Las amenazas entre Ankara y Moscú se suceden, en un momento en el que los ataques entre el Ejército sirio y las fuerzas turcas arrecian

Idlib: escenario de la tensión entre Turquía y Rusia

photo_camera AFP/OMAR HAJ KADOUR - Soldados turcos en la aldea de Qaminas, a unos 6 kilómetros al sudeste de la ciudad de Idlib, en el noroeste de Siria, el 10 de febrero de 2020

Este miércoles, Erdogan ha advertido a su homólogo sirio, Bashar al-Asad de que, “de ahora en adelante, ningún elemento militar estará a salvo en tierra o en el aire en Idlib”. “No dudaremos en atacar objetivos que representen una amenaza directa para nuestros soldados en la zona”, ha asegurado el presidente turco en unas declaraciones recogidas por el medio local Daily Sabah. En la misma intervención, Erdogan ha acusado a Siria, a Rusia y a las milicias vinculadas a Irán de masacrar civiles en la zona y ha justificado el refuerzo de la presencia militar turca en territorio sirio como la única vía para garantizar la estabilidad en el país, necesario para proteger los intereses de Ankara. “Si el régimen o las organizaciones obtienen el control total sobre Siria, entonces la seguridad y la estabilidad se verán amenazas […] Turquía solo estará segura si se establece la seguridad en Siria”, ha indicado al respecto.

Por ello, el mandatario turco le ha asegurado a Al-Asad de que o repliega a sus fuerzas por detrás de los puestos de observación turcos o enfrentará consecuencias para finales de este mes de febrero. “Cuanto más ataquen a nuestros soldados, mayor será el precio que pagarán”, ha insistido. 

Soldados turcos en la aldea de Qaminas, a unos 6 kilómetros al sudeste de la ciudad de Idlib, en el noroeste de Siria, el 10 de febrero de 2020

La reacción siria no se ha hecho esperar: “Estamos listos para responder a las agresiones del Ejército turco en su ocupación”, han asegurado desde Damasco. “Los ataques turcos no tendrán éxito en la protección del terrorismo armado y no disuadirán a nuestro Ejército de perseguir sus hostilidades en la gobernación de Idlib para reestablecer la seguridad y la estabilidad en toda la extensión de la geografía siria”, se puede leer en un comunicado publicado por el Comando General de las Fuerzas Armadas Sirias.

En esta misma línea se ha manifestado Rusia, que ha lanzado un mensaje amenazante a Turquía. “No podemos sentarnos y esperar a lo que sucederá en Idlib, en un momento en que las posiciones de las fuerzas sirias y las nuestras, incluida la Base de la Fuerza Aérea de Hmeimin, [ubicada en la provincia de Latakia, al noroeste del país] están sujetas a bombardeos diarios y ataques con drones”, ha aseverado el director del Departamento de Organizaciones Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, Pyotr Ilyichov. De hecho, este martes, el sistema de defensa antiaérea de dicha instalación repelió una ofensiva con dos drones lanzada por las milicias rebeldes desde el territorio controlado por “radicales en la zona de distensión de Idlib”, según informó el jefe del Centro para la Reconciliación en Siria, Yuri Borenkov, en Sputnik.

Un bombardero ruso Sukhoi Su-34 aterriza en la base militar rusa de Hmeimin en la provincia de Latakia, en el noroeste de Siria
“Rusia no puede permanecer indiferente frente a la agresión turca contra Idlib, mientras presagia una crisis y más tensiones en las relaciones entre los dos países”, explican expertos locales en Al-Ain.

Ilyichov también ha hecho referencia al Acuerdo de Astana de 2017 entre Turquía y Rusia, por el que se estableció, por primera vez, una zona desmilitarizada en el territorio sirio y por el que se prohibieron, expresamente, los actos de agresión. “En el memorando hubo detalles muy importantes, bajo los cuales Turquía se comprometió a separar a la oposición moderada de los terroristas y a establecer una zona desmilitarizada, así como la libertad de paso a través de las carreteras internacionales, pero nada de esto se ha hecho en los últimos dieciocho meses”, ha criticado el funcionario ruso.

