El caso ‘Faik Konica’ ha sido la primera ficha de dominó que podría empezar a tumbar el sistema patriarcal kosovar

Hey chica, todo Kosovo está contigo

photo_camera Marcha por el caso Faik Konica

Los gritos y los cánticos se escuchan desde dentro las casas. Voces chillonas, altavoces y una marabunda multicolor inunda el Bulevar de Madre Teresa al grito de ‘Traumë, jo lojë’ (el trauma no es un juego, en español). Y de este mismo lema se han hecho eco la mayor parte las ciudades kosovares.

Todo empezó el pasado martes 11 de mayo, cuando tres jóvenes de séptimo curso (unos 13-14 años según el sistema educativo kosovar) del colegio Faik Konica de Pristina abusaron sexualmente de una menor de primer grado (unos 6-7 años) del mismo centro. Hecho que, además, grabaron con el móvil. Por su parte, el centro se limitó a ‘regañar’ a los alumnos y a pedirles que no distribuyeran dicho vídeo.

Cartel "Traumjologë" (el trauma no es un juego)

“Educar a vuestros hijos antes de dejarlos salir” se escucha por todas partes en la plaza Skandaberg, donde acaba la marcha. Vociferan, cantan. Con altavoces, móviles y carteles en albanés e inglés. Se colocan cuando ven una cámara. Estos jóvenes quieren salir y que se les vea. Quieren que se les escuche. “Todo esto es parte del sistema. El que el director lo supiese y no hiciese nada. Se toma como lo normal”, explicó Ernera, una joven kosovar especializada en derechos de la mujer, cuando me contaba lo que pasó dos días antes de la marcha. “El sistema patriarcal establecido en Kosovo mantiene las normas y roles tradicionales de género que, por lo general, van en detrimento de la mujer” explica Adelina Tërshani, directora de la Kosovo Women Network (red de mujeres kosovares en español).

Este hecho y cómo se ha propagado ha sido solo el inicio de la mecha. Así como la ‘Marea Verde’ se hizo con Argentina o el ‘yo si te creo’ de España; el ‘el trauma no es un juego’ ha unido a Kosovo en la lucha contra la violencia sexual y ha cambiado perspectivas. Cuando a finales del pasado año la asociación feminista más importante del país publicaba que uno de los problemas del movimiento era “el miedo social al feminismo”, cinco meses más tarde televisiones, asociaciones y sociedad civil se han unido para destacar “los problemas en el sistema educativo y dentro de las filas de la policía que desalientan la denuncia de acoso sexual”.

Chico gritando en la manifestación por el caso Faik Konica

El caso ‘Faik Konica’ ha sido la primera ficha de dominó que podría empezar a tumbar el sistema patriarcal kosovar. Tras este una decena de casos han salido a la luz. Fatjona Krasniqi es una blogger kosovar afincada en Alemania, y ella misma ha reconocido que ha recibido más de 2.000 mensajes en Instagram de chicas que acudían a ella contándole los abusos sexuales que habían sufrido.

La red de mujeres kosovares denuncia que el 62 por ciento de las mujeres han experimentado algún tipo de abuso sexual en Kosovo. “El feminicidio, la violencia de género, la falta de independencia económica, la discriminación de género en el mercado laboral, la escasa participación en la toma de decisiones hasta el momento, las violaciones masivas de los derechos de herencia son las principales injusticias que enfrentan las mujeres y niñas en Kosovo”, se lamenta la directora de la asociación feminista.

Chicas en la manifestación portando carteles donde se lee ‘Sat në filtre nesër ku?’ (hoy es la escuela ¿mañanda dónde?) y ‘Edhe sa thirrje humbura?! Asnjë ma shumë!’ (¿cuántas llamadas perdidas más hacen falta? ¡Ninguna más!)

Ahora y desde la pasada semana, las fichas de dominó han empezado a caer en forma de casos de acoso que han visto la luz. Ahora se sabe que en 2018 en Gjakova, un pueblo al este del país, un maestro de la escuela primaria Mazllum Kepuska acosó sexualmente a 27 alumnas. Aún no ha sido condenado. ‘Sat në filtre nesër ku?’ (hoy es la escuela ¿mañanda dónde?) grita otro cartel en el centro de la capital. Liridona Sijarina es activista del Colectivo para el Pensamiento y la Acción Feministas, y durante un debate organizado a raíz de todos estos acontecimientos afirmó que “el acoso sexual está muy extendido en las escuelas de Kosovo y que el reciente incidente de violencia sexual que involucró a niños en edad escolar está lejos de ser un caso aislado.”
‘Edhe sa thirrje humbura?! Asnjë ma shumë!’ (¿cuántas llamadas perdidas más hacen falta?

