Washington va a utilizar la base amazónica de Alcántara para que sus empresas puedan ser mucho más competitivas en la puesta en órbita de satélites

Jair Bolsonaro abre las puertas de Brasil a la industria espacial de Estados Unidos

PHOTO/White House-Shealah CraigHead - Donald Trump ha pactado con Jair Bolsonaro lo que sus antecesores no consiguieron arrancar a los presidentes brasileiros Fernando Cardoso, Lula da Silva, Dilma Rousseff y Michel Temer

La Administración Trump acaba de comprobar con gran satisfacción cómo el gobierno del presidente Jair Bolsonaro ha despejado los dos últimos obstáculos que quedaban pendientes para que su poderosa industrial espacial penetre de forma preferente y con las máximas garantías en Brasil. Los dos decisivos pasos que acaban de dar las autoridades de Brasilia dejan abierto el camino para que se ponga en marcha el Acuerdo de Salvaguardas Tecnológicas, un compromiso suscrito en Washington hace un año entre Jair Bolsonaro y Donald Trump y que ya ha sido ratificado por los respectivos legislativos.

El convenio bilateral es un privilegio que Estados Unidos concede a Brasil para que desde su territorio pueda poner en órbita cohetes, naves espaciales o satélites que lleven a bordo componentes, equipos o sistemas tecnológicos con patentes norteamericanas consideradas críticas. Como contrapartida, las autoridades de Brasilia se comprometen a garantizar la protección de la tecnología norteamericana que albergan los ingenios espaciales que se desplegaran en sus instalaciones y a establecer las medidas activas y pasivas necesarias para evitar el espionaje, el robo o la copia.

El convenio bilateral va a permitir que las empresas norteamericanas utilicen las instalaciones de la base espacial de Alcántara para el lanzamiento de sus cohetes y satélites

Los pasos finales encaminados a la aplicación del Acuerdo representan un importante salto cualitativo para que grandes corporaciones espaciales como Boeing, Lockheed Martin o SpaceX, pero también medianas y pequeñas empresas del sector, puedan obtener concesiones oficiales para operar desde la privilegiada y poco conocida base espacial militar brasileña de Alcántara.

Localizada en el extremo norte del estado de Maranhão, en plena selva amazónica, el complejo de Alcántara está considerado como el mejor situado del mundo, ya que su proximidad a la línea del Ecuador permite que desde allí se realicen despegues mucho más económicos y eficientes que desde otros puntos. 

Momento de la firma por el Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, teniente general del Aire Carlos Augusto Amaral Oliveira, del reparto de competencias con la Agencia Espacial de Brasil
Muy cerca de la línea del ecuador

El primer obstáculo que ha sido removido por las autoridades brasileñas supone que a partir de ahora es la Fuerza Aérea (FAB) y no la Agencia Espacial de Brasil (AEB) la que asume la responsabilidad final sobre todas las campañas de lanzamiento en Alcántara. De este modo, la Fuerza Espacial creada por Donald Trump a finales de 2019 podrá asegurar las operaciones en el país carioca y relacionarse de forma directa con los aviadores brasileños. 

El presidente de la AEB, el coronel ingeniero del Aire Carlos Augusto Teixeira de Moura, y el Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, teniente general del Aire Carlos Augusto Amaral Oliveira, han suscrito a mediados de mayo un convenio que establece un reparto de funciones entre ambos instituciones. El pacto determina que la AEB transfiere de manera efectiva a los aviadores militares la responsabilidad de formalizar los contratos con las empresas nacionales o extranjeras aceptadas para llevar a cabo operaciones de explotación y lanzamiento de cohetes.

Jair Bolsonaro pretende atraer a la industria espacial norteamericana hasta Brasil para que Alcántara entre a formar parte de la creciente red mundial de puertos espaciales

En las manos de la Agencia quedan tan solo los procesos administrativos de información, negociación inicial, concesión de licencias y autorizaciones para efectuar los vuelos al espacio y las actividades asociadas. Y eso es lo que acaba de poner en marcha la AEB, que hace menos de diez días ha abierto el plazo de la convocatoria para que las empresas nacionales o extranjeras manifiesten su interés por obtener concesiones para utilizar el centro espacial de Alcántara.

