Las nuevas medidas contra la pandemia dificultan el acceso de la población a las campañas electorales

La campaña electoral en Marruecos: sin mítines y con barreras digitales

photo_camera PHOTO/AP - Una mujer marroquí deposita su voto en un colegio electoral para las elecciones legislativas, en Rabat, Marruecos, el viernes 7 de octubre de 2016

Por primera vez en la historia de Marruecos, el 8 de septiembre, el reino alauí celebrará conjuntamente elecciones legislativas, municipales y regionales. Esta decisión se toma para movilizar a un electorado que se ha mantenido en un nivel bajo, según los datos de las últimas elecciones generales.  

En este sentido, en las elecciones de 2016, la participación fue del 42,29%, una cifra tres puntos inferior a la de los anteriores comicios. En el contexto actual, la pandemia de COVID-19 y las restricciones adoptadas para evitar su propagación son factores que pueden afectar directamente a la convocatoria de la población marroquí a las urnas. Por ello, la decisión de celebrar las tres elecciones el mismo día pretende movilizar a la población marroquí y garantizar la mayor participación posible. 

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De este modo, Marruecos entra en su duodécima jornada electoral, un día en el que no habrá concentraciones multitudinarias, ya que el gobierno ha limitado todas las reuniones a un máximo de 25 personas. Así, la campaña adquirirá un carácter virtual nunca experimentado en el país y sorprendentemente carente de propaganda. Sin embargo, entre los inconvenientes, el carácter online de la campaña presenta serias dificultades y barreras para un porcentaje importante de la población marroquí, ya que en Marruecos los mayores de 50 años no están familiarizados con la dialéctica de Internet. Además, existe una brecha digital entre las zonas urbanas y las rurales, que dificulta el acceso de la población a los programas electorales. 

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Debido a las restricciones a las reuniones, los partidos se vieron obligados a utilizar activamente las redes sociales como plataformas para difundir sus campañas electorales. En esta línea, todos los partidos han programado mítines virtuales, nuevas formas de reunión que suponen un problema para los más escépticos por su difícil acceso. 

Además, algunos analistas señalan que estas nuevas formas de hacer campaña política podrían perjudicar seriamente a formaciones políticas como el Partido de la Justicia y el Desarrollo, que se beneficiaría de la fórmula tradicional de la movilización en la calle. En este sentido, sorprende que no haya carteles ni propaganda política en las calles de Marruecos destinada a movilizar el voto de los ciudadanos, ya que, para limitar la propagación del virus, Marruecos ha decidido restringir la distribución de propaganda electoral en papel. 

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A pesar de las dificultades, las cifras son alentadoras. Casi 18 millones de marroquíes, 900.000 más que en las últimas elecciones, están registrados para votar. De este número total, el 46% son mujeres. En este sentido, las mujeres marroquíes han protagonizado un movimiento social que pretende aumentar la cuota de mujeres en los órganos de representación para tener mayor visibilidad e influencia en la vida política del país. En una entrevista con EFE, la ministra marroquí de Solidaridad, Mujer y Familia y Desarrollo Social, Nouzha Skalli, dijo que "tenemos ambiciones normales que reflejan los mismos compromisos expresados en la Constitución, es decir, el deber del Estado de imponer la paridad". No nos conformamos con no alcanzar la paridad.

PJD y RNI, rivales en las próximas elecciones

Por otro lado, las dos formaciones políticas que parten como principales rivales son el Partido Islamista de la Justicia y el Desarrollo (PJD), principal fuerza en el Parlamento que consiguió ganar en las elecciones de 2011 y 2016, y la Agrupación Nacional de Independientes (RNI), liderada por el empresario y ministro de Agricultura, Aziz Akhannouch. Se espera que esta última consiga un avance representativo respecto a las últimas elecciones y que sea el principal competidor de la formación islamista.

 El PJD controla actualmente al menos un centenar de municipios en todo el país. Con el apoyo de la clase media marroquí, logró obtener 125 escaños en las últimas elecciones, lejos de la mayoría parlamentaria, lo que le obligó a formar un gobierno de coalición con su principal rival, la RNI (Agrupación Nacional de Independientes). 

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En su programa, Akhannouch afirma que la actual crisis sanitaria "ha puesto de manifiesto los defectos de nuestro modelo económico y social, especialmente la importancia de la economía sumergida y la ausencia de sistemas de seguridad social". En respuesta a estos retos, el líder anunció cinco grandes promesas electorales de carácter económico y social, entre ellas la generalización de la protección social, la mejora del sistema sanitario y educativo, la creación de empleo y la reforma de la administración pública.

Por su parte, el actual partido más votado expuso en su programa los "logros" que había conseguido durante sus años de gobierno tras aplicar más reformas de justicia social en diferentes partes del país. 

Una vez que se celebren las elecciones, la nueva ley electoral jugará un papel decisivo en el resultado. Adoptada este año a petición del ministro del Interior, Abdelouafi Laftit, la nueva ley introduce un nuevo cociente de escaños que dificulta que un partido obtenga más de un diputado por circunscripción. También suprime el umbral del 3% para la representación, lo que debería conducir a un parlamento más fragmentado. A pesar de ello, se espera que no haya una mayoría absoluta como tal, lo que evitará el bloqueo del parlamento, como ocurrió en 2016. 

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En este contexto, Marruecos se enfrenta a la triple elección en un clima político en el que la política exterior del reino ha experimentado una frenética actividad política en los últimos meses. Desde el reconocimiento por parte de Estados Unidos de la soberanía marroquí sobre el Sáhara hasta el restablecimiento de las relaciones con Israel, Marruecos ha estado en una carrera por convertirse en un país relevante en términos diplomáticos. Además, ha restablecido las relaciones diplomáticas con España en un ejercicio que el rey marroquí, Mohamed VI, ha calificado de "vuelta a la cordialidad". Por su parte, el monarca destacó que "nuestras relaciones con España han atravesado recientemente una crisis sin precedentes que ha sacudido la confianza mutua y ha planteado muchos interrogantes sobre su destino". Sin embargo, hemos trabajado con la parte española en un ambiente de total tranquilidad, transparencia y responsabilidad".

Por último, hace apenas una semana, nos enteramos de la ruptura unilateral de relaciones diplomáticas por parte de Argelia, que acusa a Rabat de "incitación y violación del tratado de buena vecindad". Este hecho tiene consecuencias geopolíticas y económicas, ya que Argelia no renovará el gasoducto GME a través de Marruecos en octubre, lo que también afecta a España, ya que Argelia sólo suministrará gas a través del gasoducto Medgaz, una tubería submarina entre Argelia y España. 

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