Las cifras evidencian la paradoja de que los países más lejanos al régimen de los ayatolás son a menudo los mejores socios comerciales

Irán-América Latina: la extraña pareja

photo_camera AFP/OFICINA PRESIDENCIAL DEL PALACIO DE MRAFLORES /JHONN ZERPA - Fotografia de archivo del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, hablando durante una reunión bilateral con el presidente de Irán, Hasán Rohaní, en el Centro de Convenciones de Bakú el 25 de octubre de 2019.

Ataques a barcos e instalaciones petroleras en el Golfo Pérsico y Arabia Saudí, derribos de drones, ataques a bases con misiles en Irak…  Las tensiones entre Estados Unidos e Irán se insertan en una nueva fase y no auguran una solución fácil y rápida. La reciente escalada de violencia, comenzada por Irán, tuvo como respuesta el asesinato del general iraní Qassem Soleimani, comandante de la fuerza de élite de la Guardia Revolucionaria de Irán por parte de Washington.

La guerra fría que protagonizan Washington y Teherán divide a la comunidad internacional entre los países que apoyan al régimen teocrático iraní, los que secundan los últimos movimientos de Donald Trump y quienes tratan de mantener las relaciones con ambos. Tras Teherán se sitúan Rusia, el partido milicia libanés Hizbulá, Hamás en Gaza, los hutíes de Yemen, Qatar, Irak y las milicias iraquíes Asa'ib Ahl al- Haq, Kataeb Hezbolá y la organización Badr.

Irán

Pero en Oriente Medio las alianzas duraderas son extrañas y quienes son tus amigos un día, al siguiente trabajan para derrocarte. Por eso, la búsqueda de aliados más allá de la región, sobre todo para el régimen de los ayatolás es una labor esencial para evitar el aislamiento.

Es el caso de la influencia de Irán en América Latina. Aunque no ha sido una prioridad para los intereses de Teherán, el creciente aislamiento internacional sobre la República Islámica y la necesidad de conseguir votos a favor en Naciones Unidas hace que Sudamérica se haya convertido en una zona importante en los intereses iraníes en política exterior.

Una peculiar relación

Nada más conocerse la noticia de la muerte del general Solemani, el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, Diosdado Cabello, visitó la Embajada de Irán en Caracas. Allí proclamó: “Viva Irán, vivan los pueblos libres, ¡Nosotros venceremos!”. Otro diputado chavista, Pedro Carreño, amenazó diciendo que la muerte del “camarada” Solemani, “será vengada”. El actual estado de las relaciones entre Irán y Venezuela se remonta a 2005, cuando el líder iraní Mahmoud Ahmadinejad y el líder venezolano a la sazón, Hugo Chávez, mantenían excelentes relaciones y los viajes oficiales a Latinoamérica por parte de Ahmadinejad aumentaron considerablemente.

Ahmadinejad y Chaves

Muy distinta es la posición manifestada por Brasil. Su presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, aliado de Washington, dijo en la televisión brasileña TV Bandeirantes tras el asesinato del general iraní que su posición es “alinearse con a cualquier país del mundo en la lucha contra el terrorismo. Sabemos lo que en gran parte Irán representa para sus vecinos y para el mundo”.

En este escenario se podría pensar que los ingresos y la mayor parte de los intercambios comerciales de Irán con los países de Latinoamérica tendrían como principales beneficiaros a aquellos con los que comparte sus dogmas ideológicos.

Pero, paradójicamente, Brasil es el gran socio comercial de Irán en Latinoamérica, cuando con Venezuela mantiene un flujo comercial muy inferior que el que mantiene con Brasilia. En su aparición televisiva, Bolsonaro también aseguró que el comercio existente con Irán “continuará”, a pesar de sus denuncias púbicas a la República Islámica.

