El que fuera vicepresidente del Partido Conservador británico sigue demostrando su maestría para la intriga trufada de detalles y conocimientos

Jeffrey Archer vuelve a España con “Por encima de mi cadáver”

photo_camera Jeffrey Archer

En la vida real es el Barón Archer de Weston-super-Mare. Para la política primero, y para la literatura después, es simplemente Jeffrey Archer, consagrado desde que la BBC llevara a sus pantallas su primera novela, “Ni un penique más, ni un penique menos”. Su tumultuoso paso por la política –miembro de la Cámara de los Comunes y luego y aún de la de los Lores, vicepresidente del Partido Conservador y estrecho colaborador de la Dama de Hierro, Margaret Thatcher- , le sirvió para afilar su capacidad de observación, agudizar sus dotes para la intriga y perfeccionar la ironía, el humor y la hipocresía, digamos que típicamente británicos, con que dota a los personajes de sus novelas. 

No todos sus libros están publicados en España, pero el último sí acaba de llegar: “Por encima de mi cadáver” (Ed. Harper Collins, 317 págs.), que al igual que muchos de los anteriores, aspira también a convertirse en superventas.

“Cuidado con lo que deseas”, “Los pecados del padre”, “Más poderosa que la espada” o “El secreto mejor guardado” constituyen los grandes relatos construidos por Archer, cuyo punto culminante entre sus 37 novelas publicadas, quizá sea “Kane y Abel”, traducida a 33 idiomas y llevada y contemplada asimismo a las pantallas de televisión en una centena de países. 

“Por encima de mi cadáver” también tiene todos los ingredientes para convertirse en una película tan trepidante como lo es la propia novela, una historia de asesinatos, venganza y traición acreedora al calificativo de magistral. 

Jeffrey ArcherHaciendo gala de una estricta disciplina, Archer comienza siempre a escribir el primer borrador de sus novelas en la isla de Mallorca. En este caso, las azules aguas que la bañan y la magnificencia de sus paisajes han inspirado especialmente a Archer, que sitúa el comienzo de la trama en Londres. En la capital británica la Policía Metropolitana ha creado una nueva Unidad de Asesinatos no Resueltos para atrapar a los criminales que nadie ha podido encontrar. Sobre la mesa tienen tres víctimas, tres casos, y todos los asesinos están listos para atacar de nuevo. Sobre el terreno, el detective William Warwick mezclará estrategia, planificación y acción a una velocidad endiablada, que introduce al lector en una sensación similar a la que se experimenta en el metauniverso, por cierto la palabra correcta en vez de metaverso, que desgraciadamente se va imponiendo de manera apabullante en nuestro lenguaje.

El centro de la trama se desarrolla en torno al multimillonario coleccionista de arte Miles Faulkner, condenado por falsificación y robo, y declarado muerto hace dos meses. Gracias a este personaje y al de la esposa del detective Warwick, el autor también nos introduce en el proceloso mundo de los coleccionistas, capaces de arruinarse y/o de matar por la mera posesión de una obra de arte, que quieren sea de su absoluta y exclusiva posesión y contemplación. 

El monumental bagaje del veterano Jeffrey Archer se percibe en cada página de esta novela. Ya sea su propia carrera en la política, su paso por la cárcel tras el típico escándalo a la manera británica, o sea de aquellos que hacían caer a un gobierno u obligaban al menos a dimitir al que descubrían mintiendo, ¡qué horror!, a un miembro del Parlamento de Su Graciosa Majestad, el caso es que Archer nos brinda una visión fascinante de toda una gama de mundos a priori cerrados. A lo largo de sus páginas y de sus personajes es fácil deducir que el autor ha subido a los palacios, ha bajado a las cabañas, ha gastado no pocas horas de pub y de taberna y ha estado en el ajo de las intrigas de todo tipo en las que se entreveran el dinero y la política, y donde las mujeres ocupan espacios tan osados y decisivos como los que tradicionalmente se atribuían exclusivamente a los hombres.   

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