Las ciudades de Shanghái y Pekín llevan sufriendo estrictos confinamientos desde marzo ante un aumento exponencial de los contagios

La difícil situación de China ante el aumento de contagios de coronavirus

photo_camera AP/ANDY WONG - China atraviesa una situación complicada debido a la propagación de la COVID-19

China atraviesa una situación complicada debido a la propagación de la COVID-19, enfermedad que se ha extendido en dos de sus ciudades más importantes: Pekín y Shanghái, dos de los principales motores económicos del país asiático.

Con más de 10.000 nuevos casos diarios, Shanghái es una de las ciudades más afectadas. Con el objetivo de controlar la rápida propagación, las autoridades chinas han ordenado a la población un estricto confinamiento desde hace semanas que incluye un confinamiento total de la ciudad, aislando a un total de 25 millones de habitantes en sus domicilios.

La restrictivita medida ha causado la indignación popular, quien ha mostrado su rechazo y protesta ante lo que consideran una media excesiva. Por otra parte, en Pekín las autoridades han vuelto a imponer medidas severas, que incluyen el cierre de escuelas, así como confinamientos selectivos en ciertos edificios residenciales, lo que ha traído consigo el temor de los pekineses por que su ciudad sufra las mismas restricciones que Shanghái. 

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Ambas ciudades están ateniéndose al riguroso plan de “cero COVID”, una estrategia que China ha empleado durante toda la pandemia con el fin de controlar los casos. Sin embargo, no son las únicas ciudades que están sufriendo las restricciones. Al menos 27 ciudades en todo el país estarían aplicando confinamiento totales o parciales, llegando a afectar hasta 165 millones de personas.

En un momento en el que el resto de los países iban tomando medidas más relajadas contra la COVID-19 ante la estabilidad de la pandemia, los casos positivos en China comenzaron a propagarse en marzo, convirtiéndose en el peor brote registrado desde el inicio de la pandemia en Wuhan a principios del año 2020. 

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El 11 de marzo, la provincia de Jilin impuso un confinamiento en su capital, Changchun. Lo mismo ocurrió en las ciudades vecinas llegando a alcanzar su culmen en Shanghái y Pekín. Según han anunciado las autoridades de Shanghái, en esta ciudad se han registrado más de 1 millón de casos desde el 1 de marzo. Sin embargo, estos confinamientos han conseguido relajar los casos y ahora las autoridades han anunciado que se podrá comenzar a aliviar los confinamientos, pero, que en caso de que se detecte un solo caso local, se aplicará de nuevo el cierre.

Las importantes restricciones aplicadas en Shanghái han desatado la alarma social. Los residentes se han quejado de la escasez alimentaria, así como de la falta de acceso a los servicios médicos, además de las malas condiciones que existen en los campamentos improvisados para controlar las cuarentenas, donde se han separado a la fuerza a los niños de sus padres. 

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Por otro lado, en Pekín, una campaña de pruebas que se habrían ejercido de manera masiva habría conseguido abarcar a casi 20 millones de residentes, lo que se traduce en el 90% de la población. Durante estos días se estaría haciendo una nueva ronda masiva que finalizaría el próximo 30 de abril.

En cuanto a los confinamientos selectivos, el distrito de Chaoyang habría sufrido la prohibición de salir de sus edificios, así como los residentes de otros 33 edificios. Además, los cierres de los colegios se han multiplicado en la capital y varios hospitales han decretado que también se han visto obligados a cerrar junto con varios locales de ocio.

En la actualidad, los confinamientos totales o parciales siguen vigentes en decenas de ciudades, incluyendo la ciudad de Hangzhou, donde residen 12.2 millones de personas y Harbin, en la que residen 9.5 millones. 

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Las restricciones han provocado importantes consecuencias económicas en el país. El desempleo ha alcanzado su máximo desde el inicio de la pandemia y muchas empresas se han visto obligadas a suspender sus actividades, incluyendo los fabricantes de automóviles Volkswagen y Tesla, y Pegatron.

Estas consecuencias también se han trasladado al ámbito político. En marzo, el presidente Xi Jinping declaró que China debía “minimizar el impacto de la epidemia en el desarrollo económico y social”. Ahora, hace tan solo unos días pidió un aumento presupuestario “total” para invertirlo en infraestructuras con el fin de promover el crecimiento económico y social, algo a lo que no acostumbra Jinping ya que no suele encargarse de los planes económicos. En este sentido, el líder chino suele delegar estas funciones en el primer ministro, Li Kequiang.

Por su parte, el presidente de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China, Jörg Wuttke, afirmó que el Gobierno chino era “dolorosamente consciente del daño a la economía. Están preocupados por el desempleo” añadió, “les preocupa que las empresas extranjeras pongan dinero en otra parte”. 

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