El exministro español estuvo en el programa ‘De cara al mundo’ de Onda Madrid

Josep Piqué: “Rusia está contrastando permanentemente hasta dónde está dispuesto a llegar Occidente”

josep pique

Josep Piqué, ha repasado en los micrófonos de ‘De cara al mundo’, en Onda Madrid, la actualidad internacional. El expolítico y empresario español, que fuera ministro de Industria, Asuntos Exteriores y Ciencia y Tecnología del Gobierno de España, ha abordado la polémica actual entre Rusia y la OTAN y otros asuntos como la propuesta de Marruecos para la autonomía del Sáhara Occidental bajo soberanía marroquí

El país ruso y la Alianza Atlántica se citaron en Bruselas para encontrar soluciones ante la crisis abierta desde que Moscú concentrara 100.000 soldados en la frontera con Ucrania.  El número dos del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso trasladó a la OTAN las condiciones de Moscú para revertir la amenaza de invasión sobre Ucrania. Entre las demandas se incluye la de frenar la expansión de la organización e impedir que ésta despliegue armamento militar en la frontera. Unas exigencias “inasumibles” para la OTAN. Por su parte, Jens Stoltenberg, ha denunciado la injerencia rusa sobre sus vecinos y la amenaza real de invasión sobre Ucrania.

Señor Piqué, si usted que ha sido ministro de Asuntos Exteriores y hubiera estado estos días en esas mesas de negociación, ¿qué hubiera intentado hacer?

No es fácil. Al ser mesas de negociación, y si tienes una responsabilidad ministerial, hay que ir con muchísima información, habiendo contrastado previamente opiniones y, por lo tanto, poder hablar con un mayor conocimiento de causa, el que podamos tener los que lo observamos desde fuera. Creo que el momento es enormemente delicado. Lo que está planteando Rusia no es aceptable por parte de los miembros de la Alianza Atlántica y tampoco de la Unión Europea, por lo tanto, hay que mantener los principios y no dejarse llevar por las políticas de apaciguamiento, que siempre acaban mal. Hay que mostrar credibilidad en las posibles respuestas, y para ello creo que el planteamiento que se está haciendo es razonable. En ningún momento se puede discutir el derecho de países soberanos, en integrarse en una alianza defensiva como la Alianza Atlántica o una comunidad política como lo es la Unión Europea y, por lo tanto, las peticiones de Rusia no son asumibles. No obstante, sí que se puede negociar sobre el despliegue de armas tácticas y estratégicas en el territorio europeo. Creo que por esa vía habrá que encontrar una solución diplomática. Si no es posible no habrá más remedio que reaccionar, y reaccionar con todo tipo de medidas e instrumentos que no tienen por qué excluir una intervención militar, aunque sea indirecta, incluyendo desde unas fuertísimas sanciones económicas 

Se ponen los pelos de punta imaginar un enfrentamiento armado entre rusos, norteamericanos y europeos en el corazón de Europa.

Desde luego, pero esa es la amenaza con la que está jugando Rusia. Rusia está constantemente “testando” y contrastando permanentemente hasta dónde está dispuesto a llegar Occidente en la defensa de la capacidad soberana de Ucrania. Creo que ceder ahí sería aceptar hechos consumados, como ya hubo que aceptar en su momento con la ocupación del Donbás, la anexión de Crimea o la guerra de Georgia, que supuso crear dos repúblicas, pseudorepúblicas, bajo el amparo ruso en ese país. Creo que hay suficientes experiencias históricas como para argumentar la necesidad de demostrar mucha firmeza. Cuando digo enfrentamiento militar, no estoy pensando en un enfrentamiento militar a gran escala, pero sí en responder a determinados movimientos militares que se están efectuando en la frontera con Ucrania y hay un conjunto de instrumentos que no tienen por qué pasar por la confrontación militar directa que, efectivamente, a todos nos ponen los pelos de punta.

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¿Estamos en una nueva Guerra Fría desde la crisis de 2014?

Yo creo que llevamos ya tiempo con una clara estrategia por parte de Rusia, pero también de China de cuestionar el orden liberal internacional; el mundo que hemos organizado a partir de la Segunda Guerra Mundial a través de organismos multilaterales. La situación, con la posición hegemónica de Estados Unidos, ni China ni Rusia aceptan eso, sino que reivindican lo que llamaríamos sus zonas de influencias cada vez con más determinación y con más amenazas y eso no es efectivamente de ahora.

Putin, hace ya muchos años en la Conferencia de Seguridad de Múnich, anticipó cuál es la política de Rusia que no es otra que volver a recuperar el espacio de influencia que en su día tuvo la Rusia de los zares o más recientemente la propia Unión Soviética. Tenemos que ser conscientes de que eso es incompatible con la perseveración de la soberanía de las antiguas repúblicas que formaban parte de la propia Unión Soviética y que tienen todo el derecho a seguir su propio camino.

¿Es quizá una demostración de que Putin necesita un enemigo exterior porque internamente tiene muchos problemas? Porque en estos momentos de COVID, de crisis económica, quizá deberíamos estar todos más pendientes de superar estos problemas y no de estar planteando este tipo de tensiones, ¿verdad?

Eso siempre es así. Cuando alguien tiene dificultades internas intenta encontrar algún tipo de adversario o de enemigo exterior por el que volver a cohesionar a tu propia sociedad, pero seamos conscientes de que el momento es de gran popularidad, la política de Putin era exactamente la misma que ahora. Cuando se inicia la guerra en Georgia, se ocupa el Donbás o se anexiona Crimea no teníamos la pandemia y la crisis económica y social era la misma. Hay ahí una determinación de carácter histórico y político que va mucho más allá de la coyuntura. Nos equivocaríamos si pensáramos que, si se resolvieran los temas internos de Rusia, Putin aflojaría la presión. Creo que no es así.

