En Túnez, varios diputados han sido detenidos tras el levantamiento de su inmunidad parlamentaria

La comunidad internacional advierte al presidente tunecino sobre la deriva autoritaria

photo_camera REUTERS/ZOUBIER SOUSSI - El presidente electo de Túnez, Kais Saied, jura su cargo en la Asamblea de Representantes del Pueblo en Túnez

Cuatro décadas después, de que Ben Ali depusiese a Habibi Bourgiba, padre de la patria tunecina, en un hábil movimiento que se llamó “golpe constitucional”. La historia parece repetirse ahora con el actual presidente del país, Kais Saied, que ordenó por sorpresa la madrugada del 25 de julio el cese del primer ministro, la suspensión del Parlamento, levantó la inmunidad de sus miembros y se arrogó todos los poderes. En medio de este caos, el anuncio de Saied juega en esa fina línea entre golpe de Estado y una amplia interpretación del artículo 80 de la Constitución, que "en caso de peligro inminente que amenace la nación, la seguridad o la independencia del país, el presidente de la república puede tomar las medidas necesarias por las circunstancias excepcionales tras consultar con el jefe de Gobierno y el presidente del Parlamento". El problema es que el artículo también requiere que el proceso sea revisado por el Tribunal Constitucional, que todavía ni siquiera existe.

A medida que avanzaba la noche en la que el presidente tomó la drástica decisión, la falta de cooperación institucional hizo que el presidente se viera obligado a depender de sus seguidores en las calles para llevarla a cabo. El ministerio del Interior —que estaba bajo la autoridad del primer ministro y aún no seguía las órdenes presidenciales— les impidió saquear la sede del partido islamista, Ennahda. Esto llevó a Saied a intentar nombrar al jefe de su guardia presidencial como nuevo líder del ministerio. Por otra parte, los intentos de los militares de detener una sesión de emergencia del parlamento también fracasaron, según el investigador del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, Tarek Megerisi. 

AFP PHOTO/PRESIDENCIA DE TÚNEZ - El primer ministro designado de Túnez, Hichem Mechichi (izquierda), presentando la lista de su gabinete al presidente tunecino Kais Saied (derecha) en el palacio de Cartago, al este de la capital, Túnez

Un día después de anunciar las medidas excepcionales, el jefe del Estado decretó el cese de los ministros de Defensa y Justicia, Ibrahim Bartaji y Hasna Ben Slimane respectivamente. Ambas carteras serán dirigidas por los secretarios generales o encargados de asuntos administrativos y financieros de los departamentos correspondientes hasta la designación de un nuevo primer ministro y la formación de un equipo de Gobierno. Dos días más tarde, decidió cesar también a una veintena de altos funcionarios del Estado y de la presidencia del Gobierno, entre los que se encuentra el fiscal general del Estado, el secretario general del Gobierno, el director de gabinete de la presidencia de Gobierno, así como los consejeros del ex primer ministro.

Del mismo modo, cesó al ministro de Economía y Finanzas, Ali Kooli, y al ministro interino de las carteras de Tecnología y Agricultura, Fadhel Kraim. Kooli "no respondía al teléfono, que siempre estaba apagado, y rechazaba que nos viéramos porque tenía que preparar una visita del jefe de Gobierno", criticó el mandatario ante su sucesora, Boughdiri Nmissa, hasta ahora directora general de estudios y legislaciones fiscales, poco antes de jurar el cargo como responsable interina. Kooli, antiguo banquero con tres décadas de experiencia en puestos directivos de diferentes compañías fue la gran apuesta del Ejecutivo de Mechichi con la creación del llamado "superministerio", que incluyó las carteras de Economía y Finanzas además de Apoyo a la inversión y Cooperación Internacional, con el objetivo de frenar el sangrado de las empresas públicas y atraer de nuevo la inversión extranjera. El responsable se encontraba desde el pasado mes de abril en primera línea de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para un nuevo crédito- el cuarto en la última década- por valor de 3.300 millones de euros.

PHOTO/REUTERS - Rached Ghannouchi, lider del partido islamista Ennahda

Por su parte, Nizar Ben Néji, profesor universitario y especialista en seguridad informática, reemplazará al ministro de Tecnología como responsable interino y será al mismo tiempo el nuevo jefe de proyectos de la Agencia Nacional de Certificación Electrónica (ANCE).  "Su misión parece técnica, pero es de gran importancia porque garantiza la neutralidad del Estado", declaró Saied, tras denunciar la explotación de datos personales para crear un mapa electoral y dispositivos de espionaje por parte de antiguos responsables, aunque no ofreció más detalles al respecto. 