¡Ninguna más!) se lee en otro cartel sostenido por un grupo de chicas que corean los himnos que salen del los altavoces desde las escaleras del Teatro Municipal de Pristina. Todas a una señalan los abusos, gritan los nombres de las chicas y les repiten que “no están solas”. Ahora tienen claro que hay que cambiar todo; desde el sistema educativo hasta el judicial pasando por el policial.

Y es que según datos policiales, en 2018 hubo 58 nuevos casos de presuntos abusos sexuales de menores de 16 años en el país, aunque la fiscalía solo inició 25 casos de estos. En cuanto al acoso sexual, si bien se denunciaron 43 casos a la policía, solo ocho casos llegaron a los tribunales durante 2018. Pero es que cuando Sherife Alickaj-Qerimi, una profesora de Fushe Kosove, un pequeño pueblo a siete kilómetros de Pristina, fue a denunciar un abuso sexual a una de sus alumnas, la respuesta de los oficiales fue, “¿me das tu número? me gustaría seguir hablando contigo”.

Cartel donde se lee ‘Don’t tell your daughter not to go out, tell your son to behave properly’ (no le digas a tu hija que no salga, dile a tu hijo que se comporte como es debido)

“Los funcionarios que se supone deben ofrecer protección contra el acoso sexual no están capacitados”, recalcó la activista durante el debate. “No saben qué es el acoso sexual ni cómo proceder en los casos en que alguien denuncia el acoso sexual”. En 2020, se denunciaron 48 casos de acoso sexual a la policía de Kosovo, pero según Sijarina, no hay un solo caso en el que alguien haya sido condenado, a pesar de que el acoso sexual figura como delito en el Código Penal.

‘Don’t tell your daughter not to go out, tell your son to behave properly’ (no le digas a tu hija que no salga, dile a tu hijo que se comporte como es debido) grita otro cartel. Como este decenas. Decenas de carteles que culpan a los jóvenes en lugar de criminalizarlas a ellas. ‘No more she is asking for it’ (no más ella lo estaba pidiendo). El caso de Faik Konica ha conseguido cambiar el discurso.

Chica sosteniendo el cartel donde se lee ‘Hej qiki, ni Kosovo mbrapa e ki’ (Eh chica, todo Kosovo está contigo)

En la marcha todos gritan. Y cuando se generaliza en masculino es porque gran parte de los manifestantes eran jóvenes. En masculino. Aliados del movimiento. Jóvenes que a diferencia de sus compañeras no sienten miedo al acoso, que pueden salir a la calle pero que “sienten vergüenza por el comportamiento de esos chicos”, así lo contaba Albion en el centro de la manifestación. Este kosovar que junto con sus amigos han acudido a la marcha “porque lo que ha pasado no puede seguir pasando”.

Ahora, todas, todos y todes, están en la marcha. Ven que está mal y quieren dejarse ver denunciándolo. El ‘miedo al feminismo’ que denunciaba a finales de año la KWN ha cambiado. “Ahora la información sobre lo que realmente representa el feminismo es mayor y tenemos hombres y mujeres, niñas y niños que se autodenominan feministas sin temor a los prejuicios sociales. En algunos casos, esta identificación se hace solo para lucir cool, pero en el punto en el que nos encontramos como una sociedad donde las personas que trabajan por la igualdad de género tienen miedo de llamarse feministas, también necesitamos que las personas que hacen esto se vean cool porque entonces pueden incluso empezar a creer plenamente en lo que realmente representa el feminismo”, explica Tërshani.

Tres chicas en la manifestación sosteniendo en alto los carteles

‘Hej qiki, ni Kosovo mbrapa e ki’ (Eh chica, todo Kosovo está contigo) asegura un último cartel rosa. La chica que lo sostiene se niega la bajarlo. Está ahí plantada con los brazos en alto. Quiere dejar claro que su país ha visto el error y va a cambiar.

El caso en el colegio Faik Konica no fue el primero en denunciarse pero si el que más fuerza ha cogido. El que ha servido de lanzadera. Gracias a cómo se ha denunciado Fatjona Krasniqi contó que había más de 2.000 mensajes en su buzón de Instagram que contaban abusos. Gracias a la indignación que provocó, Sherife Alickaj-Qerimi hizo ver cómo la policía también es parte del problema. Gracias a la vergüenza que sienten estos jóvenes, Liridona Sijarina ha podido gritar en una televisión pública, siendo esta vez más escuchada que nunca, que lo que pasó en Faik Konica “no es un hecho aislado”.

Entrada del colegio de educación primaria Faik Konica.

No es un hecho aislado. Queda mucho por cambiar. Mucho por mejorar. La situación de las mujeres está lejos aún de ser igual a la de los hombres. Pero aquí están las jóvenes para cambiarlo. Adelina Tërshani lo tiene claro, “para cambiar este sistema y erradicar estas injusticias necesitamos mucho trabajo, mucha información, empoderamiento y apoyo continuo para las niñas y mujeres”. Y ahora, ’Hej qiki, ni Kosovo mbrapa e ki’.
 

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