Los inventarios de crudo y gasolina estadounidenses prorrogan la racha alcista del precio del petróleo

La caída de inventario en Estados Unidos impulsa el precio del petróleo

PHOTO/JACOB FORD/ODESSA AMERICAN via AP - Plataforma petrolífera en Midland, Texas

Estados Unidos experimentó una mejora de sus previsiones en cuanto a la recuperación de demanda. El Instituto Americano del Petróleo (API, por sus siglas en inglés) informó el pasado martes de que la bajada de inventarios de crudo alcanzaba los 4,3 millones de barriles durante la última semana de enero. Unos datos que contrastan notablemente con las previsiones de los analistas, que esperaban un aumento cercano a los 446.000 barriles. 

El precio del petróleo intermedio de Texas (WTI) alcanzó su máximo de los últimos doce meses después de experimentar una subida del 0,4% tras la del 2,3% que tuvo en la jornada anterior, hasta los 54,95 dólares el barril. El precio del Brent del Mar del Norte para entrega en el mes de abril sube hasta un 1,20%, alcanzando su precio más alto desde que comenzara la pandemia, situándose en los 58,15 dólares. La noticia del bajo incremento de producción por parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) generó un optimismo reflejado en el precio del petróleo de referencia de Estados Unidos. Una subida también favorecida por el recorte de 1 millón de barriles diarios de Arabia Saudí para los meses de febrero y marzo, y las expectativas de recuperación de la demanda para el 2021, alcanzando incluso niveles anteriores a la pandemia del coronavirus, como prevén petroleras como BP y Aramco. 

La estructura del backwardation del Brent – que se produce cuando el precio actual (al contado) del petróleo físico es superior al de los precios que se negocian para mercados futuros – también se sitúa en máximos desde febrero de 2020, en algo más de dos dólares, indicando así unas expectativas de suministros ajustadas. 

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Uno de los principales detonantes de esta subida del precio del petróleo es la cercanía a la aprobación del proyecto de ley de ayudas contra la COVID-19 anunciada hace escasos días por el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, que ha generado un rechazo generalizado en el bando republicano, que ha lanzado una contraoferta, reduciendo el paquete de ayudas hasta los 618.000 millones de dólares. A lo que Schumer respondió que “los demócratas agradecen las ideas y las aportaciones de nuestros colegas republicanos del Senado. Lo único que no podemos aceptar es un paquete que es demasiado pequeño (...) para sacar a nuestro país de esta emergencia”. 

Por otra parte, uno de los objetivos del nuevo presidente, Joe Biden, es hacer entrar en vigor cuanto antes estas ayudas y se ha mostrado abierto a negociar con los republicanos con tal de acortar plazos. Eso sí, reducir a menos de un tercio de lo propuesto por los demócratas no es una opción, como explicaba la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki: “El riesgo no es que sea demasiado grande... el riesgo es que sea demasiado pequeño. Y esa sigue siendo su opinión (de Biden), y es la que ciertamente expresará”. Otro aspecto que no ha gustado en el seno de la Administración Biden ha sido que la propuesta republicana no incluye ningún tipo de ayuda a los gobiernos estatales y locales, y una reducción en la asistencia a las personas. 

Está prevista una nueva reunión para acercar posturas en los próximos días entre el presidente Biden y 10 senadores republicanos. No obstante, el procedimiento conocido como conciliación, nunca antes usado por los demócratas, podría permitirles aprobar este plan de ayudas gracias al voto de desempate de la vicepresidenta Kamala Harris, evitando así tener que lidiar con la oposición. 

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