Jacinda Ardern impulsa la 'Llamada de Christchurch' contra el extremismo en redes sociales

Alex Erquicia

La primera ministra de Nueva Zelanda prosigue su lucha contra el extremismo. Tras marcar el camino en la lucha global contra la islamofobia, siguiendo los atentados en su país el pasado 15 de marzo, Jacinda Ardern centra ahora el foco en poner fin a la capacidad de las redes sociales para organizar o promover terrorismo. Se trata de una respuesta categórica al hecho de que el terrorista pudiera transmitir en directo, a través de Facebook, los primeros minutos de la barbarie contra dos mezquitas de Christchurch, en la isla sur de Nueva Zelanda, en el que murieron 50 personas. 

Para ello, Ardern prepara estos días la "Christchurch Call" (la "Llamada de Christchurch"), un movimiento global con el objetivo de lograr que las grandes empresas tecnológicas, y gobiernos, unirse para impedir albergar contenidos terroristas y extremistas violentos en internet, en las redes sociales, y que se comprometan a eliminar el existente. Así, se busca que estas empresas asuman más responsabilidad por el contenido dañino que se encuentra en sus plataformas.

En esta campaña, Ardern se ha aliado con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, junto al que presidirá una conferencia en París, el próximo 15 de mayo, con otros líderes mundiales y los directivos de compañías tecnológicas para que se unan contra el contenido terrorista en línea y a los que se instará a unirse a la "Llamada de Christchurch". La reunión, en París, será precedida por una ministerial del G7, cuya presidencia este año corresponde a Francia, y que se centrará en la lucha contra los discursos de odio a través de internet.

La reunión del 15 de mayo puede suponer una de las primeras veces en que líderes políticos y tecnológicos tratan un tema global importante como socios iguales, o casi iguales. "Tenemos que actuar y esto incluye que los proveedores de redes sociales tomen más responsabilidad por los contenidos en sus plataformas, y tomar medidas para que el contenido violento y extremista no se pueda publicar ni compartir", aseguró Ardern en un comunicado oficial. 

La primera ministra indicó que ya ha mantenido conversaciones con líderes mundiales, como el primer ministro canadiense, y con varios representantes de estas compañías, incluido el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, y directivos de Microsoft, Twitter y Google. En una reciente columna de opinión en el Washington Post, Zuckerberg escribió que "es imposible eliminar todo el contenido dañino en internet, pero cuando las personas usan docenas de servicios diferentes para compartir, todos con sus propias políticas y procesos, necesitamos un enfoque más estandarizado". 

Todavía no hay información de lo que incluirá la "Llamada de Christchurch" pero lo que sí adelantó el gobierno de Ardern es que la primera ministra se reunirá con los líderes de la sociedad civil el 14 de mayo para discutir el contenido del documento. En esta iniciativa, Ardern busca que las redes sociales se conviertan en parte de una solución global para contrarrestar el extremismo violento. Para ello busca establecer un marco de acción con el que las plataformas onlinetengan más responsabilidad para evitar acciones como la de Christchurch y con el fin de que no se perviertan como herramientas para el terrorismo o extremismo violento.

Ardern lo tiene claro: "Si queremos prevenir el contenido extremista violento en la red, debemos adoptar un enfoque global que involucre a otros gobiernos, compañías tecnológicas y líderes de la sociedad civil", dice con el mismo trasfondo de búsqueda de acción que la ha caracterizado desde el atentado terrorista en su país. La primera ministra neozelandesa está determinada a evitar que se utilicen estas plataformas para incitar la violencia extremista e incluso para distribuir imágenes de esa violencia como en el caso del atentado de Christchurch.

Desde el tiroteo en Christchurch, distintos países, como Australia o la Unión Europea, han aprobado o propuesto leyes controvertidas dirigidas a combatir el contenido de carácter terrorista y extremista en internet. Pese a ser un asunto que preocupa a gobiernos desde hace tiempo no se habían logrado avances notorios, salvo algunas excepciones como la de Alemania.

La Comisión Europea presentó en diciembre pasado, antes del atentado en Nueva Zelanda, un nuevo Reglamento para la prevención de la difusión de contenidos terroristas en línea. Incluía la exigencia de un catálogo de obligaciones muy específicas que si las empresas tecnológicas no cumplen con la ley podrían ver multas de hasta el 4 % de su facturación global. 

Las grandes multinacionales de internet, que almacenan y distribuyen contenido subido por sus usuarios, aseguran tener una postura de tolerancia cero sobre el contenido terrorista en las redes sociales, pero son numerosos los casos en los que esto no se cumple. Se defienden en que su trabajo al respecto siempre es mayor ya que las amenazas evolucionan constantemente.

La era de la auto-regulación de las empresas en internet, que venía siendo el modus operando que ha reinado durante años, está llegando a su fin. La regulación en la lucha contra la presencia de contenidos de carácter terrorista es un tema complejo que necesita incorporar múltiples ángulos, voluntad de cooperación y búsqueda de consenso. Por ello el desarrollo y la posterior implementación de un marco regulatorio internacional a través de una amplia alianza entre gobiernos y empresas tecnológicas para abordarlo es la mejor, por ahora, de las soluciones. 

Más en Política