Bolsonaro y Trump

Según los últimos datos del Centro para el Desarrollo Internacional (CID en inglés) de Harvard, el intercambio comercial entre Irán y Venezuela en 2017 ascendió a 363.000 millones de dólares en exportaciones, sin datos de importaciones, mientras que, con Brasil, la cifra se eleva a los 38,8 millones de dólares en exportaciones y hasta más de 2.000 millones de dólares en importaciones. Brasil es uno de los principales proveedores de productos agrícolas como soja y maíz y de carne para Irán. 

Pese a los múltiples acuerdos que la República Islámica ha firmado con Venezuela y sus aliados, el comercio bilateral es reducido, comparado con otros países no pertenecientes a la alianza bolivariana. Además de Brasil, los gobiernos de Chile, Argentina y México están ideológicamente alejados de los credos iraníes, pero mantienen, paradójicamente, una importante relación comercial comparada por ejemplo con la existe entre el país de los ayatolás y Cuba o Nicaragua (hermanos del régimen venezolano), al importar crudo iraní y exportar productos de consumo básico como arroz, pollo o aceite de soja.

Irán y los países del ALBA

La presencia e influencia de Irán en la zona ha ido incrementándose cuando empezó a estrecharse los vínculos con algunos gobiernos regionales que se declaraban abiertamente antiestadounidenses. 

Durante el gobierno de Mahmoud Ahmadinejad (2005-2013) los viajes oficiales a Latinoamérica y el número de embajadas aumentaron. La estrategia de Ahmadinejad tuvo dos líneas de juego: el acercamiento a países ideológicamente más cercana a la República teocrática, como los del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra), liderados por Venezuela; y el acercamiento a Estados como Brasil, México o Uruguay con los que compartía intereses económicos. Pero la llegada de Ahmadinejad a la presidencia iraní, en 2005, coincidió con el ascenso casi simultáneo al gobierno de dirigentes nacionalistas y de centroizquierda en América del Sur. De esta manera, los países del ALBA también encontraron un ‘amigo’ que les permitía variar sus lazos económicos y encontrar soporte político en contra del ‘imperialismo de Estados Unidos’.

ALBA

En 2007, se abrieron embajadas en Uruguay, Nicaragua, Chile, Colombia, Ecuador y Bolivia. De este modo, con las ya existentes (Cuba, Venezuela, México, Brasil y Argentina), Irán se convirtió en el segundo país de Oriente Medio con la mayor representación diplomática en Latinoamérica, tras el Líbano.

Además, la visita de Ahmadinejad en 2009 al Brasil de Lula Da Silva abrió un nuevo vínculo entre las relaciones de Irán-América Latina.
Irán necesitaba, y necesita, defenderse estratégicamente del aislamiento que le impone Estados Unidos y sus aliados. Los iraníes están acostumbrados a tratar con países cuya diplomacia hacia ellos es complicada, pero que les reporta beneficios económicos.

El caso de las relaciones entre Irán y Argentina

Teherán mantuvo con Buenos Aires e incluso aumentó sus compras con después de que el gobierno argentino reclamara en 2007 la captura de cinco exfuncionarios iraníes por su presunto papel en el atentado contra la mutual israelita AMIA, que dejó 85 muertos en 1994 en la capital argentina.
Argentina ha sido el primer país en América Latina en denominar a Hizbulá como organización terrorista, algo que hicieron también Paraguay y Honduras, y que Estados Unidos celebró.

Uno de los temas que más preocupa a Washington es la influencia de Hizbulá en la llamada ‘triple frontera’ entre Argentina, Brasil y Paraguay, y también su influjo en Venezuela.

Pompeo

Por su parte, el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, durante el cierre de la Segunda Conferencia Ministerial Hemisférica de Lucha contra el Terrorismo en Buenos Aires -visita inscrita en el objetivo de recuperar influencia en América Latina tras la salida de varios presidentes de centro izquierda del poder- celebró el logro del compromiso de varios países de América Latina para coordinar acciones contra Hizbulá: “Muchas naciones están ahora diciendo la verdad sobre Irán: es un terror global”. Todo apunta a que, en el futuro, las relaciones entre el gigante estadounidense y el régimen de los ayatolás seguirán navegando entre paradojas. 

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