En los tres países rechazan un sistema que sienten que no vela por los intereses de la gente y no entienden por qué sus aspiraciones económicas, de empleo e incluso de servicios básicos empeoran mientras se dinero sigue gastándose

Irak, Líbano e Irán, tres protestas nacionales y un mismo trasfondo regional

PHOTO/AMEER AL MOHAMMEDDAW - Manifestantes se reúnen en la Plaza Tahrir en Bagdad durante una protesta antigubernamental

Las protestas que desde octubre convulsionan Líbano e Irak y más recientemente Irán ponen de manifiesto el hartazgo de la sociedad con gobiernos e instituciones secuestrados por intereses de grupo, pero van más allá y también rechazan las relaciones de intervencionismo regional. En Líbano e Irak, los manifestantes cuestionan regímenes sectarios en democracias imperfectas nacidas de conflictos y organizadas en base a pactos de reparto de instituciones para satisfacer intereses de grupos de poder definidos por su religión, grupo étnico o tribal que sólo dejan años de fracaso en la gestión pública.

En los tres países rechazan un sistema que sienten que no vela por los intereses de la gente y no entienden por qué sus aspiraciones económicas, de empleo e incluso de servicios básicos empeoran mientras se dinero sigue gastándose.

Manifestantes contra la corrupción y el sectarismo

Las manifestaciones muestran una sociedad que no se ve representada en las instituciones. Hay hombres y mujeres; jóvenes de extracción social alta y baja y miembros de religiones distintas unidos bajo una misma causa frente a instituciones sin apenas presencia femenina, copadas por élites económicas y grupos preocupados y ocupados en sus intereses particulares.

"Lo que les une es su devoción por su país y los intereses nacionales", indicó a Efe el exprofesor de las Universidades de Teherán y Sydney Ali Mamouri, quien subraya que sus reivindicaciones son para todos: justicia social, dignidad y gobierno efectivo y no solo para unos pocos.

Pero hay algo más. "En Irak y el Líbano, además de las demandas económicas, protestan contra el sectarismo y la interferencia foránea", agregó el también editor de Al Monitor. Grupos de poder proiraníes como Hizbulá en Líbano o los movimientos Al Fath y Estado Derecho, del exprimer ministro Nuri Al Maliki, en Irak, están en el ojo de la tormenta y son blanco de las críticas de los manifestantes.

Sin embargo, en Irak importantes representantes chiíes, como el clérigo Muqtada al Sadr y sobre todo el ayatolá Alí al Sistani, han apoyado las protestas. "En Irak tienen el apoyo total de la máxima autoridad chií, lo que fortalece la posición de los manifestantes, desafiando al Gobierno y frenándolo de hacer una represión con asesinatos masivos", indicó Mamouri.

El bumerán iraní

Paradójicamente, el intervencionismo iraní en la región también ha jugado como un bumerán contra el Gobierno de Teherán y es una de las razones detrás de las protestas en ese país. Muchos en Irán no entienden cómo hay que subir el precio del combustible y racionarlo por falta de recursos cuando sí hay dinero para apoyar a grupos afines en el exterior, dice Mamouri. "Hay quejas sobre miles de millones de dólares que Irán gasta en Siria, en Líbano e Irak sin nada a cambio, mientras los iraníes viven en una situación muy precaria", agrega.

Frente a eso, el Gobierno ha reprimido con gran dureza -más de un centenar de muertos según Amnistía Internacional- y ha recurrido a la respuesta habitual: las protestas son una acción del imperialismo desestabilizador de Estados Unidos, de Israel y de Arabia Saudí. "Desde el punto de vista de Teherán, las protestas consolidan el discurso de la intervención estadounidense, así pueden desviar la atención de los problemas", dijo a Efe Heiko Wimmen, de Crisis Group. Y eso está tratando de hacer Hizbulá en Líbano, a pesar de que "toda la comunidad se movió desde diferentes grupos y todo tipo de gente se involucró" en este país.

Frente a ello, "ahora Hizbulá dice que el movimiento empezó genuinamente pero ha sido tomado por Estados Unidos, que es el mismo discurso que en Irán", añadió, asegurando que la diferencia en el Líbano es que "la situación es angustiante y en este contexto el pronóstico no es bueno".

Tres países, tres pronósticos

Irán ha podido atajar el descontento con su fuerte aparato de represión y el Gobierno tiene una amplia base de apoyo en la población, aunque Mamouri cree que eso no detendrá para siempre las protestas.

Wimmen destaca que Irak y el Líbano no son naciones estado fuertes como Irán, sin embargo su situación es diferente. Irak es un país que produce 4,5 millones de barriles de petróleo y tiene dinero "y eso puede comprar consenso. Además la represión está claramente ahí", dijo, en alusión a los más de 300 muertos registrados hasta el momento.

En el caso del Líbano, el vaticinio es más pesimista ante la aparente falta de voluntad de los políticos de tomar el control de la situación, según Wimmen. "Si nadie toma el volante vamos a un precipicio, y nadie parece querer tomar el volante porque la economía va a hundirse y nadie quiere ser asociado con un colapso", afirma.
 

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