Abdel Hadi al-Hawij, responsable de Exteriores del Gobierno de Tobruk, se reunió con el ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita

Haftar envía a Marruecos a su encargado de Exteriores para pedir una solución magrebí al conflicto libio

AFP/FILIPPO MONTEFORTE - El mariscal Jalifa Haftar, líder del LNA de Libia

El mariscal Jalifa Haftar, jefe del Ejército de Liberación Nacional libio (LNA, por sus siglas en inglés), encomendó a Abdel Hadi al-Hawij, representante de Exteriores de su Administración, visitar Marruecos para encontrarse con el ministro de Exteriores Nasser Bourita. El enviado libio instó a los países del Magreb a buscar una respuesta a la crisis que se vive en Libia por la guerra civil que sufre ya desde hace prácticamente siete años y que actualmente enfrenta al LNA con el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), radicado en Trípoli y dirigido por el primer ministro Fayez Sarraj.

El representante de Tobruk Abdel Hadi al-Hawij se vio cara a cara en Rabat con el ministro Nasser Bourita y solicitó una "iniciativa magrebí" para encontrar una solución "sostenible" a la crisis en su nación. “Nosotros creemos que una iniciativa magrebí es la que mejor puede diagnosticar el problema y encontrar una solución permanente y sostenible, más que las iniciativas europeas e internacionales", indicó Al-Hawij.

En el tablero de juego libio se lleva produciendo desde hace mucho tiempo la intromisión de diversos actores internacionales alineados con los rivales en liza. El LNA de Jalifa Haftar y el Ejecutivo de la ciudad oriental de Tobruk reciben el apoyo de Rusia, Francia, Arabia Saudí, Egipto y Emiratos Árabes Unidos; mientras, en el lado contrario, el GNA tiene el sustento de la Organización de Naciones Unidas (ONU) desde 2016 y más recientemente de Qatar y Turquía, país este último que desplazó a territorio libio equipamiento militar y efectivos armados (incluidos mercenarios sirios proturcos a sueldo) tras el acuerdo de colaboración suscrito entre el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro Fayez Sarraj.

Este vínculo entre la nación otomana y el GNA libio también abarca el aspecto económico con un pacto sobre establecimiento de límites de aguas jurisdiccionales y zonas de explotación valiosas en el arco mediterráneo, donde Erdogan ha puesto sus ojos para la extracción de gas (aspecto este último que provocó la denuncia internacional de Chipre y Grecia, al entrar supuestamente en áreas correspondientes a islas griegas). 

Marruecos, igual que la ONU, reconoce solamente al Gobierno radicado en Trípoli, por lo que Al-Hawij fue recibido en Marruecos como "enviado del Parlamento libio de Tobruk" y no como titular de Exteriores.

El representante de Haftar añadió en una rueda de prensa posterior a la reunión de más de una hora con Bourita que "Marruecos puede jugar un papel, al lado de los otros (países) hermanos, para hallar una solución a la crisis en Libia". Además, explicó que la motivación de su visita era "intercambiar experiencias e ideas" con el interlocutor marroquí e informar sobre las últimas novedades en su país. 

Aunque, por otro lado, recordó la postura del LNA de Jalifa Haftar y de sus socios de no reconocer al Ejecutivo de Sarraj e insistir en que Trípoli está controlada por "grupos terroristas". Al-Hawij remarcó que, después de "la liberación de Trípoli de sus carceleros", el "Gobierno de Tobruk" buscará un diálogo y una reconciliación nacionales para reconstruir un "país para todos los libios sin marginación o exclusión".

Los vehículos militares de las fuerzas se dirigen a la primera línea de batalla desde Misrata, Libia, el 3 de febrero de 2020

Marruecos reconoce oficialmente al GNA y, después de los últimos acontecimientos, el Ejecutivo alauí mostró su "sorpresa" por su exclusión en la conferencia internacional sobre Libia que tuvo lugar el 19 de enero en Berlín. Aunque subrayó que mantendrá su compromiso con la búsqueda de una solución a la crisis libia.

La cumbre celebrada en tierras germanas reunió tras varios años a todas las partes implicadas en la guerra civil libia para la búsqueda de una solución a un conflicto que dura ya prácticamente siete años y que tuvo su origen en los enfrentamientos entre diversos bandos que protagonizaron el derrocamiento y caída del dictador Muamar el Gadafi en 2011. En el encuentro de Berlín, Sarraj y Haftar (antiguo miembro de la cúpula militar de Gadafi) acordaron una “plan integral” para la solución del conflicto bélico, con la implementación de un alto el fuego y una comisión de verificación integrada por ambas partes para garantizar que no fuese incumplido. Tras esto se han venido sucediendo los episodios violentos y Recep Tayyip Erdogan llegó incluso a acusar al mariscal Haftar de violar el cese de las hostilidades decretado y “jugar sucio”.

La postura beligerante de Turquía a través de su participación militar no ha sido entendida nunca por Marruecos, lo que ha llegado a tensar la relación entre ambas naciones. La diplomacia marroquí apuesta claramente por una solución política y rechaza de plano el desarrollo de un conflicto armado sobre territorio libio. 

Por su parte, Ghassan Salame, enviado especial de la ONU a Libia, expresó la “voluntad de comenzar a negociar” entre los enemigos; aunque, de momento, Salame reconoció que ambos contendientes están violando el embargo de armas decretado y el alto el fuego. 

El representante especial y jefe de la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL), Ghassan Salame; el secretario general de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres; la canciller alemana Angela Merkel y el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas, dan una conferencia de prensa al final de una Cumbre de Paz sobre Libia en Berlín, el 19 de enero de 2020

Junto a la aparición en escena en las últimas horas de Marruecos, también hay que destacar el rol jugado en las últimas horas por otra nación de peso en el norte de África, como es Argelia, que prosigue mediando en la crisis libia. Hace un par de días Sabri Boukadoum, ministro de Exteriores argelino, fue recibido por el propio Haftar en Al-Rajma, cerca de la ciudad de Bengasi, al este libio y uno de los feudos del LNA; el objetivo de Boukadoum era buscar puntos de entendimiento para trabajar en favor de la estabilización de Libia.

Haftar y el ministro argelino trataron sobre los "últimos acontecimientos" en Libia, así como sobre el "papel de Argelia en el apoyo al retorno de la estabilidad". El líder del LNA destacó "el papel positivo del Estado argelino que está trabajando para encontrar una solución a la crisis" en Libia, según informó el servicio de prensa del mariscal citado por la agencia de noticias AFP.

Otro país norteafricano como Túnez también ha estado participando en conversaciones sobre la situación de Libia. Así, el 2 de febrero se llevó a cabo un encuentro entre Abdelmadjid Tebboune, presidente de Argelia, y el presidente tunecino Kais Saied para fomentar el diálogo entre las facciones rivales de Libia y propiciar un futuro proceso electoral para establecer un Gobierno legítimo en Libia. Todo ello para intentar acabar con el actual escenario de guerra en el que están tomando parte diversos países europeos. 

Un enfrentamiento armado en el que Jalifa Haftar controla ya gran parte de Libia tras haber extendido su influencia sobre las grandes ciudades del sur y los yacimientos petrolíferos occidentales de Al-Sharara y Al-Fil; solamente le queda básicamente tomar Misrata y derribar el bastión de Trípoli, sede del GNA.

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