La empresa del que fuera vicepresidente del CTA recibió pagos por “informes verbales”

La corrupción arbitral llega al Barça con pagos de más de 1,6 millones de euros

AP/JOAN MONFORT - El presidente del club FC Barcelona, Joan Laporta

Las cloacas del Barcelona durante el mandato de Josep María Bartomeu son mucho más profundas de lo que se podía esperar. Al espionaje a jugadores o al pago a empresas para que mancharan la imagen de sus propias estrellas, se unen ahora facturas por valor de 1,6 millones de euros a la empresa del exárbitro Jose María Enríquez Negreira por unos supuestos informes arbitrales que parecen ser “verbales”.

Enríquez Negreira fue árbitro en España durante 13 temporadas. Perteneció al colegio catalán y arbitró entre 1975 y 1992. Una vez retirado, Negreira pasó al Comité Técnico de Árbitros donde fue vicepresidente no ejecutivo hasta 2018 del sempiterno presidente del estamento Victoriano Sánchez Arminio.

Un habitual del Camp Nou que nunca pudo pitar al Barça, pero que levantó una empresa llamada DASNIL 95 con el objetivo de asesorar sobre arbitrajes a sus clientes. Cuentan los árbitros que tanto Negreira como su hijo recogían a los “trencillas” del aeropuerto, los llevaban al hotel y les facilitaban la vida cuando acudían a pitar tanto al Barcelona como al Espanyol. Incluso su hijo Xavi era coaching de muchos colegiados y les ayudaba a controlar emociones y a preparar partidos importantes, algo que les suponía el acceso a muchas intimidades.

SER Cataluña ha sido el medio de comunicación que ha destapado el entramado de facturas que DASNIL 95 cobró del Barça y que ascienden a 1,6 millones de euros entre 2016 y 2018 por informes verbales sobre árbitros. Una cantidad desorbitada que no tiene respaldo físico y por los que la Fiscalía catalana está pidiendo cuentas al club.

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El escándalo es histórico y el caso de corrupción puede acabar con una sanción ejemplar al Barcelona que vaya desde la pérdida de puntos, a que le sean desposeídos los títulos (dos Ligas y tres Copas) de esas temporadas, incluso el descenso de categoría.

Aunque Negreira no tenía una labor específica y apenas tomaba decisiones, el hecho de que un cargo oficial del CTA cobrara dinero de un club por asesorar sobre árbitros ya pone en tela de juicio todo el sistema arbitral de aquellas temporadas y deja en duda el comportamiento de los colegiados.

El fútbol hace cierta justicia sobre el terreno de juego. Once contra once y un árbitro con muchas cámaras encima como para tomar decisiones clamorosas en contra de un equipo. Pero los datos de esas tres temporadas dejan una tendencia a beneficiar al club catalán que estuvo dos años sin que le pitaran un penalti en contra y tuvo más rivales expulsados que el Real Madrid. Suficiente para que las sospechas se conviertan en algo más.

La RFEF, a la que pertenece el CTA, ha anunciado que investigará y el propio CTA se pone en manos de la justicia. Pero no han sido tajantes en comunicar que depurarán responsabilidades y que abrirán una investigación. En Las Rozas las alfombras esconden muchos cadáveres de épocas pasadas a los que se acumulan los de la etapa de Rubiales.

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El Barça ha cometido un error grave en su defensa. Laporta grabó un video y puso el foco en una mano negra que quiere hacer daño al club ahora que va líder. En ningún momento argumentó a qué se debían esos pagos y tuvo que ser Bartomeu el que comentó en el diario Marca que “todos los clubes tienen informes” para justificar estos cuantiosos pagos.

La gravedad de los hechos puede acabar en nada. La Fiscalía investigará y llegará a sus conclusiones, incluso sancionará económicamente al Barça si se demuestra el delito, pero deportivamente el fútbol español se juega su credibilidad en este caso.

La RFEF y LaLiga, enemigos íntimos, tienen en el Barça (y en el Real Madrid) a una locomotora económica y sin su presencia en la élite el valor del producto se vería muy perjudicado. Incluso el propio Real Madrid se quedaría solo en la élite española si la sanción fuera el descenso administrativo.

Lo normal, una sanción económica, la pérdida de puntos y un daño moral que el tiempo reparará. Lo que ha quedado claro que las palancas del Barça empezaron mucho más atrás que con la llegada de Laporta al club. 

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