El reconocimiento supondría un duro revés para Erdogan en mitad de las fricciones entre Estados Unidos y Turquía

La Administración Biden reconocerá el genocidio armenio

AFP/BULENT KILIC - En esta foto de archivo tomada el 22 de noviembre de 2014, el vicepresidente estadounidense Joe Biden (izq.) habla con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan en el Palacio de Beylerbeyi en Estambul

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, reconocerá en las próximas semanas el genocidio armenio, según informa el digital estadounidense GZERO media. De confirmarse la noticia, Biden se convertiría en el primer presidente estadounidense en admitir el exterminio del pueblo armenio bajo el Imperio Otomano.

Una coalición bipartidista compuesta por 38 senadores instó la semana pasada a Joe Biden a reconocer el genocidio armenio a manos del Imperio Otomano. Tras la confirmación, el demócrata ejecutaría dos objetivos marcados en su agenda. En primer lugar, admitiría la petición del Senado; en segunda instancia, cumpliría una de sus promesas de campaña.

Encabezada por Bob Menéndez, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado –cargo que ocupó el propio Biden desde 1997–, la coalición remitió en una carta a la Administración que el Imperio Otomano “buscó sistemáticamente eliminar a la población armenia”. Esta continuaba recogiendo declaraciones previas del presidente, quien reconoció que “la diplomacia y la política exterior estadounidenses deben estar arraigadas en nuestros valores, incluido el respeto por los derechos universales”.

El senador estadounidense Bob Menéndez (demócrata por Nueva Jersey)

En esta línea, y en referencia a las palabras de Biden durante su campaña presidencial, la coalición bipartidista agregó que esos valores “requieren que reconozcamos la verdad y hagamos lo que podamos para prevenir futuros genocidios y otros crímenes de lesa humanidad”. “Si no reconocemos, conmemoramos y enseñamos a nuestros hijos sobre el genocidio, las palabras ‘nunca más’ perderán su significado”, incluyó el escrito.

El Gobierno otomano, dirigido entonces por el partido nacionalista de los Jóvenes Turcos, cometió crímenes atroces contra la población civil armenia al finalizar la Primera Guerra Mundial y hasta 1923. Durante este período, se calcula que hasta 1,5 millones de armenios fueron asesinados a manos de las autoridades otomanas. Algunos registros contabilizan, incluso, más de 2 millones. 

La República de Turquía, sucesora directa del Imperio Otomano, no ha negado la atroz persecución contra los cristianos armenios. Aunque tampoco ha reconocido que aquello se tratase de un exterminio masivo organizado por las autoridades, y alega que no se produjo un ‘holocausto armenio’, sino luchas interétnicas ocasionadas por la profunda crisis en la que se sumió el Imperio tras la derrota en la Gran Guerra, que acabó con su disolución en 1922. 

Esta foto de archivo publicada por el Museo-Instituto del Genocidio Armenio muestra supuestamente a soldados junto a cráneos de víctimas del pueblo armenio de Sheyxalan en el valle de Mush, en el frente del Cáucaso durante la Primera Guerra Mundial

Entre los Estados que, además de la propia Armenia, han reconocido previamente la categoría de genocidio se encuentran Canadá, Francia, Italia y Rusia, entre otros. Existen regiones que también se han sumado a calificar como tal la masacre contra el pueblo armenio, como es el caso de País Vasco y Cataluña, en España, u Ontario y Quebec, en Canadá. Incluso el papa Francisco no dudó en señalar la matanza masiva de cristianos armenios como “genocidio” durante su visita a Erevan con motivo de la conmemoración del centenario. 

Estados Unidos sería el vigésimo país en reconocer el genocidio armenio. No obstante, y aunque el Gobierno federal de los Estados Unidos no haya consumado el reconocimiento, hasta 42 estados sí lo han hecho. Tan solo 8 mantienen la línea de Washington: Alabama, Dakota del Sur, Indiana, Iowa, Misisipi, Texas, Virginia Occidental y Wyoming. 

La estimación de la Encuesta de la Comunidad Americana de 2017 contabilizó un total de 485.970 ciudadanos estadounidenses con ascendencia armenia total o parcial. Otros estudios arrojan estimaciones más altas, que oscilan entre los 800.000 y los 1,5 millones. Estados Unidos es el segundo destino mayoritario de la diáspora armenia, tan solo por detrás de Rusia.

La población procedente de Armenia se concentra en California, estado de origen de la vicepresidenta Kamala Harris, y donde esta ejerció primero como fiscal y después como senadora. California alberga a unos 205.000 armenios, seguido con una distancia considerable por Massachusetts y Nueva York, con 30.000 y 25.000 habitantes de origen armenio respectivamente. 

Antes de Biden, el expresidente Barack Obama tuvo la opción de reconocer el genocidio durante su mandato, sin embargo, optó por no hacerlo. La decisión provocó fuertes desacuerdos en el seno de su Administración, aunque posteriormente justificó su negativa como vía indispensable para una relación diplomática estable con Turquía y el mantenimiento de las negociaciones de paz entre Turquía y Armenia.

El Senado, a pesar de las objeciones de Trump, aprobó a finales de 2019 por unanimidad una resolución que reconoce oficialmente el genocidio armenio junto a la Cámara de Representantes. Hasta tres intentos previos fueron bloqueados por los senadores republicanos, que adujeron la improcedencia del reconocimiento. Sin embargo, la resolución del Senado expresó únicamente “el sentido del Senado” y no la postura de la administración.

Esta foto de archivo publicada por el Museo-Instituto del Genocidio Armenio muestra supuestamente a armenios colgados por las fuerzas otomanas en Constantinopla en junio de 1915
Más problemas para Erdogan

Como candidato a la Presidencia, Biden tuiteó el 24 de abril del año pasado: “Si soy electo, me comprometo a apoyar una resolución que reconozca el genocidio armenio y que hará de los DD HH universales una máxima prioridad”. Un año después y con Biden en el Despacho Oval, el reconocimiento parece cercano. Si este se produce, sería otro lastre en la mochila del presidente turco, Recep Tayipp Erdogan. 

Los últimos meses, especialmente desde la llegada de la pandemia, han supuesto una tormenta política en Ankara que se ha saldado con una grave crisis económica, política y social. La lira turca descendió a mínimos históricos, lo que provocó el cese del nuevo gobernador del Banco Central, el tercer gobernador del Banco Central que fulmina en menos de dos años. 

Mientras, la popularidad política del presidente desciende a pasos agigantados. La última decisión del Ejecutivo de retirar a Turquía de la Convención de Estambul, el tratado europeo contra la violencia machista que el mismo Gobierno turco rubricó una década atrás, ha provocado fuertes protestas en varios puntos del país. Para paliar el descontento, Erdogan ha recurrido al hostigamiento del HDP, el partido opositor prokurdo al que ha señalado de antidemocrático y acusado de estar “en connivencia con el grupo terrorista PKK”.

El portavoz del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Ned Price, declaró que la prohibición del HDP “subvertiría indebidamente la voluntad de los votantes turcos, socavando aún más la democracia en Turquía y negando a millones de ciudadanos turcos la representación que han elegido”.

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