El ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, argumenta la posición global del gigante asiático en el proceso global de vacunación

La diplomacia de las vacunas de China

photo_camera PHOTO/REUTERS - Cajas de la vacuna contra la enfermedad del coronavirus Sinopharm de China (COVID-19)

No hay nada particularmente sorprendente en el surgimiento de la "diplomacia de las vacunas" como palabra de moda en política exterior en 2021. Si 2020 fue el año de la pandemia de la COVID-19, entonces este año se perfila como el año de la vacuna. Siguiendo esta dinámica el consejero de Estado y ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, reiteró el  pasado domingo la oposición de China al "nacionalismo de las vacunas" y enfatizó el compromiso de China de mantener una distribución equitativa de las vacunas en el mundo, diciendo que China rechaza cualquier "división de vacunas". 

A día de hoy, China ha autorizado el uso de dos vacunas nacionales: la de Sinopharm y la de SinoVac. A diferencia de las vacunas occidentales (basadas en ARNm o virus distintos modificados), las dos vacunas chinas se basan en una versión atenuada del SARS-Cov-2. Los resultados, como están empezando a verse en países como Brasil o Turquía, no son tan buenos como sus equivalentes occidentales. Sin embargo, ahora tienen vacunas eficaces y baratas, y dado que las naciones ricas han reservado la mayor parte de las dosis de vacunas desarrolladas por Occidente que se espera que se produzcan este año, China se ha ofrecido a posicionarse dentro de la demanda de los países en desarrollo desesperados por detener la pandemia.

Para muchos países las vacunas chinas actuales son más adecuadas a sus necesidades. No necesitan almacenarse a las bajas temperaturas de sus rivales de Pfizer o Moderna, y la versión de CanSino solo requiere una dosis. Además, varios de los acuerdos firmados con otros países, como Emiratos Árabes Unidos o Indonesia, prevén que esas naciones puedan fabricar bajo licencia sus propias inyecciones. Es algo que ayudará a responder a la fuerte demanda, al tiempo que sustenta las ambiciones de esos estados de convertirse en centros de producción farmacéutica en sus respectivas regiones.

Atalayar_Sinopharm de China

Las dos importantes empresas de biotecnología, la estatal Sinopharm y la privada Sinovac, han vendido en el extranjero o han recibido pedidos internacionales por más de 800 millones de dosis. Según datos de la Universidad de Duke, las dosis chinas se colocan por encima de los más de 300 millones de Moscú o los 210 millones del mecanismo COVAX, respaldado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que trata de garantizar un acceso equitativo de todos los países a la vacuna (Pekín ha prometido 10 millones de dosis para ese instrumento).

Hungría comenzaba a inmunizar su población con las primeras unidades de una partida de 550.000 dosis de la vacuna Sinopharm contra la COVID-19. La semana pasada un avión  tomó tierra en Buenos Aires con otras 900.000. En Manila se esperaba el aterrizaje de 600.000 dosis de la vacuna de Sinovac, la primera partida que Pekín ha donado a ese país. “Tengo que admitirlo. Si insistiéramos en utilizar (las vacunas) occidentales, aún estaríamos esperando a que llegaran”, subrayaba el portavoz presidencial filipino, Harry Roque.

Atalayar_China vacuna áfrica

En África, los chinos han exportado vacunas a media docena de países y están en conversaciones con docenas más para que los remedios estén disponibles en los próximos meses. Del mismo modo, ahora está en funcionamiento un nuevo puente aéreo entre las dos regiones que facilitará el transporte y la distribución de vacunas en toda África. En 2020, China proporcionó alrededor de 120 lotes de suministros médicos de emergencia a África y envió equipos de expertos médicos a 15 países africanos explorando su "radio de influencia". Pero es la distribución a gran escala de vacunas chinas lo que está causando que muchos expertos en todo el mundo, particularmente en los Estados Unidos y países europeos, se preocupen cada vez más por las ramificaciones geopolíticas. Para escapar de posibles influencias, estos países podrían utilizar mecanismos internacionales como COVAX, o unirse para la adquisición conjunta utilizando modelos como el Fondo Rotatorio de la Organización Panamericana de la Salud o las iniciativas de UNICEF para fortalecer la adquisición de vacunas.

Atalayar_China vacuna áfrica

Los comentarios de Wang en la sesión informativa de alto nivel sobre las políticas exteriores de China celebrada junto con la reunión anual de dos sesiones se presentan como una respuesta a la "diplomacia de las vacunas" de los países occidentales a China, y la supuesta negligencia de las demandas de vacunas de los países menos desarrollados en medio de un escasez de suministro global. China “puede usar (sus vacunas) para convertirse en un líder global en lo que respecta a garantizar el acceso equitativo a las vacunas, llenando el vacío entre países desarrollados y en desarrollo. Desde luego, esto mejoraría su imagen en esos países y proyectaría soft power (poder blando, capacidad de influencia)”, asegura Yanzhong Huang, del Consejo de Relaciones Internacionales estadounidense. Su “diplomacia de las vacunas” también le permite intentar “llenar el vacío dejado por el liderazgo estadounidense. La retirada estadounidense del liderazgo global ha creado oportunidades para que China llene ese hueco”, apunta este experto. Además, “no está en juego únicamente el prestigio como potencia". La vacuna es igualmente un negocio, y muy jugoso: a un precio en torno a los 20 dólares por dosis en Indonesia, que ha encargado 125 millones de dosis de las dos primeras fórmulas chinas aprobadas, “eso hace 2.500 millones de dólares..., las compañías chinas van a ingresar un montón de dinero”, añade el experto.

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