Vehículos militares en un punto de observación turco cerca de Sarmin, en las afueras de la ciudad de Idlib, el 7 de febrero de 2020

Así, la provincia de Idlib, ubicada al noroeste del territorio sirio, está siendo escenario del recrudecimiento de la violencia entre Turquía y Rusia, que apoyan a bandos enfrentados en la guerra civil siria. Mientras la política de Ankara gira en torno a sus pretensiones expansionistas y al objetivo de eliminar a las milicias kurdas, las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en inglés), Moscú ha mostrado siempre su alianza con el Ejército sirio de Bashar al-Asad y, más recientemente, con las YPG, una vez que Estados Unidos anunció su intención de retirarse del territorio dejando a las milicias sin apoyo frente a las ambiciones de Recep Tayyip Erdogan.

Sin embargo, hasta estas últimas semanas, su rivalidad no había traspasado la barrera del enfrentamiento directo, aunque siempre a través de Siria. El pasado 3 de febrero, un ataque sirio, a instancias de Moscú, acababa con la vida de siete soldados y un civil turcos. Este martes, otra ofensiva lanzada por Damasco se cobraba un saldo de cinco efectivos turcos muertos en una base militar en Idlib. En respuesta, Ankara derribaba un helicóptero militar sirio, matando a los dos pilotos, en la aldea de Qaminas, al sureste de Idlib, y se hacían públicos los planes de Erdogan: el envío en la última semana de 1.240 vehículos militares, junto con 5.000 soldados, a Idlib.

En la foto se muestra un sistema de defensa antiaérea Pantsir-S1 ruso en la base militar rusa de Hmeimin en la provincia de Latakia, en el noroeste de Siria

El último episodio de tensión significativo ha sido el anuncio que ha realizado el Ejército sirio sobre la recuperación del control de la carretera entre Alepo y Damasco por primera vez desde el año 2012, después de expulsar a las milicias armadas pro-turcas de su último punto de apoyo en la ruta. Asimismo, las tropas de Al-Asad también han liberado el camino internacional que cruza varias ciudades desde Alepo, al norte a través de Damasco, hasta la frontera jordana en el sur, según ha informado Al-Ain.

Esto ha provocado una escalada de tensiones que ha estado marcada fundamentalmente por las amenazas. Las rondas de negociaciones entre las delegaciones turcas y rusas que han tenido lugar esta semana han concluido sin avances significativos sobre la desescalada de la violencia y tampoco existen planes para la celebración de una reunión bilateral entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y Erdogan, lo que, de acuerdo con el analista Ahmed Howaidaq en dicho medio, ofrece una prueba más de “las tensas relaciones entre Moscú y Ankara, en un contexto vertebrado por las ambiciones de este último en Siria”.

Un helicóptero vuela cerca de un radar en la base militar rusa de Hmeimin en la provincia de Latakia

Para el investigador Muhammad Hamid, una de las principales razones del deterioro de la relación entre las dos potencias es el fin de la influencia turca. “El régimen turco sabe que ha perdido su influencia de una vez por todas en Siria a la luz de los avances del Ejército sirio con la ayuda de Rusia y la eliminación de las milicias armadas de Idlib”, explica en el Al-Ain. “Erdogan está tratando de prolongar el conflicto con la esperanza de obtener ganancias, pero la presión del Ejército sirio y la retirada de los combatientes que pertenecen a Turquía en el campo de batalla, terminaron con todas sus ambiciones de estar en el norte de Siria”, añade al respecto.

Mientras, la catástrofe humanitaria acucia. Más de 700.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares en los últimos dos meses, la mayoría mujeres y niños, y otras 280.000 más pueden convertirse también en desplazados si la lucha continúa. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) ha advertido, en esta línea, de que nunca antes se había producido en el país un desplazamiento forzoso de tanta población tan rápido.

Los civiles huyen de Idlib cerca de la frontera con Turquía, el martes 11 de febrero de 2020

“Idlib está llena de personas que han huido de los combates en otras aéreas […] Tiene la mayor concentración de desplazados internos en el mundo, por lo que se necesita urgentemente el cese de las hostilidades. Si no, se convertirá en un cementerio”, alertan desde Naciones Unidas. De los 17 millones de sirios que representan la población total del país, 6 millones son desplazados internos dentro del territorio nacional y otros 5,5 residen como refugiados en las naciones vecinas, la mayoría de ellos en Turquía.

Más en Política