Base militar gestionada hasta ahora por la AEB, la privilegiada situación geográfica de Alcántara le aporta unas características únicas. Está localizada en una zona costera junto al océano Atlántico, en la que no hay constancia de fenómenos sísmicos ni huracanes, en una región con baja densidad de población y en la que hay un escaso volumen de tráfico aéreo.

Pero lo más relevante es que se encuentra a aproximadamente 2º 18’ al Sur de la línea del ecuador, lo que significa que está en mejor posición que la base espacial de Kurú de la Guayana francesa, más por encima del ecuador (5º 09’ Norte) y a 1.240 kilómetros de Alcántara. Ambas generan en los cohetes un efecto “centrípeto” ocasionado por la rotación de la Tierra, que proporciona una velocidad adicional al lanzador del orden de los 500 metros por segundo. 

Situada muy cerca de la línea del ecuador, la base espacial brasileña está mucho mejor posicionada que las rampas de despegue norteamericanas del Centro Espacial Kennedy, en el estado de Florida, a más de 5.100 kilómetros al norte de Alcántara
Primera potencia espacial de Sudamérica

Por supuesto, la base espacial brasileña está muchísimo mejor posicionada que las rampas de despegue norteamericanas del Centro Espacial Kennedy, en el estado de Florida. Están mucho más al norte, muy por encima de la línea del ecuador y a más de 5.100 kilómetros de Alcántara, por lo que la capsula espacial Crew Dragón Demo-2 que partió desde una de ellas el 30 de mayo con destino a la Estación Espacial Internacional tuvo que emplear un 15-20% de combustible extra que, si lo hubiera hecho, de ser posible, desde el emplazamiento brasileño. 

Estados Unidos intentó un acuerdo semejante con los anteriores presidentes brasileiros ‒Fernando Cardoso, Lula da Silva, Dilma Rousseff, Michel Temer‒, pero no lo consiguió. Ahora, mediante la asociación estratégica con Donald Trump, Jair Bolsonaro pretende atraer a la industria norteamericana de servicios de lanzamiento turísticos y comerciales e insertar a su país en la limitada, pero creciente red mundial de puertos espaciales que, poco a poco, va proliferando por todo el mundo. 

La Agencia Espacial Brasileña que preside Carlos Augusto Teixeira de Moura cumplió 26 años de vida en febrero pasado. En sus manos quedan los procesos de información, negociación inicial, concesión de licencias y autorizaciones para alcanzarel espacio desde Alcántara

Pero antes de que las expectativas se hagan realidad, la AEB debe poner en marcha con carácter urgente un plan de reactivación de las infraestructuras básicas del complejo espacial y sus alrededores, especialmente los alojamientos de personal, talleres y vías de acceso hasta la base. Los lanzamientos desde Alcántara quedaron en mínimos hace más de 15 años, después de que el cohete de fabricación nacional VLS-1 estallara en la rampa de despegue en agosto de 2003 y provocara la muerte de 21 personas.

Brasil es la primera potencia espacial de América del Sur, a mucha distancia sobre el resto de naciones del continente. Mantiene desde hace más de 35 años un programa bilateral con China que le ha permitido desarrollar una familia de satélites de observación chino-brasileños y comenzar el desarrollo de varias gamas de plataformas de comunicaciones y de observación totalmente nacionales. 

El actual ministro de Ciencia de Brasil y ex astronauta, Marcos Pontes, en una transmisión vía satélite desde la Estación Espacial Internacional en 2003 con el entonces presidente Lula da Silva

Nada más acceder al poder en enero de 2019, Jair Bolsonaro puso al frente del ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovación y Comunicaciones al primer y único astronauta brasileño, el teniente coronel retirado Marcos Pontes, ingeniero militar y piloto de pruebas de la Fuerza Aérea. Había volado al espacio en una capsula rusa Soyuz y permaneció a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) durante 8 días de la primavera de 2006. El ministro español de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, también antiguo astronauta, habitó en la ISS durante un tiempo similar, pero unos tres años antes que Marcos Pontes.

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