El sector eléctrico iraquí se encuentra en un estado deplorable, con una media de 15 apagones diarios en algunos puntos del país

Irán suministrará electricidad a Irak hasta 2021

photo_camera PHOTO/REUTERS - Una vista del caos de cables de la distribución de electricidad de un generador en Najaf, Irak

En tiempos de coronavirus, los países más afectados tienden a buscar refugio en sus aliados tradicionales. Es el caso de Irak con Irán, pues la pandemia le ha asestado un duro golpe a la ya maltrecha economía del país, poniendo en peligro el acceso a los bienes de primera necesidad, como la electricidad, una red debilitada por el terrorismo, la corrupción y la política, como recoge el analista Nawar Alrikabi en la agencia EFE.

Así, el ministro de Energía iraní, Reza Ardakanian, en una entrevista concedida a la agencia local de noticias IRNA, ha anunciado la firma de un contrato con su homólogo iraquí para la exportación de electricidad por un periodo de dos años, hasta 2021. El valor del acuerdo se eleva a los 800 millones de dólares, de los que la mitad ya se han desembolsado aprovechando la visita de Ardakanian a Bagdad.

El ministro de Energía de Irán, Reza Ardakanian

Además, según ha informado dicha publicación, “ambas partes revisaron acuerdos previos y un plan de tres años para reconstruir la industria eléctrica iraquí por el sector privado iraní”. La estrategia comenzará a ser desarrollada durante la próxima semana, cuando una delegación formada por técnicos y expertos iraníes se desplacen de nuevo a suelo iraquí para firmar otros dos contratos con el objetivo de “reducir las pérdidas de la red eléctrica y reparar equipos eléctricos”, de acuerdo con IRNA. “El desarrollo de la cooperación eléctrica entre Teherán y Bagdad, la sincronización de las redes eléctricas, el establecimiento de la cooperación en formación y el desarrollo de redes eléctricas se encuentran entre los temas que serán discutidos por ambas partes”, ha adelantado la agencia.

“A la República Islámica le interesa que sus vecinos tengan una situación apropiada en el sector eléctrico”, aseveró el ministro iraní durante su viaje a Irak. “Y estamos listos para ampliar la cooperación con nuestro país hermano y amigo”, reiteró. Cabe recordar, en este punto, que las importaciones de energía iraní están sometidas al régimen de sanciones impuesto por Estados Unidos, si bien es cierto que en estos momentos rige una exención -aprobada 6 de mayo por un periodo de 120 días- que le permite a Bagdad comprar energía a Teherán para, de acuerdo con Washington, apoyar a que el nuevo gobierno iraquí, encabezado por el primer ministro Mustafa al-Kadhimi, “tenga éxito” y proporcionar “cierta estabilidad” a la nación políticamente fracturada.

El primer ministro de Irak, Mustafa al-Kadhimi
La pesadilla eléctrica

La red eléctrica en Irak se encuentra en un estado deplorable. Cada día, se producen, de media, unas 15 horas de apagones, dependiendo del lugar del país. Actualmente, la capacidad de producción de energía se sitúa en 13,5 megavatios diarios, aunque las instalaciones permiten llegar hasta los 17 megavatios. En cualquier caso, es un valor insuficiente para responder a los más de 20 megavatios que puede llegar a demandar la red, como explica Alrikabi. Además, el sistema es totalmente deficitario: el total de lo recaudado apenas cubre el 10% del costo operativo de la red.

También suponen un problema los subsidios a la electricidad, que le cuestan a las arcas públicas unos 12.000 millones de dólares al año. “Equivalente a alrededor de cinco meses de ingresos netos totales a precios actuales, esta carga es particularmente grave cuando la salud fiscal del país es tan vulnerable como ahora”, advierte el analista de energía Ali Al Saffar con sede en París en The National. 

Por ello, la Agencia Internacional de la Energía (IEA) también está trabajando para aliviar los desafíos de la electricidad en Irak. Desde la entidad, consideran que “la ruta más asequible, confiable y sostenible requiere reducir las pérdidas de la red al menos a la mitad, fortalecer las interconexiones regionales, utilizar el gas capturado en plantas de energía eficientes y aumentar el cuota de energías renovables en la mezcla”. “Cuando se toman medidas para reducir la demanda y aumentar la capacidad disponible, Irak podría establecer un margen de capacidad para 2030 (donde la capacidad disponible excede la demanda máxima). En ese punto, el suministro de la red estaría disponible para la mayoría de los consumidores las 24 horas del día”, aseguran. 

El Ministerio de Electricidad desveló en exclusiva a The National el pasado mes de septiembre que esperaban alcanzar una capacidad de generación de energía de 22 gigavatios para el verano de 2020, unos planes que se han desbaratado con el estallido de la crisis del coronavirus.

Entonces, el Banco Mundial estimaba que el coste de la reconstrucción del sector eléctrico en Irak ascendía a 150.000 millones de dólares. Sobre la mesa de las autoridades de Bagdad también está la transición energética: en 2030, se espera que el 20% de la energía del país provenga de fuentes limpias. Pero en un horizonte de apenas diez años, el trabajo que queda por hacer parece, en las condiciones actuales, irrealizable. 

Un trabajador con un tablero de un generador eléctrico, en Najaf, Irak
La cooperación energética, buque insignia de las relaciones entre los dos países

Las relaciones entre Irak e Irán han gozado de buena salud en los últimos años. En el campo de la cooperación, Teherán ha apostado por contribuir al desarrollo de Bagdad, con un objetivo claro: mantenerle en su órbita de influencia en el polvorín de Oriente Medio. Para ello, ha intensificado sus vínculos comerciales, sobre todo, en materia energética, un sector profundamente dañado en Irak, a pesar de sus recursos petroleros.

Ejemplo de ello tuvo lugar el pasado mes de abril de 2019, cuando los dos países acordaron el desarrollo de dos campos petrolíferos en su frontera. Este pacto tras la petición del presidente iraní, Hassan Rouhani, en una reunión en Teherán con el primer ministro iraquí, Adel Abdul Mahdi, de incrementar el comercio en materia de gas, electricidad y petróleo entre los dos Estados, hasta alcanzar, a corto plazo, relaciones bilaterales por valor de 20.000 millones de dólares, entonces cuantificadas en 12.000 millones de dólares.

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