¿Estamos ante una prueba de la necesidad de que la Unión Europea tenga su propia política de seguridad y defensa dentro de la OTAN o fuera de ella? ¿Qué opinión tiene usted sobre esta cuestión?

Creo que la Unión Europea como tal tiene que avanzar en lo que llamamos autonomía estratégica. Ahora tenemos una gran oportunidad. En este semestre con la presidencia francesa hay que debatir la llamada Brújula Estratégica presentada por la Comisión. Desde luego, hacer eso es compatible porque significa asumir mayores compromisos en el campo de la seguridad y la defensa, que hasta ahora la Unión Europea jamás ha asumido. Significa hacerlo compatible con lo que también tenemos que discutir a finales de semestre, precisamente en Madrid, en la cumbre de la OTAN, que tiene que fijar lo que se llama la estrategia de la Alianza Atlántica para la próxima década: la definición estratégica. 

Personalmente creo que son cosas compatibles, que además un refuerzo de un pilar europeo en seguridad y defensa es muy positivo para el fortalecimiento de la propia alianza y para que Estados Unidos siga pensando que el mantenimiento y el reforzamiento atlántico le merecen la pena. Aunque estén mucho más concretos ahora en el Indo Pacífico para hacer frente en el expansionismo de China, es evidente que la propia alianza que existe entre China y Rusia obliga a Estados Unidos a tener una posición muy clara en el propio continente europeo y en otros ámbitos, porque también acabamos de ver lo que  ha sucedido en la propia Europa, en Bielorrusia, o lo que acaba de suceder en estos últimos días en Kazajistán, que son expresiones nuevas de esa voluntad expansionista de Rusia y de recuperación de ese antiguo espacio que ahora llamamos postsoviético.josep pique

En ese escenario con China y Estados Unidos, ¿el presidente Biden tiene la fortaleza suficiente teniendo en cuenta que hay elecciones en noviembre y que puede perder la mayoría en las Cámaras?

Yo creo que, en el tema de China, es de los poquísimos temas en los que sigue existiendo un consenso bipartisano. No hay discrepancias de fondo respecto a la posición de los dos partidos y creo que además podríamos decir exactamente lo mismo de Rusia. Otra cosa es que, para la credibilidad de las posiciones de Estados Unidos, en vista de una presidencia fuerte, es mucho mejor. En estos momentos no nos viene nada bien a ninguno que la presidencia norteamericana sea percibida como débil.

La presidencia norteamericana ha seguido adelante con aquel tweet de la Administración Trump sobre la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara. En estos días el enviado especial de la ONU está haciendo su primer recorrido por la zona ¿Qué reflexión le merece usted? ¿Cree que la salida es la que plantea Marruecos de una amplia soberanía del Sáhara bajo soberanía marroquí y relajar las relaciones con España y el resto de los países?

Este es un magnífico ejemplo desde el punto de vista de la política exterior. Los planteamientos de Estados Unidos no son muy diferentes respecto a si el presidente es republicano o demócrata. Son las formas, y la forma que utilizó Trump para situarse a favor de las posiciones marroquíes respecto del Sáhara no es la mejor de las posibles; utilizar un tweet no forma parte de los usos formales de la diplomacia. Dicho esto, la posición del nuevo Gobierno de los Estados Unidos no ha sido retrotraer lo que decía ese tweet, sino plantearlos en unos términos que yo creo que a Estados Unidos le interesan y que van ligados al reconocimiento por buena parte del mundo árabe de Israel. En su momento se consiguió con Egipto y luego con Jordania, pero ahora estamos yendo mucho más allá y esto es algo de interés estratégico de Estados Unidos y de ahí el apoyo a Marruecos.

Las relaciones con Marruecos por definición van a ser siempre difíciles. Hay muchísimos campos de colaboración, desde el comercio a las inversiones, pasando por el turismo o la cooperación tecnológica o una política migratoria razonable como tantas cosas. Pero siempre vamos a tener que partir de una realidad que es la que es, y que hacen que las relaciones entre Marruecos y España sean incompatibles a largo plazo; me refiero a Ceuta y Melilla. Cualquier gobierno español debe tener muy presente que si Marruecos consigue la soberanía de facto, que ahora ya tiene, se convierta en soberanía de iure, sobre el Sáhara Occidental, debemos tener presente cuál va a ser su siguiente paso. Evidentemente, España tiene que seguir lo que plantea la legalidad internacional y, por lo tanto, la doctrina de Naciones Unidas al respecto: apoyar al enviado especial y, si es posible, encontrar una solución para el tema del Sáhara conjuntamente con Argelia y que pase por reconocer algo que también es del todo evidente, y es que hoy por hoy, la viabilidad de un Estado saharaui no se puede contemplar, pero al mismo tiempo hay que garantizar los equilibrios, recibir garantías y poner punto y final a un tristísimo episodio, sobre todo para los saharauis. que dura ya desde el 75.

En otro orden de cosas, ¿cree usted que el señor Johnson debe irse a casa o lo que ha hecho puede tener perdón?

No debería si fuera una circunstancia puntual, pero son bastantes y hay una que es la más importante, que es cómo forzó y planteó después el tema del Brexit. El señor Johnson ha sido muy negativo para todos, desde luego para la Unión Europea, pero fundamentalmente para Reino Unido, poniendo en cuestión incluso la propia cohesión interna de Reino Unido. Lo que hace es permanentemente demostrar unas dosis de frivolidad que son incompatibles con la responsabilidad de ser nada menos que el primer ministro del Reino Unido.

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