Desde entonces, la justicia ha abierto numerosas investigaciones contra responsables y miembros de partidos políticos e instituciones nacionales que se han saldado con un primer arresto de un diputado, sentenciado en 2018 a tres meses de prisión por injurias al Ejército y al presidente pero que no había cumplido gracias a su inmunidad, ahora retirada. Desde principios de año, Túnez vive un bloqueo institucional después de que el propio presidente rechazara la formación de Gobierno por lazos de algunos de los ministeriales con casos de corrupción.  

AFP/MONEEM SAKHRI - Kais Saied habla con una multitud en la ciudad de Gafsa, en el centro de Túnez, el 7 de septiembre de 2019, antes de las elecciones

Tras las declaraciones de las organizaciones independientes, de la Unión Europea, Estados Unidos, y otros organismos internacionales como la Unión Africana, se prolonga el mismo miedo a que retorne la sombra de la dictadura que comenzó a disiparse en 2011 y a que se apague ese “faro de la libertad” en el mundo árabe que representa Túnez. Ante la preocupación de que la cuna de la "Primavera Árabe" esté retrocediendo hacia el autoritarismo, el presidente Saïed aseguró que "no hay que temer" por las libertades y los derechos en Túnez. Citando al expresidente francés Charles de Gaulle, dijo que ya no tenía edad para convertirse en dictador. Según él, las detenciones sólo afectan a personas ya procesadas. Sin embargo, el presidente tunecino cuenta con el apoyo de la mayoría de los tunecinos hastiados con el Gobierno, lo que ha abierto una ventana de oportunidad al presidente para asentar su primacía. 

Lo cierto es que el 'golpe de fuerza' de Saied se veía venir desde hace meses, alimentado por tres frentes de crisis: el atasco político, la casi crónica crisis económica profundizada por una pobre gestión de la COVID-19 y tensiones geopolíticas regionales, apunta a El Confidencial, Haizam Amirah-Fernández, investigador principal de Mediterráneo y Mundo Árabe del Real Instituto Elcano. Hace dos meses se filtró un documento de su oficina en el que se detalla exactamente el mismo plan que acabó llevando a cabo. Desde que ascendió al poder en octubre de 2019, el mandatario ha intentado dirigir Túnez como un sistema presidencialista.  Asimismo, para el subdirector de Human Right Watch para la región de Oriente Medio y el Norte de África, Eric Goldstein, lo sucedido “confirma que cuando el presidente Saied se arrogó poderes extraordinarios, los empleará contra sus aliados”. Por otro lado, el director de la CIJ en la región del Mediterráneo y Norte de África, Said Benarbia subraya que, "El presidente debe revertir su apropiación del poder, que sobrepasa el alcance de su autoridad constitucional y viola los principios básicos del estado de derecho". El investigador, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, Tarek Megerisi, coincide con otros expertos en alertar de que lo ocurrido en Túnez en los últimos días guarda paralelismo con el golpe de Estado que en 2012 acabó con el Gobierno democráticamente elegido de los Hermanos Musulmanes en Egipto, y que llevó al poder al actual presidente, Abdel Fatah al Sisi.

PHOTO/REUTERS  -   Los partidarios del presidente de Túnez, Kais Saied, se reúnen en las calles mientras celebran después de que destituyera al Gobierno y congelara el Parlamento, en Túnez, Túnez 25 de julio de 2021

La crisis sanitaria es la última de la serie de crisis que ha acumulado el país y han condensado el malestar popular. Al borde de la bancarrota tras diez años de crecimiento endémico, y con un índice de pobreza y paro al alza, Túnez arrastra también una grave crisis política que constituye la raíz del conflicto institucional. La decisión del presidente tunecino, Kais Saied, de suspender las actividades del Parlamento y destituir al primer ministro, Hichem Mechichi, coloca a Túnez en una gravísima crisis constitucional. Se trata del momento más delicado de la transición democrática iniciada tras el triunfo en el país de la Primavera Árabe en 2011, que dio paso a una transición democrática que ha desilusionado a muchos ciudadanos que no han accedido a unas condiciones de vida dignas. Diez años después, muchos tunecinos están cada vez más hastiados por la gestión del Gobierno en cuanto a unos servicios públicos deficientes y una clase política que ha demostrado repetidamente su incapacidad para gobernar de manera coherente.

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