La grave acumulación de basura en Oriente, un problema ambiental que traspasa fronteras

Eva Cifuentes

Pie de foto: La grave acumulación de basura y la falta de tratamiento eficaz de los residuos en Oriente, un problema ambiental que traspasa fronteras.

El pasado año, la naturaleza dio una alerta a Líbano sobre su mala gestión de las basuras, y el mar escupió toneladas de residuos a las playas de Beirut. El problema de la basura es un viejo conocido en el Líbano, como explican desde el diario ‘El Confidencial’, ya en el año 2015 la pestilencia era tal, que la población salió a las calles a exigir soluciones. 

Los datos que maneja el Banco Mundial sobre los desperdicios de la zona, indican que suponen el 6% del total y que, de aquí al año 2050, se estima que aumenten su producción hasta alcanzar la cifra de más de 250 toneladas de basura al año. Si bien es cierto que Líbano o países de la zona no son los que más basura generan, pues las urbes más desarrolladas como pueden ser determinadas áreas de Francia, Italia o España, entre otras muchas de Europa, generan mucha más cantidad de basura que Oriente Medio. Pero la diferencia está, según los expertos, en la calidad y eficacia de la gestión de estos. Aquí es donde el sudeste asiático, el norte de África, la región subsahariana y la zona de Oriente Medio fallan. Sus sistemas de tratamiento para las basuras y demás deshechos deja mucho que desear, según los últimos informes, la mayoría de estas zonas tiran la mayoría de sus desperdicios al aire libre, con el consiguiente riesgo medioambiental y sanitario que esto supone.

El medio ambiente, en gran riesgo

El problema del cúmulo descontrolado y sin tratamiento eficaz de las basuras no es solo exclusivo de Líbano; regiones adyacentes como Siria, entre otras, también arrastra el mismo problema desde hace tiempo. Un hándicap importante es, sin duda, los conflictos bélicos que asolan varios países de la región desde hace años. En guerras como la de Siria, que se perpetúan durante años, el sistema de recogida de basuras es prácticamente inexistente y no solo se van almacenando en las calles o vertederos residuos o desperdicios generados por la población; sino que se vierten indiscriminadamente sustancias de todo tipo: desperdicios químicos, sanitarios, material de combate…etc. Esto provoca que la contaminación y la insalubridad aumenta. 

Pero no solo los países con conflictos abiertos tienen un serio problema de gestión de basuras, economías más estables como las de Egipto, por ejemplo, tampoco tienen un sistema eficaz de tratamiento de residuos. En España, Barcelona o Valencia, según el último informe de WWF, son las ciudades que más plásticos vierten al Mediterráneo. A esto, hay que sumar la basura que se genera en países del Norte de África y la zona Subsahariana y que tampoco se elimina de forma adecuada (vertidos al aire libre, quema incontrolada…). 

Así pues, el mar Mediterráneo está en claro riesgo debido a la contaminación continua y a unas políticas de gestión de los residuos ineficaces. El mar, los ríos colindantes, los ecosistemas cercanos…la cadena de paisajes en riesgo es muy larga y afecta más allá de las fronteras de los países más contaminantes. Desde el Banco Mundial inciden en que “se necesitan acciones urgentes” para reducir esta tendencia

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