Las fuerzas de seguridad han arrestado a 30 miembros de los Hermanos Musulmanes, en un momento en el que se está incrementado la presencia de Hizb ut Tahrir en el país

La amenaza islamista que se cierne sobre Sudán

AFP/SHRAF SHAZLY - Partidarios sudaneses de los Hermanos Musulmanes y del presidente derrocado de Egipto, Mohamed Morsi, en Jartum, Sudán, el 16 de agosto de 2013

La transición a un gobierno completamente civil, y posteriormente, a una democracia, en Sudán, se está viendo empañada por las amenazas que se ciernen sobre el país y que persiguen el objetivo de desestabilizar el proceso. Entre ellas, sobresale, sin duda, la que representan los Hermanos Musulmanes, que consiguieron influir en todos los ámbitos públicos y privados de la nación africana durante el mandato de Omar al-Bashir (1989-2019), desalojado del poder el 11 de abril del año pasado.

El Gobierno del nuevo primer ministro, el economista Abdalla Hamdok, ha convertido la lucha contra esta organización de raíces egipcias en una de sus máximas prioridades. Desde su llegada al cargo en el mes de agosto, ha emprendido diversas acciones encaminadas a erradicar la presencia de los Hermanos Musulmanes. La expulsión de miembros vinculados al grupo de las altas esferas públicas y privadas, como del servicio civil, de la Academia Islámica Fiqh -estos incluso han sido obligados a abandonar el territorio nacional- o del Ministerio de Asuntos Exteriores, la eliminación de sus requisitos obsoletos para la obtención de títulos universitarios o el control de los medios de comunicación afiliados a la organización para evitar la propagación de proclamas islamistas, han sido algunas de las medidas que se han adoptado en los últimos meses.

Fotografía de archivo del presidente depuesto de Sudán, Omar al-Bashir, en 2017

Las más recientes han tenido lugar en la última semana. Por un lado, la Policía del país ha anunciado la detención de 30 personas que participaban en una de las manifestaciones organizadas por el denominado ‘Movimiento Popular Unido’ -el brazo activista de la Hermandad- contra la gestión de la crisis del coronavirus por parte del Ejecutivo de Jartum. “A través de estos movimientos, el grupo busca, según los observadores, preservar los intereses que ganaron durante las últimas tres décadas, así como tratar de interrumpir sus operaciones de desmantelamiento dirigidas por la autoridad de transición”, explican desde el medio Al-Ain.

Por otro lado, y en esta línea, el Gobierno de Hamdok ha comunicado la creación de un mando de fuerzas conjuntas para dirigir las operaciones de “desmantelamiento” de los Hermanos Musulmanes. Aunque todavía no han trascendido los detalles concretos, dicha publicación ha desvelado que se formará “en los próximos días” y que estará compuesto de personal de las Fuerzas Armadas, la Policía, la red paramilitar de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés) -tradicionalmente leales al antiguo régimen- y unidades de los servicios de Inteligencia. 

: Fuerzas de seguridad sudanesas hacen guardia mientras los manifestantes protestan frente al Ministerio de Asuntos Exteriores en la capital, Jartum, el 28 de enero de 2020

En este sentido, cabe recordar que, a finales del año pasado, el Ejecutivo de Jartum anunció la formación de un Comité encargado de la misma función. El órgano está dirigido en la actualidad por el general Yasser al-Atta, quien se apoya en Muhammad al-Faki Silman y Omar Manis como sus adjuntos; y en él participan miembros de los Ministerios de Defensa, Interior, Justicia y Finanzas, del Gobierno Federal, del Banco Central y de la Oficina Nacional de Auditoría y de la coalición civil Fuerzas de la Declaración de la Libertad y el Cambio (DFCF/FCC, por sus siglas en inglés). Entre sus últimos logros, destaca la confiscación de propiedades de altos cargos de la cúpula Al-Bashir o el registro de bienes de los miembros de la red del antiguo régimen, para su posterior incautación.

