharaui. Hay gente que no está en ninguna parte y que sólo quiere que haya un acuerdo por fin, que se abran las fronteras, que se puedan unificar las familias y la gente que vive en los campamentos de Tinduf que tengan el derecho y la posibilidad de elegir dónde quieren vivir, porque hoy por hoy no es el caso.

¿Asistirá o no el rey Mohamed VI a la cumbre de la Liga Árabe en Argel? Se dan ausencias como la de los líderes de Arabia Saudí, Emiratos y Kuwait. La presencia del rey de Marruecos en Argel será muy representativa.


Me resisto a hacer una especulación al respecto. En efecto ha sido un golpe de efecto sin precedentes, sobre todo en este momento que las relaciones diplomáticas formales están rotas, porque Argelia quiso romperlas con Marruecos. 

En todo caso, me parece muy importante señalar las ausencias de países que son líderes indiscutibles del Golfo y del mundo árabe. Arabia Saudí es un líder del mundo árabe. Es una potencia como custodio de los santos lugares del islam y como país de enormes dimensiones económicas, no sólo el petróleo sino por su situación geoestratégica absoluta. Recordemos que es uno de esos países con dos mares, que tiene el dominio de varios estrechos fundamentales para la geoestrategia mundial y que tiene un peso determinante. La ausencia no ya del rey, que está en condiciones de salud muy delicadas, pero la del príncipe heredero Mohamed bin Salman, o del propio nuevo presidente de la Federación de Emiratos Árabes Unidos, el emir de Abu Dabi, Mohamed bin Zayed son muy significativas. 

Y Kuwait, un país que cada vez un país más neutro, que no tiene conflictos con nadie, que cuando hay enfrentamientos en el Golfo siempre intenta mediar. Incluso Kuwait, como digo, que es un país muy especial y que muy poca gente conoce desde que terminó la invasión iraquí de Kuwait, es un país que tiene un 25% de chiíes, que tiene un Parlamento, unas elecciones bastante libres, donde la mujer tiene un país muy destacado. Yo fui observador de las elecciones, en las primeras había presencia aplastante de hombres y las mujeres iban con hiyab, y en las segundas elecciones a las que fui las candidatas mujeres, chiíes o suníes, iban en vaqueros y sin hiyab. 

Son cosas que están pasando en el Golfo de una manera muy clara y que tiene un impacto directo en la cumbre de la Liga Árabe. En mi opinión estas ausencias no pueden pasarse por alto. La Liga Árabe pasa por un mal momento con sus divisiones internas. No nos engañemos, tampoco ha habido una hermandad panárabe mundial. Hay más rivalidades que hermandades y todos los intentos de República Árabe Unida, Siria, Egipto, han fracasado todas estrepitosamente, porque siempre hay muchísimos intereses y fricciones, sobre todo entre países fronterizos con heridas mal curadas del pasado. Muchas veces son el mismo pueblo, pero dividido de una manera artificial y, sin embargo, acaban llevándose muy mal. Por lo tanto, a mí se me antoja francamente difícil que en este momento de ausencias muy significativas acabe acudiendo el rey de Marruecos a la cumbre.

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Volvamos a la geopolítica mundial. Ha hablado usted de la invasión rusa ¿qué sensación le produce cuando escucha a Putin decir que estamos en una situación muy peligrosa?

Acabo de volver a ver íntegro el discurso de Putin en la CNN y la verdad es que es, si se permite la comparación, como un señor que se está paseando con un lanzallamas cerca de un polvorín diciendo que “no hemos estado nunca en una situación tan peligrosa”. Es que la causa de que estemos en una situación peligrosa es usted. La parte más importante del discurso y que no la he visto comentada en casi ningún medio español es que Putin dice que nunca han dicho nada relacionado con el uso del armamento nuclear.

Yo creo que este problema no está en las palabras ni en las intenciones. Lamentablemente va a estar en las acciones, y las acciones van a estar presididas por las escaladas, y las escaladas son imprevisibles. Cuanto más territorio pierda Rusia, cuanto peor le vayan las cosas en el frente militar, cuantos más generales y coroneles pierda – que los está perdiendo todos los días –, cuanto más incompetentes se demuestren las tropas del reclutamiento forzosos que es inevitable, más escaladas habrá.

