Francia se acerca a Rusia, mientras Italia se alinea con Turquía y Alemania prioriza los contactos con Erdogan

Hacia la fragmentación de Europa en Libia

photo_camera PHOTO/AP - El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, el 9 de diciembre de 2019 en París

“Parece que Francia ha comenzado a alinearse con Rusia contra Turquía y, en verdad, es contra Estados Unidos”, ha revelado una fuente política libia a The Arab Weekly. Esta revelación supondría una nueva jugada en el tablero geopolítico libio, inmerso en una guerra civil desde el año 2011, que enfrenta al Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) y al Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés). 

El movimiento es importante porque si bien era conocido que tanto París como Moscú apoyaban sobre el terreno al mariscal Jalifa Haftar, comandante del LNA, el Kremlin se había acercado en las últimas semanas a Ankara, aliada del bando rival, para buscar una postura común sobre Libia, también con Irán. De hecho, tras la reunión entre el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el primer ministro libio del GNA, Fayez Sarraj, en la que anunciaron el pasado 4 de junio la victoria militar sobre la capital, Trípoli, se supo que anteriormente, y en previsión de que esta facción ganara la batalla, Rusia había intensificado su agenda diplomática con reuniones con representantes del GNA. 

Así, el 3 de junio, tan solo un día antes de que comparecieran Erdogan y Sarraj, el ministro de Exteriores ruso, Sergey Lavrov, mantuvo un encuentro con su homólogo libio y con el vicepresidente del GNA, Mohammed Siala y Ahmed Maiteeq, respectivamente. Entonces, el jefe de la diplomacia rusa “confirmó la voluntad de las empresas rusas de reanudar sus actividades en Libia tras la normalización de la situación político-militar” y reafirmó el apoyo de Moscú “a la iniciativa presentada por el presidente de la Cámara de Representantes de Libia, Aguila Saleh [controlada por el GNA], que crea la base para comenzar las conversaciones dentro de Libia, con miras a desarrollar compromisos para superar los problemas existentes y formar organismos gubernamentales unificados dentro del país”.

Buques de la Armada turca cruzan el estrecho del Bósforo en Estambul, el 9 de marzo de 2019, al terminar los ejercicios masivos titulados “Mavi Vatan” (“la Patria Azul”

Sin embargo, con la información de The Arab Weekly, parece que Rusia habría cambiado de estrategia, por motivos que aún se desconocen. De acuerdo con dicha publicación, lo que habría motivado la idea de una alianza entre Moscú y París sería su visión conjunta sobre la ciudad petrolera de Sirte, un importante enclave de interés geoestratégico que se ha convertido en escenario de los combates entre el GNA y el LNA en los últimos días. La localidad, que actualmente es uno de los feudos de las fuerzas de Haftar, está ubicada a 400 kilómetros al este de Trípoli, en la costa libia. “Los rusos y los franceses ven a Sirte con la misma importancia: ambos quieren el puerto y la base de Al-Qardabiya”, explica la fuente en dicha publicación. 

“Los observadores establecieron un vínculo entre el aplazamiento de una visita oficial planificada a Turquía por el ministro de Defensa ruso, Sergey Shoygú, y el ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, y una declaración emitida el domingo por la Presidencia francesa criticando la intervención de Turquía en Libia. El momento de ambos desarrollos puede indicar que hubo una coordinación de última hora entre Moscú y París”, recoge la analista Mona El-Mahrouki en The Arab Weekly.