Otra de las acciones adoptadas recientemente ha sido la emisión de una declaración de las autoridades del Gobierno de transición, ratificada por el presidente del Consejo Soberano, el general Abdel Fattah al-Burhan, y por el primer ministro, Abdalla Hamdok, sobre la hoja de ruta a seguir para “eliminar a la Hermandad lo antes posible”. En el documento, ambas partes acordaron, también, activar nuevos mecanismos para aumentar la eficacia del trabajo del Comité. 

Un hombre sostiene un póster y un cartel que muestra el gesto de la mano de Rabaa, que simboliza el apoyo a los Hermanos Musulmanes, en Jartum, Sudán, el 22 de mayo de 2015
Hizb ut Tahrir, la amenaza “liberada”

Además de los Hermanos Musulmanes, las autoridades sudanesas afrontan otro desafío a su seguridad en la actualidad protagonizado por el grupo islamista Hizb ut Tahrir (HUT), fundado en 1953 con la misión de imponer un califato mundial. Los últimos datos arrojan que está compuesto por más de un millón de miembros repartidos en más de 40 países, entre los que se encuentra Sudán, donde siempre ha operado bajo el paraguas de la Hermandad.

Como explica el analista José Luis Mansilla (@Sahel_Intel) en uno de sus últimos artículos publicados, la intensificación de la presión por parte del Gobierno contra los Hermanos Musulmanes, que está provocando la pérdida de influencia del grupo e incluso su salida del país, ha permitido la “liberación” de HUT, lo que lleva acarreado, sin duda, una nueva amenaza para la nación africana. 

“Después de casi 30 años, han conseguido liberarse, y ahora que lo han conseguido, se encuentran que HUT está expandiendo su discurso ocupando el espacio dejado por la partida de la Hermandad. Se está dando cabida en este grupo a los anteriores seguidores de los Hermanos Musulmanes que, si no se controla, terminará en la misma deriva que el anterior […]”, advierte Mansilla. “HUT ha distribuido recientemente un discurso victimista en las capitales y diversas regiones de Sudán, no solo a sus seguidores sino a la Comunidad Musulmana en general, enfatizando en la necesidad de instaurar un califato […] hasta pidiendo el apoyo de los ejércitos musulmanes para ello”, señala el experto. 

Abderraouf Amri, jefe del Buró Político del partido islamista radical Hizb ut-Tahrir, pronuncia un discurso en la sede del partido el 15 de abril de 2017, en el suburbio tunecino de Ariana

Aunque HUT está prohibido en países como Alemania, Rusia, China, Egipto, Turquía, Pakistán y casi todos los países árabes, como recuerda Mansilla, en Sudán “goza” de un cierto reconocimiento público. En su página web oficial, se puede acceder a 114 archivos audiovisuales en los que se pueden ver desde mítines en la capital, Jartum, hasta conferencias abarrotadas o seminarios “educativos” sobre la crisis económica en el país. Merece, en este punto, destacar uno de esos documentos, publicado el 21 de noviembre de 2019 bajo el título “Discurso político sobre el islam como sistema integral de vida”.

En las imágenes del archivo, se puede ver a una persona con un micrófono ofreciendo un sermón ante una veintena de personas en plena calle. Entre sus proclamas, la necesidad de recuperar al islam como “forma de vida”, ya que “desde la caída del Califato, ha estado ausente de la arena de la lucha internacional” por dos razones: por un lado, “que los musulmanes confinan al islam únicamente a las creencias y a la adoración” y, por otro lado, por “el dominio capitalista en el mundo, liderado por Estados Unidos”. Estos mensajes, junto con la utilización de una bandera negra -muy parecida a la Daesh- como símbolo, acercarían peligrosamente a HUT a la ideología extremista de otros grupos todavía más radicales e, incluso, yihadistas.

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