La agrupación chií y otros partidos afines no repetirán la mayoría absoluta en un Parlamento que queda profundamente dividido, en medio de una crisis económica, política y social

Hizbulá y sus aliados pierden la mayoría absoluta en las elecciones generales libanesas

AP/HUSSEIN MALLA - Simpatizantes del grupo Hizbulá, apoyado por Irán, levantan los puños y aplauden mientras escuchan un discurso del líder Sayyed Hassan Nasrallah

El bloque liderado por Hizbulá y apoyado por Irán ha perdido la mayoría parlamentaria en el Líbano, tras sufrir una pérdida de apoyos en las elecciones generales celebradas el pasado 15 de mayo.

Los resultados oficiales, anunciados esta mañana por el ministro del Interior, Bassam Maouloaui, reflejan una caída de Hizbulá y sus aliados, obteniendo 62 escaños, 3 por debajo de la mayoría parlamentaria, que si consiguieron en 2018 con 71 diputados. 

Hizbulá, que además de partido político también cuenta con un poderoso brazo militar, es la principal agrupación chií libanesa, la cual, desde sus orígenes en la guerra civil (1975-1990), ha sido pieza clave de Irán para afianzar su influencia en el país y contrarrestar a sus rivales regionales, como Arabia Saudí, Israel o Estados Unidos. Aunque Hizbulá y su principal aliado, el también chií Amal, no han sufrido pérdidas significativas, varios de sus socios parlamentarios si lo han hecho. 

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Por su parte, Fuerzas Libanesas, un partido cristiano maronita cercano a Arabia Saudí, que también hunde sus raíces en la guerra civil, habría sido uno de los ganadores de los comicios. En esta jornada, FL habría superado al Movimiento Patriótico Libre del presidente Michel Aoun, cercano a Hizbulá, convirtiéndose así en el principal partido cristiano del país.

FL, que promete un “cambio radical”, es uno de los principales rivales de Hizbulá y ha hecho de la reclamación del desarme de esta guerrilla uno de sus principales objetivos. “No aceptamos que un solo partido monopolice el concepto de resistencia, en tanto que la verdadera resistencia es aquella practicada por todo el Estado sostenido por el pueblo. Lo que dice Hizbulá es falso, en tanto que solo quieren preservar sus armas”, afirmó en la campaña electoral Samir Geagea el dirigente del partido.

Hasan Nasrallah, el hermético líder de Hizbulá se refirió a la polémica del armamento que la milicia mantuvo tras la guerra civil afirmando en un discurso que “¿acaso son las armas de Hizbulá las que han impedido aplicar el plan por la electricidad o de hacer funcionar las presas? ¿acaso son las armas de Hizbulá las que han permitido la transferencia de dinero al extranjero?”. 

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Además, respondiendo al ascenso de FL, Mohammad Raad, el número dos de Hizbulá, afirmó que “os aceptaremos como adversarios en el Parlamento, pero no como escudos que protegen a los israelís. No promuevan las llamas de la guerra civil”, advirtió el político chií.

Estos comicios dejan tras de sí un Parlamento dividido en dos bloques antagónicos, liderados por Hizbulá y FL, sin que ninguno cuente con una mayoría, dificultando la gobernabilidad en un país necesitado de la formación de un Gobierno estable para enfrentar una grave crisis económica, política y social.

Estos comicios se han producido en un contexto muy difícil para el país. Hasta un 80% de los libaneses viven por debajo del umbral de la pobreza, en medio de una durísima depresión económica. La pandemia de la COVID-19 y la explosión en el puerto de Beirut en 2020 no han hecho sino empeorar una situación que ha generado manifestaciones masivas y una creciente desafección ciudadana ante el anquilosamiento de una clase política entre la que prácticas como la corrupción y el clientelismo son endémicas. 

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Esto se ve empeorado por la sectarización de la política libanesa, por la que los escaños parlamentarios, así como los principales cargos, se reparten por cuotas entre las confesiones del país. Así, el presidente tiene que ser cristiano maronita, el primer ministro musulmán suní y el presidente del Parlamento musulmán chií, y los partidos políticos también tienen un marcado carácter sectario.

Entre medias, hasta 13 candidatos reformistas habrían entrado en el Parlamento, unos resultados sorprendentes que reflejan el clima contestatario en la sociedad libanesa contra las facciones y señores de la guerra que llevan dominando el país desde la guerra civil. Ahora, estos nuevos diputados podrían tener la llave del nuevo gobierno. Además, 8 mujeres han entrado en el Parlamento, 2 más que en 2018, pero aún lejos de la equidad.

La participación electoral fue del 41%, 8 puntos menos que en 2018, pero mucho mayor entre el voto desde el extranjero, alcanzando un 63%. Según el jefe de la misión electoral de la Unión Europea, György Hölvényi, la celebración de las elecciones habría sido un “éxito”, aunque el proceso habría estado “ensombrecido por prácticas generalizadas de compro de voto, clientelismo y corrupción”.

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