Combates en Sirte, Libia, el 12 de marzo de 2019

El domingo 14 de junio, Turquía había convocado en Estambul a la delegación rusa y también al ministro iraní de Asuntos Exteriores, Mohammed Javad Zarif, para tratar de presentar una visión común sobre el conflicto libio. Sin embargo, poco antes de producirse el encuentro, el Gobierno de Ankara anunció el aplazamiento de la reunión para “una fecha futura”, una decisión que causó sorpresa en la agenda internacional. Según reveló a posteriori un funcionario turco, ambos países no compartían “el mismo punto de vista sobre algunas cuestiones”, lo que impidió que “las reuniones condujeran a resultados concretos”. Según El-Mahrouki, Turquía esperaba que Rusia le permitiera la conquista de Sirte, a cambio de proporcionarle a Moscú la base de Jufra, considerada como la más importante del país. Pero Francia, tercera parte en disputa, no está dispuesta a tolerar que el LNA renuncie a Sirte, incluso pudiendo actuar militarmente para contrarrestar cualquier ataque contra las fuerzas de Haftar. Así, “Rusia es consciente de que la reciente escalada francesa, precedida por los aviones de combate Rafale que vuelan sobre la ciudad, arruinaría cualquier acuerdo con Turquía que pudiera tener lugar”, explica la experta.

Algunas horas después de comunicarse la prórroga de la reunión de Estambul, el Elíseo francés publicaba un comunicado en el que calificaba de “intolerante” e “inaceptable” la actitud de la nación euroasiática en Libia, y en el que informaba de que, en los próximas días, París iba a celebrar conversaciones con el resto de miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con el objetivo -aunque no se mencionó- de buscar una condena común a la injerencia turca en Oriente Medio. “Estas interferencias se están volviendo muy problemáticas y, a pesar de nuestros esfuerzos, la situación se está estacando. Esta postura cada vez más agresiva no es aceptable. Se supone que Turquía es un socio de la Alianza, por lo que esto no puede continuar”, señaló un funcionario presidencial francés en Reuters. Este miércoles, además, el Ministerio de Defensa francés ha denunciado que la Marina turca ha actuado de forma “agresiva” con un barco galo que participaba en una misión de la OTAN. 

Una bandera nacional de Turquía ondea mientras los soldados turcos participan en un ejercicio militar
Italia se alinea con Turquía

Mientras Francia parece que comienza a entenderse con Rusia -que, cabe recordar, es la principal amenaza de la OTAN- Italia ha virado hacia Turquía, pues ambos comparten una posición común en el tablero libio: su apoyo al GNA. La semana pasada ya se conocía que Roma y el Gobierno de Sarraj habían pactado acuerdos para desminar el Aeropuerto de Maitika/Mitiga y su reconstrucción por un consorcio italiano -un proyecto valorado en 79 millones de euros- con el beneplácito de Ankara. Este lunes, ya se producía una primera reunión de coordinación entre los Ejércitos de Italia y del GNA para iniciar la tarea de limpieza de las minas que, según esta facción, el LNA había colocado en su retirada de Maitika.

Cabe mencionar, en este punto, que Turquía también obtendrá beneficios de la recuperación de esta ciudad por parte de su aliado libio, pues según han informado medios locales, construirá una base militar naval en su puerto. 

Ahora, la alianza entre Ankara y Roma ha entrado en un nuevo nivel con la celebración de ejercicios militares conjuntos en las aguas del mar Mediterráneo. El Ministerio turco de Defensa informaba este lunes de que el pasado 13 de junio, submarinos de los dos países habían llevado a cabo ejercicios marítimos de entrenamiento para mejorar su “interoperabilidad”. “Dos armadas que tienen la fuerza submarina más efectiva en el Mediterráneo, continúan mejorando la interoperabilidad con entrenamientos marítimos”, señaló la entidad en la red social Twitter. La agencia turca de noticias Anadolu recogía al respecto, que “Turquía e Italia son dos potencias regionales que comparten intereses, historia y valores comunes en la cuenca del Mediterráneo”. 

Además, este miércoles, estaba previsto que el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Luigi di Maio, visitase la nación euroasiática para reunirse con su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu. Sin embargo, se ha conocido que el encuentro se ha aplazado sin fecha. Sobre la mesa, estaban las relaciones bilaterales, el proceso de adhesión de Turquía a la Unión Europa y la lucha contra la COVID-19, según ha informado Anadolu, aunque también estaban presentes los temas regionales e internacionales, en el marco de los cuales destaca, fundamentalmente, Libia. Este viaje, además, guardaba un mensaje muy potente del refuerzo de los vínculos entre Ankara y Roma: Di Maio será uno de los primeros ministros de Asuntos Exteriores en pisar suelo turco desde que la pandemia del coronavirus golpeó a Europa. 

El ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglu, y su homólogo italiano Luigi Di Maio en Estambul, Turquía, el 7 de enero de 2020
Grecia denuncia los movimientos de Turquía

“La semana pasada, Turquía realizó ejercicios militares provocativos y publicó muchas fotos que sugieren que estaba entrenando para la invasión de las islas griegas”, denunciaba este lunes el periódico local Greek City Times. En los ejercicios, que se desarrollaron del 9 al 12 de junio en el mar Mediterráneo y en el mar Egeo, estuvieron involucrados buques de guerra, drones, aviones y helicópteros de cooperación y fuerzas especiales, según informó entonces Militaire. “Esto recuerda a la invasión turca de Chipre en 1974, justo en un momento en el que la propaganda turca está intensificando la mitología de que 18 islas del este del Egeo pertenecen a Turquía y no a Grecia”, aseguraban desde la publicación.

La relación entre Ankara y Atenas se ha visto corrompida por numerosos frentes, entre los que destaca la actividad de exploración y explotación por parte de la nación euroasiática de las bolsas de gas del Mediterráneo oriental, que se encuentran en aguas en disputa o que ya pertenecen al país europeo.

En el tablero libio, Grecia se ha posicionado del lado de Francia, dinamitando sus vínculos con Italia, al apoyar este a su rival tradicional en la región. El Ministerio de Asuntos Exteriores heleno, a través de un comunicado, mostró su apoyo a la iniciativa egipcia, al igual que París. “La restauración de la paz solo puede ser lograda por los propios libios. Si bien la prolongación de la crisis sirve a los terceros que interfieren en sus asuntos internos con motivos ulteriores, la paz beneficiará no solo a los libios, sino también a la estabilidad y a la prosperidad de todos en el Mediterráneo oriental”, recogía la nota.

Soldados turcos participan en un ejercicio militar de búsqueda y rescate con helicópteros y barcos cerca de Magosa, Chipre, el 12 de junio de 2019
¿Alemania toma parte?

Alemania, que fue anfitriona de la Conferencia de Berlín que se celebró el pasado 19 de enero y reunió a las principales naciones del globo para abordar la paz en el país norteafricano, parece haber comenzado a posicionarse en el tablero libio, dejando a un lado su defendido papel de mediador en el conflicto. La canciller Ángela Merkel mantuvo este martes una videollamada con Erdogan, en la que acordaron, según el portavoz alemán, “impulsar el proceso de paz liderado por las Naciones Unidas en Libia”. Con este mensaje, Berlín parece desmarcarse de la postura francesa, que opta por la iniciativa presentada por Egipto para resolver el rompecabezas libio antes que por la liderada por la ONU, que se acerca más a los intereses del GNA, pues cabe recordar que el Gobierno en Trípoli -ahora dirigido por Sarraj- fue auspiciado por Naciones Unidas a finales del año 2015.

Cabe recordar, en este punto, que en una llamada telefónica realizada la semana pasada entre la canciller y el presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, Merkel reafirmó el carácter “clave” de las negociaciones respaldadas por la ONU para lograr una tregua en Libia. El 5 de junio, la dirigente alemana también dialogó con Sarraj sobre los últimos acontecimientos de la guerra civil, y mostró la disposición de su país a dar todo el apoyo necesario para que las evaluaciones políticas bajo el paraguas de Naciones Unidas fueran fructíferas.

Además, con la videollamada, y ante el recrudecimiento de las tensiones en el Mediterráneo, Merkel habría preferido dialogar antes con Erdogan que con su principal aliado en Europa, Macron, y el resto de socios comunitarios de la OTAN, un gesto que puede enfriar las relaciones entre las dos potencias por excelencia del viejo continente. 

La división en Europa es total, y la falta de una postura común que enfrente las ambiciones de terceros países involucrados en el conflicto podría ser letal para la búsqueda de una solución al rompecabezas libio. La inacción del viejo continente, duramente criticado durante otras crisis como la migratoria, no debería volver a ocurrir si Bruselas no quiere ver cómo se empieza a desmoronar el proyecto europeo.

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