El jefe saliente del Estado Mayor de las FDI, Aviv Kochavi, traspasa el bastón de mando en mitad de las tensiones en Cisjordania y en el seno del Gobierno

Herzi Halevi, un filósofo al mando de las Fuerzas de Defensa de Israel

photo_camera AFP/GIL COHEN - Herzi Halevi, nombrado este lunes jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa Israelíes en sustitución de Aviv Kochavi

“No creo que exista la guerra o la operación militar que resuelva el problema”, reflexionaba una década atrás Herzl Halevi mientras recorría los Altos del Golán en compañía de sus tropas. El general contestaba a las preguntas de The New York Times desde las inmediaciones de la frontera con el Líbano, al que definía como la mayor amenaza del Estado de Israel por la influencia de Hizbulá. Para Halevi, la cuestión era “cómo crear una brecha más larga entre las guerras”. Entendía que el conflicto armado era inevitable. Es más, entendía que el conflicto armado era necesario. El objetivo, por lo tanto, no podía ser otro que dilatar lo máximo posible los periodos de paz. 

El perfil publicado en 2013 por The New York Times recogía que Herzl Halevi, más conocido como Herzi Halevi, entonces al mando del Ejército israelí en Galilea, era uno de los principales candidatos para dirigir algún día las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI, por sus siglas). Decían que era “más inteligente que la mayoría de los oficiales. Humilde y tan propenso a hablar de historia, filosofía o la Biblia como de combatir al enemigo”. Hoy, una década después, el general ha cumplido oficialmente las expectativas al acceder al puesto de mayor responsabilidad del Ejército. 

Halevi ha sido nombrado este lunes jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa Israelíes en sustitución de Aviv Kochavi, el teniente general que ha ostentado el cargo durante los últimos cuatro años. Se ha convertido en el vigesimotercer militar en dirigir las Fuerzas Armadas hebreas, el primero nacido después de la Guerra de los Seis Días de 1967. Asume el puesto en un contexto marcado por el aumento exponencial de la violencia en Cisjordania y las tensiones en el sexto Ejecutivo de Benjamín Netanyahu. El ala radical del Gobierno, que representa la coalición ultranacionalista Sionismo Religioso, pretende reestructurar la autoridad militar en Cisjordania, una premisa que levanta ampollas en el estamento militar. 

Herzl Halevi y Benjamín Netanyahu

El ascenso de Halevi no ha sorprendido a nadie. El general, que venía de ocupar la jefatura adjunta de las Fuerzas de Defensa Israelíes, fue elegido en septiembre por el entonces ministro de Defensa, Benny Gantz. El militar convertido en político, que ocupó el mismo puesto hasta 2015, estimó que Halevi era el mejor de los tres candidatos propuestos dada su trayectoria dentro del cuerpo y la Inteligencia Militar. El Gobierno saliente de Yair Lapid dio luz verde al nombramiento 10 días antes de las elecciones del 1 de noviembre, que certificaron la vuelta al poder de Bibi. Nadie puso pegas, a excepción de la académica Talia Einhorn, miembro del comité encargado de aprobar su nominación, quien consideró que la cercanía de los comicios ponía en peligro la integridad del candidato. 

La ceremonia de nombramiento se celebró, siguiendo el guion habitual, en la oficina del primer ministro. Netanyahu quiso dejar claro que Israel continuará defendiéndose de sus enemigos. “Frente a estas amenazas debemos continuar con nuestra determinación, como hemos hecho en la última década, incluso con Aviv [Kochavi] durante los cuatro años de su mandato como jefe del Estado Mayor, y seguiremos haciéndolo”, trasladó el discutido líder del conservador Likud en referencia a Irán y sus milicias afines. 

