Tan solo una vuelta efectiva a la mesa de negociación de Viena pondría freno al programa nuclear iraní

Irán, a las puertas de conseguir armamento nuclear

photo_camera PHOTO / REUTERS - Técnicos de la Organización de Energía Atómica de Irán en una sala de control en la Instalación de Conversión de Uranio en Isfahan, Irán

Treinta días. Ese es el plazo estimado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en que Irán habría obtenido el material requerido para alimentar un arma nuclear, según adelantó The New York Times. El grupo independiente de Naciones Unidas, integrado por expertos en materia científica y nuclear, notificó del hallazgo a los Estados miembro de forma confidencial al tiempo que mantuvo el contacto con Teherán para retomar la mesa de negociación en Viena.

La capital austríaca acoge desde mayo el diálogo para la reanudación del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) firmado en 2015. Un acuerdo alcanzado entre Irán y el P5+1, conformado a su vez por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos) más Alemania en el que también participó la Unión Europea.

Los términos del pacto obligaron a Teherán a desmantelar por completo su programa nuclear y ofrecer garantías del íntegro cumplimiento del acuerdo. Irán debía enviar el 97% de sus combustibles fuera del país, frenar la producción de uranio enriquecido y plutonio y permitir las inspecciones regulares de las instalaciones de Fordow, Natanz y Arak. A cambio, la comunidad internacional aliviaría el régimen de sanciones que lastró en 100.000 millones de dólares la economía persa entre los años 2012 y 2014.

El secretario general adjunto del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), Enrique Mora, y el adjunto iraní del Ministerio de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, en el inicio de una reunión de la Comisión Conjunta del JCPOA en Viena

El acuerdo habría congelado la producción nuclear de Irán al menos para los próximos 10 años, según los expertos, ya que muchas de las restricciones definidas por el JCPOA tenían fecha de caducidad. Sin embargo, la retirada unilateral del expresidente Trump frenó en seco todos los avances y provocó que Teherán pusiera de nuevo en marcha su programa nuclear. Estados Unidos restableció las sanciones e Irán continuó enriqueciendo de uranio por encima de los niveles permitidos, rayano al 60% de pureza.

Tres años después, el programa nuclear iraní nunca había estado tan cerca de conseguir sus objetivos. A la estimación trazada por la OEIA se suma la información recabada por la inteligencia estadounidense, que apunta en el peor de los escenarios hacia un plazo de “unos meses” para que la República Islámica adquiera la capacidad de combustible suficiente y produzca una cabeza nuclear.

La llegada de Joe Biden a La Casa Blanca abrió un nuevo capítulo. El demócrata, vicepresidente de Obama durante la firma del JCPOA, se comprometió a restablecer el acuerdo nuclear y convocó la mesa de diálogo. Desde mayo, la Administración Biden trabaja de forma conjunta con los organismos internacionales y sus socios para rescatar los términos del acuerdo y frenar la amenaza nuclear iraní. En junio, la reanudación del acuerdo parecía próxima hasta que emergió la figura de Ebrahim Raisí.

Presidente Ebrahim Raisí

Las elecciones iraníes dieron pie a que el exjefe de la judicatura sustituyese al reformista Hasán Rohani, figura clave durante la firma del acuerdo nuclear. Raisí, de línea dura, rechazó de plano las condiciones y rompió la mesa de negociación al tiempo que tensó la cuerda avanzando en la hoja de ruta nuclear. Antes de suscribir de nuevo el pacto, el régimen de Teherán exige el levantamiento “total” de las sanciones, mientras que Washington y sus socios solicitan evidencias que demuestren un cumplimiento activo del acuerdo.

En este sentido, la OIEA puso en conocimiento los múltiples obstáculos impuestos por Irán a la hora monitorizar las imágenes del interior de las instalaciones e investigar sus actividades. El director de la organización, Rafael Grossi, viajó hasta Teherán para desencallar la situación y volvió con una victoria parcial: el régimen persa había accedido a la instalación de nuevas tarjetas de memoria en las cámaras de vigilancia de las centrales para registrar los últimos movimientos.

Días antes, Estados Unidos amenazó con dar carpetazo al asunto. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, reconoció que el progreso de Irán había sido tan rápido que el acuerdo de 2015 dejaba de tener sentido. “No voy a poner una fecha, pero nos estamos acercando al punto en el que una vuelta estricta al cumplimiento del antiguo acuerdo no reproduce los beneficios que ese acuerdo logró”.

Rafael Grossi

Las próximas semanas prometen ser clave. Irán atraviesa una acuciante crisis económica marcada por los estragos de la COVID-19 y el efecto de las sanciones. El país experimenta un aumento inflacionario del 45% y la sociedad iraní sale perjudicada. Esta situación desestabiliza al régimen, que ya sido testigo de manifestaciones en varios puntos del país y buscará mitigar las restricciones económicas dando luz verde al acuerdo. No sin antes mejorar lo máximo posible su situación de debilidad.

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