Si los ucranianos han derrotado con gran eficacia a las tropas profesionales rusas, ¿qué no harán con los reclutas? Si los generales con mayor prestigio, algunos muertos, otros destituidos, otros siguen simplemente cosechando los fracasos en el frente, han sido sustituidos por generales y coroneles con menos experiencia que simplemente están en unidades estáticas en Siberia, en las fronteras con Mongolia o con China, y están al mando de misiles nucleares que nunca han entrado en acción, cuando estén ellos en el frente ¿qué eficacia van a tener? En mi opinión ninguna. El problema está en que esta guerra para Putin es existencial, pero para él, no para su país. Cuando él dice que Rusia está luchando por su propia existencia, lo hace él. El único que tiene un riesgo existencial en esta guerra es Vladimir Putin. Si éste pierde la guerra, los escenarios, en mi opinión, son extremadamente malos. No quiero tampoco alarmar. 

El primer escenario es que las cosas vayan muy mal en Ucrania y haya una escalada que acabe terminando en el uso de un arma nuclear táctica que, en mi opinión y a diferencia de lo que he escuchado de algunos militares muy experimentados, a los que admiro y respecto muchísimo, es que no sólo se van a emplear contra infraestructuras críticas, eso ya lo están haciendo con armas convencionales y con enorme letalidad, sino que lo va a utilizar contra unidades ucranianas concentradas. Eliminar una brigada o un regimiento entero con un arma nuclear táctica es una posibilidad real en el día a día. Si las unidades no están desplegadas en formación de ataque es que están concentradas en sus cuarteles. Si le pegan a su cuartel con un arma nuclear táctica acaban con una unidad entera y eso si lo hacen varias veces diezma la capacidad operativa real del ejército ucraniano y cambia el signo de la guerra. Pero además provocará una escalada, porque necesariamente tendrá que haber una respuesta que no sólo puede quedarse en sanciones, sino que tendrá que ser muchísimo más contundente. Hasta el propio Borrell dijo que sería la aniquilación de Rusia, y eso que Borrell no representa una potencia militar, porque la Unión Europea no tiene capacidades militares reales, solamente de alguna coordinación. Es decir, que cuando un señor tan sensato como Borrell dice una cosa parecida es que estamos claramente instalados lamentablemente en el riesgo de la escalada. 

El segundo escenario es que se produzca un golpe de Estado en Rusia. Pero el golpe de Estado, a diferencia de lo que dicen algunos analistas, que tienen un optimismo digno de mejor mención, es que será para peor. El golpe de Estado en Rusia sería que los más duros del lugar depongan a Putin porque les parece que no está siendo suficientemente duro en la guerra contra Ucrania. Y ahí la utilización de armas nucleares tácticas no será puntual, sino generalizada, porque querrán acabar con la guerra de un solo golpe.

Y el tercer escenario es muy malo y es que si Occidente empieza a flaquear y obliga a Zelenski a una mala negociación que implique la cesión de ciertos territorios que al principio de la guerra habría hecho y que hoy sería impensable. Eso desencadenaría en una revuelta popular de los ucranianos en contra de su presidente. Eso sería un desastre también porque después de tantas decenas de miles de muertos, de haber arruinado la economía del país, de haber sometido al exilio, al hambre, a la presión de Rusia a una parte del territorio ucraniano, los ucranianos no van a aceptar nunca una negociación desfavorable con Rusia. Por tanto, los tres escenarios son absolutamente catastróficos.

La única alternativa a los tres es una victoria de Ucrania y que la sensatez prevalezca en Rusia, y que si hay un golpe de Estado o si deponen a Putin sean los moderados y no los radicales. 

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Para terminar, queríamos conocer su análisis sobre la situación política que se vive en Europa, como en Reino Unido y en Italia.

