El ex viceprimer ministro de Defensa iraní fue acusado de espiar para Londres, donde advierten que su muerte “no quedará sin respuesta”

La ejecución de Alireza Akbari abre una nueva brecha diplomática entre Irán y Reino Unido

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Alireza Akbari, ex viceprimer ministro de Defensa de Irán, ha sido ejecutado por el régimen de Teherán acusado de “espiar para el MI6” (servicios de inteligencia británicos) a cambio de “1.805.00 euros, 265.000 libras y 50.000 U.S. dólares”, según señala el medio de comunicación iraní Mehr. Akbari, que poseía doble nacionalidad británico-iraní, fue ahorcado tras ser declarado culpable de Mofsed-e-filarz, un término empleado por las autoridades judiciales iraníes que se traduce como “corrupción en Tierra”, un cargo del que también han sido acusados algunos de los manifestantes que han participado en las protestas que comenzaron el pasado septiembre.

De acuerdo con Mizan Online, agencia de noticias judiciales de Irán, Akbari también fue declarado culpable de “atentar contra la seguridad interna y externa del país al traspasar información de inteligencia”. Para la República Islámica de Irán, Akbari representa “uno de los casos más relevantes de infiltración”, e incluso lo vinculan con el asesinato en 2020 del científico iraní Mohsen Fakhrizadeh, considerado el padre del programa nuclear iraní.

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Akbari, de 61 años, fue viceministro de Defensa durante el mandato del expresidente reformista Mohammad Jatamí (1997-2005). Fue detenido por las autoridades iraníes en 2019, cuando volvía a Irán de visita desde el Reino Unido, país donde residía desde 2008.

El exalto funcionario fue objeto de confesiones forzadas, además de “interrogaciones y torturas durante más de 3.500 horas”, según aseguró él mismo en una nota de voz transmitida por la BBC. “Usando métodos fisiológicos y psicológicos quebraron mi voluntad, me llevaron a la locura y me obligaron a hacer lo que quisieran”, afirmó. “A fuerza de armas y amenazas de muerte me hicieron confesar afirmaciones falsas y corruptas”, añadió.

Akbari también ha acusado a Irán de “vengarse del Reino Unido” a través de su ejecución. Esta no es la primera vez que Teherán usa la llamada ‘diplomacia de rehenes’ para presionar a países occidentales con presos de doble nacionalidad. Ya lo hizo anteriormente con Nazanin Zaghari-Ratcliffe y Anoosheh Ashoori, dos ciudadanos británico-iraníes que, afortunadamente, corrieron mejor suerte que Akbari. Sin embargo, al menos dos británicos-iraníes continúan arrestados en Irán, incluido Morad Tahbaz, que también posee ciudadanía estadounidense, según informa la BBC.

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Londres sanciona al fiscal general iraní y Teherán convoca al embajador británico por “injerencia”

Reino Unido instó a Irán a detener la ejecución de Akbari y liberarlo de manera inmediata después de que los familiares del ex viceministro anunciasen que las autoridades estaban preparando su ahorcamiento. A pesar de la presión internacional, Teherán impuso su brutal castigo contra Akbari, al igual que ha hecho con muchos otros ciudadanos bajo acusaciones falsas y sin pruebas.

El primer ministro británico, Rishi Sunak, ya se ha pronunciado acerca de la ejecución de Akbari, acto que ha calificado de “cruel y cobarde llevado a cabo por un régimen bárbaro que no respeta los derechos humanos de su propia gente”. El premier ha asegurado sentirse “consternado” por la ejecución de Akbari, mientras que el ministro británico de Exteriores, James Cleverly, expresó y rechazo y subrayó que la acción “no quedará sin respuesta”. Estados Unidos, Canadá, Francia y la Unión Europea se han sumado las condenas por el brutal asesinato de Akbari a manos de las autoridades iraníes.

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El jefe de la diplomacia británica ya ha anunciado sanciones contra el fiscal general iraní, Mohammad Jafar Montazeri, al que ha considerado el impulsor de la pena de muerte en el país. “Exigimos que el régimen rinda cuenta por sus terribles violaciones de los derechos humanos”, escribió Cleverly en Twitter.

La ejecución de Akbari ha abierto una nueva brecha diplomática entre Londres y Teherán después de años de desavenencias. Después de las condenas desde Reino Unido por la ejecución de Akbari, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán ha convocado al embajador británico en el país Simon Shercliff por “injerencia en la seguridad nacional iraní”.

El asesinato del exalto cargo iraní se produce en un momento de máxima tensión entre Occidente e Irán por la violenta represión empleada por Teherán contra los manifestantes, así como por su apoyo militar a Rusia durante la guerra en Ucrania.

Desde que comenzasen las protestas en septiembre tras del asesinato de la joven kurda Mahsa Amini, cerca de 500 personas han muerto a manos de las fuerzas de seguridad. Cuatro hombres -Mohsen Shekari (23 años), Majidreza Rahnavard (23 años), Mohammad Mehdi Karami (22 años) y Seyed Mohammad Hosseini (39 años)- han sido ejecutados desde diciembre. Es probable que la lista de personas asesinadas por las autoridades aumente, ya otras 17 personas han sido condenadas a la horca.

Por otro lado, las relaciones entre Irán y Francia también pasan por un momento delicado después de que la revista satírica gala Charlie Hebdo organizase un concurso de caricaturas del líder supremo de Irán, Ali Jamenei para “apoyar a los iraníes que luchan por su libertad”.

Desde París han defendido que en Francia existe la libertad de prensa, “al contrario de lo que ocurre en Irán”, tal y como subrayó la ministra de Exteriores gala Catherine Colonna, quien también recordó que en Francia no existe el delito de blasfemia. Las declaraciones de Colonna no han convencido al régimen teocrático iraní, que ha expresado su rechazo y enfado contra la revista francesa.

En este sentido, el jefe de la Guardia Revolucionaria de Irán, Hosein Salami, ha advertido a Charlie Hebdo que no “juegue” con los musulmanes, recordando “lo que le sucedió a Salman Rushdie”. El escritor de origen indio, acusado por Teherán de publicar un libro “blasfemo”, sufrió el pasado mes de agosto un ataque en Nueva York. 

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