Podría haber terceros comicios después de que ni Benny Gantz, ni Benjamin Netanyahu, hayan podido conformar Gobierno en siete meses

Israel marcha hacia nuevas elecciones por el bloqueo político

AFP/JACK GUEZ - Benny Gantz, líder del partido Azul y Blanco

Israel puede verse abocada a celebrar nuevas elecciones en lo que significaría un episodio inaudito en la historia política del país después de que Benny Gantz, cabeza visible del partido Azul y Blanco, no haya podido recabar los apoyos necesarios para formar Ejecutivo y haya desistido del intento, y después de que anteriormente Benjamin Netanyahu se quedase a las puertas de un acuerdo con el resto de las formaciones conservadoras del arco parlamentario israelí. 

Poco antes de que finalizara el plazo legal estipulado para anunciar su propuesta gubernamental, el centrista Benny Gantz, ganador de las últimas elecciones de septiembre, comunicó a Reuven Rivlin, presidente de Israel, que no había podido reunir los apoyos necesarios para formar Gobierno y que se rendía ante la falta del soporte político requerido. Por lo tanto, Israel se puede dirigir a la celebración de unas nuevas elecciones en el país, escenario que no tiene precedentes dentro de la política hebrea. Este constituía el segundo intento fallido de establecer un Ejecutivo en Israel después de que el primer ministro en funciones Netanyahu no lograse tampoco el objetivo tras la victoria electoral de abril. 

"En los últimos 28 días, no he dejado piedra sin mover, independientemente de cuán pequeña era, en mi intento de formar un Gobierno que traiga al Estado de Israel liderazgo con integridad, moralidad y valores", indicó Gantz en un discurso televisado sobre el fracaso de los contactos con otras formaciones políticas que podían ser afines a sus postulados. El máximo responsable de Azul y Blanco quiso responsabilizar a su principal rival, el líder del Likud Benjamin Netanyahu, por la situación generada y recordó que su grupo político fue el más votado en las pasadas elecciones del 17 de septiembre. 

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, habla durante una reunión del bloque de derecha en la Kneset (Parlamento israelí), en Jerusalén el 20 de noviembre de 2019

Ahora se abre una cuenta atrás de tres semanas para llegar a la convocatoria de otras elecciones legislativas, las terceras en menos de un año; un plazo en el que los 120 diputados de la Knéset (Parlamento hebreo) podrían intentar consensuar un pacto político, algo que parece bastante improbable a tenor de los hechos. Si no hay entendimiento, la convocatoria electoral se activará automáticamente dentro de esos 21 días. 

La Knéset no ha podido ver cómo se genera una mayoría más o menos estable y todo se encamina a nuevas elecciones después del fracaso de los contactos de Gantz y Netanyahu, cada uno por su parte, con formaciones que podrían haberles dado el sustento necesario al compartir ciertos puntos programáticos e ideológicos. 

Tampoco llegó a cristalizar la opción que se barajaba también de un Ejecutivo de concentración entre las dos fuerzas más votadas, algo solicitado por el propio Reuven Rivlin, quien expuso un planteamiento de Gobierno de unidad con una rotación en el puesto de jefe gubernamental que iniciaría en primer turno el propio Netanyahu. 

El presidente israelí, Reuven Rivlin

Hubo un encuentro durante la jornada del martes entre Gantz y Netanyahu, pero no llegaron a entendimiento alguno ante las grandes diferencias de las posiciones defendidas por ambos. Sobre todo, en lo referente al hecho de la imputación de Netanyahu por tres casos de corrupción, que está pendiente de la decisión de la Fiscalía General del Estado de acusarle o no, la cual está tomada, según anunció el medio Canal 10, pero que todavía no se ha dado a conocer; aunque se espera que se haga pública pronto. En este sentido, Benny Gantz ya anunció previamente que no gobernaría con un acusado por corrupción y esa ha sido uno de los principales impedimentos para que hubiese un pacto entre Azul y Blanco y el Likud. Por su parte, Netanyahu tampoco quería abandonar su casi único proyecto de gobernar con un frente político conservador y ultraortodoxo. 

En la última opción que albergaba Gantz para formar Gobierno, la clave para que no se materializase un acuerdo la ha tenido el político de derecha Avigdor Lieberman, ex ministro de Defensa y líder del partido Israel Nuestra Casa, que no quiso participar de un posible pacto entre el centrista Gantz y el bando árabe de la Lista Unida Árabe, al considerarlo como una “coalición antisionista”; lo que dejó con un escaso margen de maniobra al candidato de Azul y Blanco.

El líder del partido de Yisrael Beitenu, Avigdor Lieberman

Lieberman acusó a las dos principales figuras que optaban a dirigir los designios de Israel de la falta de Gobierno. A Gantz por “no aceptar el plan del presidente” y al primer ministro en funciones por “no renunciar a un Gobierno ultraortodoxo”. 

La fragmentación parlamentaria surgida de las últimas elecciones de septiembre es palpable y ha llegado a un callejón sin salida. La bancada parlamentaria de derecha aglutinó en los últimos cómicos 55 diputados (entre los 32 del Likud, los 16 de los partidos ultraortodoxos y los siete de la extrema derecha). Mientras, el bloque de centroizquierda englobaba los 54 parlamentarios de Azul y Blanco, los seis de los laboristas, los cinco de la izquierda pacífica y los 13 de la Lista Unida Árabe. Ambas partes, por lo tanto, lejos de los 61 diputados requeridos para establecer una mayoría sin el apoyo de la llave parlamentaria que significaba Lieberman con sus ocho asientos parlamentarios, que podían servir a cualquiera de las dos alas de la Cámara para poder llegar a esa mayoría. 

La primera oportunidad de formar Gobierno ya la tuvo Benjamin Netanyahu tras ganar las elecciones del 9 de abril, pero no pudo llegar a un entendimiento con el resto de las formaciones de derecha con las que podía tener cierta sintonía. El principal escollo que encontró el máximo responsable del Likud fue la falta de apoyo del propio Avigdor Lieberman. El ex ministro de Defensa no apoyó al primer ministro en funciones principalmente por el impedimento que supuso la ley de reclutamiento al servicio militar para los judíos ultraortodoxos, medida requerida como indispensable por Lieberman (político conservador, pero del ala laica) para ofrecer su apoyo parlamentario. Netanyahu no pudo mantener en este caso el equilibrio ante el resto de las formaciones conservadoras, de más marcado carácter religioso, que obviamente pretendían evitar la implantación de esta normativa que planteaba obligar a prestar el servicio militar a los jóvenes judíos que desarrollan en profundidad su faceta religiosa. Entre estos partidos que no ‘pasaron por el aro’ se encontraban Shas y Judaísmo Unido de la Torá. 

Una foto combinada muestra al líder del partido Azul y Blanco, Benny Gantz en Rosh Ha'ayin, Avigdor Lieberman, y al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu

En este caso faltó el apoyo de los 16 diputados ultraortodoxos para sumar junto a los 35 que poseía el Likud, los cinco que tenía la extremista Unión de Partidos de Derechas, los cuatro del centrista Kulanu y los cinco de Lieberman, de cara a los 61 solicitados para componer una mayoría parlamentaria. 

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