El Viejo Continente enfrenta, una vez más, el aumento de precios en el mercado alimentario y la amenaza de la escasez poco después de la salida unilateral de Rusia del acuerdo de exportación de cereales

La crisis alimentaria llama de nuevo a las puertas de Europa

Apenas tres meses y medio han pasado desde que, el pasado 22 de julio, Ucrania y Rusia firmasen –bajo los auspicios de la ONU y de Turquía– un acuerdo que permitió reanudar las exportaciones de cereales desde el país europeo. Sin embargo, todavía a 20 días de la fecha oficial para que expire el pacto, suenan de nuevo todas las alarmas de seguridad alimentaria globales. La Federación Rusa ha abandonado el acuerdo del “corredor del grano”, en el Mar Negro, y la amenaza del hambre vuelve a cernirse sobre el mundo

En este escenario, Europa se convierte, una vez más en las primeras en sufrir de manera inmediata las consecuencias del conflicto ruso-ucraniano. El “granero de Europa” proporcionó al Viejo Continente más de 6,5 millones de toneladas de maíz de los 15 que necesita (convirtiéndose en el segundo proveedor de este producto) y cerca de 630.000 toneladas de trigo, de los 2 millones que demanda, durante la campaña 2020/2021. De hecho, asciende al 47% el volumen de exportaciones ucranianas dirigidas a Europa. Además, el país esperaba poder mantener su posición como segundo exportador de maíz a la UE, y convertirse en el segundo proveedor de trigo y de cebada, y en el primero de sorgo, de cara a la campaña 2022/2023. 

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Pero la llegada de la “operación militar especial” del Kremlin, en febrero de este 2022, acabó con cualquier esperanza de crecimiento de las exportaciones de Kiev. La ocupación de las tropas rusas de varios territorios del sur y del este ucraniano –regiones que albergan los principales puertos comerciales del país– impidió la salida de cientos de barcos, y puso en peligro la estabilidad y la seguridad alimentaria de Europa. Y de todo el mundo. 

Ahora, tras meses donde la situación parecía controlada, los precios del trigo y del maíz se han disparado. Un 7,7% y un 2,8%, respectivamente, han aumentado los precios de ambos productos en tan solo tres días. Encarecimiento que, según los analistas, parece no ser más que la evidencia de un aumento de la competencia mundial por mantener los suministros, y que podría llevar a muchos países dependientes del cereal ucraniano a enfrentar crisis en los suministros. De hecho, la propia Europa debe ahora reemplazar cerca de 200.000 toneladas de alimentos –principalmente grano– que hasta el momento importaba de Ucrania. 

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No obstante, la escasez de algunos alimentos y materias primas ya era patente antes del anuncio de Moscú, pues –aunque el corredor marítimo del mar Negro ha permitido a cerca de 400 cargueros seguir exportando hasta 9 millones de toneladas de productos agrícolas–, el volumen total continuaba siendo bastante inferior al exportado antes del comienzo de la guerra. 

Además, a la caída de las importaciones de cereales, colza, y aceites vegetales ucranianos, se suma también la reducción de las exportaciones rusas a Europa. El pescado blanco (que exporta en un 22% para la UE), la cebada y el trigo, y los fertilizantes (que los Veintisiete importan en un 40% de media), son solo algunos de los productos que el gigante euroasiático ha dejado de proveer en las mismas cantidades que antes de la invasión. En cifras, según la Oficina Europea de Estadística, las importaciones europeas de cereales, otros alimentos y fertilizantes procedentes de Ucrania y Rusia ascendieron a más de 40.000 millones de euros en 2020. Y, a nivel global, las exportaciones de ambos países al resto del mundo representan más del 30% de las exportaciones de trigo, y casi la misma cantidad de cebada. 

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“Los que pagan esto son los más pobres del mundo”, decía, por su parte, la responsable de dirección de Comercio Internacional y Agricultura de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Marion Jansen, en referencia a las comunidades más desfavorecidas de países del tercer mundo y en vías de desarrollo (en África y Asia), tan solo unos días antes del encuentro a nivel ministerial de los países miembro de la OCDE. “Es muy irresponsable”, era la crítica de Jansen en línea con lo declarado por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, tras conocer la ruptura del acuerdo: “Rusia está chantajeando al mundo con el hambre”, decía, tras subrayar el bloqueo ruso de 218 barcos graneros en los puertos ucranianos, durante las últimas semanas. 

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