Kochavi advirtió en su alocución sobre los planes del Ejecutivo para reorganizar la autoridad militar en Cisjordania, conocida en Israel como Judea y Samaria. El predecesor de Halevi dio un toque de atención a Netanyahu, que ha concedido a Bezalel Smootrich, cabeza de lista de Sionismo Religioso, una oficina propia dentro del Ministerio de Defensa que dirige Yoav Gallant. Smootrich, considerado por los uniformados como un jobnik, es decir, una persona sin experiencia real de combate, ocupa la cartera de Finanzas, cuyas actividades nada tienen que ver. 

Herzl Halevi y Yair Lapid

Kochavi dijo que había coordinado su postura con Halevi. Pero el recién nombrado jefe del Ejército fue menos asertivo que su predecesor. Envió, eso sí, un mensaje a los enemigos de Israel: “Vamos a preparar a las FDI para posibles guerras, cerca y lejos. Expandiremos el reclutamiento a todos los estratos poblacionales y aumentaremos las reservas del Ejército mientras mantenemos una mente unidad, centrada y libre de cualquier consideración que no sea la seguridad”. “Nuestros enemigos deben saber que haremos todo lo que esté en nuestra mano, que estamos preparados para hacer mucho más”, insistió. 

Uno de los objetivos de Halevi es mantener al Ejército “libre de cualquier otra consideración que no sea la seguridad”. El actual ministro de Defensa, que también intervino en la ceremonia, se comprometió en su discurso a garantizar la completa independencia de las Fuerzas Armadas. “Me aseguraré de que la presión exterior —política, legal y de otro tipo— se detenga en mí y no llegue a las puertas de las FDI”, remató Gallant tras asegurar en una conversación extraoficial, en la que quiso tranquilizar a los mandos del Ejército, que no pensaba ceder parte de sus prerrogativas a Smootrich. 

Halevi siguió el protocolo y visitó el Muro de las Lamentaciones, y mantuvo un encuentro con el presidente Isaac Herzog en su residencia de Jerusalén antes de desplazarse hasta Tel Aviv para recibir oficialmente el bastón de mando. 

Liderazgo tranquilo 

El general de 55 años se incorporó a las Fuerzas de Defensa Israelíes como paracaidista, sin haberlo planeado de antemano. Lo hizo convencido después de finalizar el servicio militar obligatorio. Prometió entonces mantener su compromiso con el cuerpo “mientras sea importante para el Estado de Israel, mientras crea que lo hago de buena manera y mientras sea interesante para mí”. Casi cuatro décadas después, y tras haber acumulado ascensos y pasado por todos los escalafones, el compromiso sigue en pie. 

Herzl Halevi y Aviv Kochavi

Es sabido que su negativa a llevar a cabo la operación para capturar en 2002 al presidente de la Autoridad Palestina, Yasir Arafat, en su cuartel general de Ramala, fue determinante para que esta se suspendiera. Advirtió de que la acción podría dañar o acabar con la vida del difunto líder palestino y causar una hecatombe diplomática. En el citado artículo de The New York Times, sus compañeros acusaban a Halevi de ser “demasiado político”. Estaba, según su versión, demasiado implicado en conocer los nombramientos, en merodear cerca de la toma de decisiones. Su supuesta ambición, sin embargo, no le llevó a aceptar una oferta para convertirse en agregado militar de Netanyahu en 2012. Dio calabazas al actual primer ministro. 

“Es admirado como pensador creativo y querido por asistir a los actos anuales en memoria de los soldados caídos. Sin embargo, algunos le consideran distante, cuadriculado o santurrón, con un estilo de liderazgo tranquilo que puede desconcertar a los jóvenes reclutas”, escribió sobre su figura el diario neoyorquino. Licenciado en Administración de Empresas y Filosofía por la Universidad Hebrea de Jerusalén, y educado en la prestigiosa Universidad de Defensa Nacional de Estados Unidos, en Washington, Halevi es triatleta y padre de cuatro hijos. Es religioso, sigue asistiendo a la sinagoga los sábados, pero no porta kipá. Vive en compañía de su familia en el asentamiento de Kfar HaOranim, que se extiende a ambos lados de la frontera con Cisjordania, cerca de la ciudad de Modiin. Tiene el problema en casa. 

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