Para entrar en harina de este costal me gustaría hablar de cómo hemos llegado hasta aquí. La crisis energética ha provocado la crisis de inflación que está lastrando las economías europeas, y que muchas están entrando en recesión técnica y otras van a entrar en el próximo trimestre. 

Yo escuché esta mañana una sorprendente declaración del CEO de una compañía petrolera española decir que la transición energética no es la causa de la crisis energética que sufrimos sino la solución. Yo discrepo profundamente. La transición energética, tal y como está diseñada por los europeos, estaba confiando en el dopaje que tenían del gas barato por parte de Rusia, que visto con distancia no puede de otra manera considerarse una especie de carnada para cazar osos pardos. Es imposible resistirse obviamente y hemos caído en la trampa claramente. Hemos comido la carnada y hemos sido cazados de manera brutal. La transición energética si no es la causa, que tengo mis dudas, es una parte de las causas, pero por lo menos es el mayor de los catalizadores. 

También hay que decir que la crisis económica, la crisis política, la crisis social, la crisis institucional que vive Europa es anterior a la guerra de Ucrania, es anterior a la crisis energética agravada o provocada por la guerra de Ucrania. Estamos viviendo unos momentos muy complicados y lo estamos viendo en Reino Unido, en Italia, en Francia, en Alemania, con un descenso de la calidad de las élites políticas verdaderamente alarmante. En algunos países es menos grave porque tienen sociedades civiles más fuertes o porque tienen una función pública con mucha tradición. Pero estamos viendo cómo por ejemplo Macron, que es quizá el menos malo de los dirigentes políticos en estos momentos, está cargándose su administración pública, que era uno de los orgullos de la Quinta República, ha disuelto la carrera diplomática y está dando entrada a profesionales que no son funcionarios y que nunca han pasado por ninguna de las escuelas de preparación de funcionarios a puestos públicos. Y eso en Francia, que es un país que está en una situación menos mala. 

Lo de Reino Unido es algo verdaderamente extraordinario. Cuando uno compara los currículums de los ministros de Gobierno no ya de hace veinte años, sino de hace cinco con los de hoy es verdaderamente sorprendente. Por lo menos este primer ministro que, aunque muy joven – nació en 1980 – es alguien con experiencia en el mundo privado. Yo cada vez lo veo con mayor simpatía. 

Yo tengo una envidia extraordinaria de los griegos porque tienen una clase política enorme. Creo que la mejor del sur de Europa, y el primer ministro griego Mitsotakis es un señor que habla varios idiomas, que ha pasado por Harvard, que tiene varios títulos del máximo prestigio y que tuvo un éxito espectacular en el mundo privado, en la banca privada, antes de volver a la política a la que pertenecía por estirpe, porque su padre también fue primer ministro de Grecia. 

Y todo esto nos lleva a lo que está pasando, es decir, Italia tiene una sociedad civil fuerte y una función pública fuerte. Hasta ahora ningún Gobierno ha tocado la función pública italiana y se ha notado en los funcionarios de los diferentes ministerios, los funcionarios de apoyo a los parlamentos, la carrera diplomática italiana, los inspectores de Hacienda, la adjudicatura italiana o los fiscales. Una de las razones, no nos engañemos, es que la gente de calidad va a la función pública en Italia porque está bien pagada. Entonces, los buenos, los mejores, como ocurría en España en 1970, 1980 y 1990, eran inspectores de Hacienda, economistas del Estado, abogados del Estado, diplomáticos, etc. Hoy es cada vez menos el caso y esto es una suerte de válvula de seguridad que permiten a los estados que tienen una política inestable como es el caso de Italia seguir creciendo y seguir tiendo una estabilidad internacional.

Nos dejamos en el tintero ver cómo está cambiando la inversión en espacios publicitarios y cómo el partido demócrata de Estados Unidos está invirtiendo brutalmente en las campañas de candidatos al Senado que pensaban que tenían ganados de calle, por ejemplo, en el estado de Washington. Es una cuestión de la que me gustaría hablar porque las elecciones del midterm, que son dentro de dos semanas, van a arrojar muchas sorpresas.

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