Una lluvia de yenes nunca vista

Japón busca la recuperación

AP/CARL COURT - El exministro de Asuntos Exteriores de Japón, Fumio Kishida, habla tras ser anunciado como ganador de las elecciones al liderazgo del Partido Liberal Demócrata en Tokio, el miércoles 29 de septiembre de 2021

Cuando se echa mucha gasolina al motor puede que corra más o que se gripe. El debate sobre como relanzar la economía japonesa lleva años instalado en esa dicotomía, sin que el motor acabe de conseguir la velocidad de crucero deseada. 

Con la llegada al poder del nuevo primer ministro Kishida Fumio se ha reactivado la propuesta de inundar de yenes una economía tan atascada. Quizá fue esa promesa electoral la que le permitió mantener a su partido, el Liberal demócrata (LPD), en el poder a pesar de las negras expectativas que pesaban sobre el mismo tras el breve periodo de su predecesor, Suga, al frente del gobierno. En busca de una salida al impasse o incluso el retroceso económico acentuado por la pandemia, el nuevo gobierno ya ha anunciado la cifra record de inyección de yenes en la historia económica del país. Más de 55 billones, el equivalente a unos 430 mil millones de euros, lo que supone un 10 por ciento del PIB japonés. La expectativa del gobierno es que se consiga un relanzamiento económico de alrededor del 5,6 por ciento. 

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No hay nada nuevo u original realmente bajo el sol japonés, sino un seguimiento de las formulas adoptadas tanto por Biden en los Estados Unidos como por la Unión Europea para relanzar con gran inversión pública las maltrechas economías que ha dejado tanto el parón de la pandemia como la creciente competencia china en todos los mercados. Pero quizá por ser la última de las grandes en mover ficha, llega cuando los analistas empiezan a temer que la inyección de más dinero en una situación muy inflacionista tenga un cierto efecto contraproducente con un mayor calentamiento de la economía. Tambien se considera de todos modos que no habrá tanta inversión efectiva como se anuncia, En el último paquete de inversión para paliar la pandemia, un 30 por ciento quedó sin invertir. Y en este que ahora se anuncia la inversión efectiva en obra pública, considerada la más eficaz para fomentar el crecimiento económico, no es tan amplia. Parte del dinero ira a ayudas directas a familias menos favorecidas, a jóvenes y a empresas. Los analistas más críticos creen que esos cheques acaban en las cuentas de ahorro de la banca con poca incidencia en la mejora general de la economía. 

Pese a estas y otras críticas, el gobierno nipón considera que no hay otro camino, en línea de lo que están haciendo las economías mundiales de su tamaño. “Hay que salir del impasse”, es la consigna, que ya llevó a crear los paquetes de estímulo del largo mandato de Sino Abe y sus “Abeconomics”, que si no sirvieron para un gran relanzamiento al menos permitieron que Japón no se quedara rezagado en el concierto de los grandes. Al fin y al cabo, en el tercer trimestre de este año, sus números estaban tan en rojo como el punto de su bandera. Lo que quiere el gobierno oficialmente, relanzando especialmente la inversión en sanidad, es “dar una sensación de seguridad y esperanza al pueblo japonés”, que vio como la opcion de estimular la economía a través de los Juegos Olímpicos se quedó en un mero gesto y en mucha frustración. 

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SOPRESAS DE FUTURO 

El gobierno del partido conservador tambien es consciente de que, a pesar de haber levantado unas elecciones que se prometían en contra, el futuro puede guardar serias sorpresas. Contra lo previsto, ganó los comicios perdiendo solo 15 escaños en el parlamento, por lo que tiene una estable mayoría para hacer estas y otras reformas. La oposición tambien bajo. ¿Quién se llevó los votos que faltan? Sin duda sonará familiar que el partido que arañó esos escaños es populista y regionalista. La misma tendencia que en otras latitudes, y que tiene su base en el descontento de la población.  El denominado Partido Japonés de la Innovación triplicó sus asientos en la Cámara pasando de 11 a 41 escaños. De corte anarco-populista, su base electoral está circunscrita a la zona de la segunda gran ciudad en población de Japón, Osaka. 

La aparición de este grupo alternativo es un síntoma del desgate de las agrupaciones políticas clásicas, pero especialmente de la falta de soluciones a la pandemia y a la economía estancada durante años, y la falta de signos visibles de una renovación. Aunque Japón siempre se ha considerado un país políticamente muy establemente y socialmente inmovilista, las encuestas empiezan a mostrar signos de un cansancio general. En el sondeo internacional llevado a cabo por el instituto norteamericano de investigación Pew, se identificaba a seis países en los que más de la mitad de la población desea “cambios de calado o reformas totales de los sistemas políticos, económicos y sanitarios”. Esa lista de seis la componen Estados Unidos, Francia, Grecia e Italia,…  junto con España y Japón. Con el oído puesto en la opinión pública, los gobiernos recurren a un gasto “nunca visto” como solución al enfado general y la búsqueda de alterativas en todos los campos. Japón ya no es una excepción. 

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