El deporte tiene un carácter polivalente que engloba numerosas funciones - educativas, sociales, económicas, de salud - y beneficia a numerosos sectores económicos, como telecomunicaciones, construcción, turismo, inmobiliario... Por ello, cada vez hay más empresas que enfocan su estrategia, productos o servicios en actividades relacionadas.
El deporte puede jugar un papel importante en el desarrollo de la región mediterránea. A nivel mundial, representa un 2% del PIB, pero, en la región mediterránea y África no supera el 0,5%. Es posible desarrollar ese potencial, hacer del deporte un nuevo nicho de crecimiento a través de inversiones en infraestructuras, que desarrollen el sector y creen puestos de trabajo. Una oportunidad también para hacer negocios, como hacen algunos exatletas en el campo humanitario, asociativo y especialmente de negocios.
Dos datos más: la juventud y las mujeres. Un tercio de la población mediterránea tiene entre 15 y 34 años. Los Estados pueden movilizar políticas públicas para desarrollar el deporte como sector económico generador de empleo, industrias locales que sean una ventana de oportunidad para la juventud. Por otro lado, el deporte también es un vector de emancipación de la mujer. Por tanto, sería aconsejable fomentar y apoyar la práctica del deporte femenino en la región.
El deporte transmite numerosos valores positivos que atraen un cambio social. Como el respeto mutuo, seguir unas reglas, facilitar el entendimiento, adquirir y producir conocimiento, aprender competitividad. Entre los jóvenes, es un instrumento para abordar la violencia y la inseguridad, y fastidia mucho a los grupos que expanden el terror o a los extremistas que aprovechan la división para crecer. Paradójicamente, la competición deportiva puede unificar, puesto que todos podemos ser parte de él, sin tener en cuenta ideologías políticas, raza o religión.
A nivel social, el deporte en general y la pelota en particular ha logrado más que la política, tanto en la integración como en destacar la riqueza y las posibilidades de la diversidad y la integración cultural y étnica en las sociedades. La magia del deporte, como vemos en el ejemplo del fútbol, reúne a equipos nacionales compuestos por jugadores de diferentes orígenes, todos defendiendo la misma camiseta y colores con pasión. Son la mejor respuesta a las estrechas tendencias ultranacionalistas y extremas que pretenden explotar los conflictos.
En general, la diplomacia deportiva también es un instrumento de poder blando y puede jugar un papel importante, como se ha visto en el pasado, para una solución pacífica de algunos conflictos.
Todo deporte espectáculo se consolida como una actividad económica relevante porque tiene lo esencial para todo negocio exitoso: una elevada demanda, protagonizada por millones de consumidores ávidos de buen fútbol, de partidos de baloncesto, de béisbol... cada semana.
La región mediterránea dispone de grandes posibilidades para crear clústeres de diseño y fabricación de ropa deportiva, materiales y equipamientos, centros de excelencia, de formación y entrenamiento, infraestructuras deportivas, empresas de comunicación, audiovisuales y de eventos A nivel humano y social, el deporte puede generar actividades de valor añadido, posicionar como destino turístico y facilitar la transformación hacia una economía del conocimiento, con centros de excelencia para la educación, salud y deportes. Es posible asociarse con los mejores, para construir una marca e inversiones orientadas a la creación de reputación internacional.
Es probable que el crecimiento en la economía deportiva continúe, a medida que los datos mejoren y los equipos compitan por una ventaja estratégica. En términos económicos, la industria del deporte global realmente es mucho más que un juego.