Se trata de un caso prácticamente único de Ejército nacional de un país catalogado como grupo terrorista

La Guardia Revolucionaria Islámica: el brazo ejecutor de Irán

AFP/HO/PRESIDENCIA IRAN - Miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC)

La Guardia Revolucionaria de Irán fue designada organización terrorista por parte de Estados Unidos.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos, incluyó en 2019 a la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán en la lista de "grupos terroristas" en una decisión "sin precedentes". Se trataba de la primera vez que el gigante norteamericano tomaba esta medida contra las Fuerzas Armadas de otra nación.

"Este paso sin precedentes (...) reconoce la realidad de que Irán no solo es un Estado patrocinador del terrorismo, sino también que el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica participa, financia y promueve el terrorismo como una herramienta estatal", dijo en su momento el presidente estadounidense en un comunicado oficial para anunciar la iniciativa norteamericana. "Si estás haciendo negocios con el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria, estarás financiando el terrorismo", alegó Trump.

Esta determinación de EEUU da una pincelada importante sobre lo que supone la Guardia Revolucionaria iraní y cómo es vista en el seno de la comunidad internacional.

¿Qué es la Guardia Revolucionaria?

La Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC, por sus siglas en inglés) es una facción importantísima del Ejército del régimen de los ayatolás. Este cuerpo de élite se creó para defender el sistema islámico nacional poco después de la Revolución de 1979, que acabó con el Gobierno del sah Mohammad Reza Pahleví (monarca prooccidental) y fue generada por orden directa del ayatolá Ruhollah Jomeini. Mientras que el Ejército iraní defiende las fronteras nacionales y mantiene el orden interno, según la Constitución iraní, la Guardia Revolucionaria, también conocida como Pasdaran, está destinada a proteger el sistema político y religioso de la República Islámica del país.

Los miembros de este cuerpo de la Fuerzas Armadas persas afirman que su papel en la protección del sistema islámico es prevenir la interferencia extranjera, así como los golpes de Estado por parte de los militares o de los denominados "movimientos desviados”.

Desde su origen, se ha convertido en una importante fuerza militar, política y económica en Irán, y está actualmente bajo el control del líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei.

Se estima que este grupo tiene más de 150.000 miembros en activo, cuenta con sus propias fuerzas de tierra, marítimas y aéreas y supervisa armas estratégicas de Irán como sus misiles balísticos y el supuesto desarrollo de armamento nuclear. 

También controla a los Basij, la fuerza de resistencia paramilitar que ha ayudado a reprimir la disidencia interna; así como a los poderosos Bonyads, fundaciones benéficas que controlan una parte considerable de las finanzas iraníes. 

También existe la división externa de la Guardia Revolucionaria que interviene en los asuntos de Estados próximos. Se trata de la temible Fuerza Quds, división internacional que opera en diversos países en colaboración con grupos chiíes afines sobre el terreno para controlar los asuntos internos nacionales y favorecer los intereses religiosos y políticos persas. Este es el caso de Yemen, con las milicias hutíes que tratan de socavar el Gobierno legítimo de Abd Rabbuh Mansur al-Hadi; Líbano, con el grupo de Hizbulá; Palestina, con las guerrillas de Hamás; Irak, con las milicias de las Fuerzas de Movilización Popular (FMP); o Siria, con el grupo de origen afgano de Liwa Fatemiyoun. 

Así, la IRGC ejerce su influencia en diversas zonas importantes de Oriente Medio al proporcionar dinero, armas, tecnología, capacitación y asesoramiento a Ejecutivos aliados y grupos armados a través de su citado brazo de operaciones en el extranjero, la Fuerza Quds.

En su origen, la orden del fallecido líder supremo iraní ayatolá Ruhollah Jomeini fue que la principal tarea de la Guardia Revolucionaria es la de proteger al sistema islámico y los valores revolucionarios del país. “En principio, el Estado iraní podría reformarse ulteriormente hacia fuera de los límites concebidos por esa Revolución, a pesar de las numerosas protecciones constitucionales establecidas por Jomeini, para incluir una supervisión del clero al Gobierno elegido”, dijo Brad Patty, un analista y exasesor del Ejército estadounidense. “En la práctica, la Guardia existe para asegurar que eso nunca suceda. La población de Irán quisiera hacerlo, pero está condenada a vivir temerosa de la Guardia”, señaló Patty. Según diversos expertos, los militares iraníes responden directamente en la actualidad ante el líder supremo, ayatolá Alí Jamenei, sucesor de Jomeini.

El líder Supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, junto al presidente Hasán Rohaní, y el comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, Ismail Qaani (R) durante una ceremonia de duelo en Teherán por el asesinato del alto general Qassem Soleimani el 9 de enero de 2020
Estructura

La Guardia Revolucionaria se ha convertido actualmente en una importante pieza militar, política y económica en Irán, con una fuerza estimada en 150.000 efectivos compuesta de unidades terrestres, aéreas y marinas. También está a cargo de los programas de nucleares y de misiles balísticos del país.

En cuanto al aspecto organizativo, la Guardia está bajo el mando del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas como parte del Ministerio de Defensa. Sin embargo, los militares siguen subordinados al líder supremo Alí Jamenei, y las autoridades civiles elegidas no tienen un control real sobre ellos, según diferentes analistas.

Internamente, la Guardia Revolucionaria también comanda la Fuerza de Resistencia Basij, un grupo de voluntarios religiosos que canaliza apoyo popular al Gobierno y que controla la disidencia interna.

Esta fuerza paramilitar también supervisa el cumplimiento de las estrictas costumbres del país y el respeto a la ley islámica, llevando a cabo acciones como las de arrestar a las mujeres que no respetan el código de vestimenta pública o abortar fiestas al estilo occidental donde se sirve alcohol, como han explicado diversos expertos sobre el asunto.

Como ya se ha explicado, externamente, la Guardia Revolucionaria dispone de la temible Fuerza Quds, que estaba liderada por la importante figura del general Qassem Soleimani, quien fue eliminado por EEUU en una acción militar en Irak, en la que también cayó el líder de las FMP iraquíes Abu Mahdi al-Muhandis). La sección internacional del cuerpo de élite de las Fuerzas Armadas persas actúa en estrecha colaboración con las milicias chiíes afiliadas, como el citado grupo libanés Hizbulá, para extender su influencia en Oriente Medio. 

Donald Trump llegó a decir sobre Soleimani que “mató o hirió severamente a miles de estadounidenses". Con su muerte, el golpe a la Guardia Revolucionaria fue duro y provocó la encendida reacción de grupos chiíes en diversos países, como Irak, donde se intentó asaltar incluso la Embajada estadounidense y donde fueron atacadas bases militares con presencia norteamericana. Tras la eliminación de Soleimani, le sucedió en el cargo Ismail Qaani, como comandante de la Fuerza Quds.

Fotografía de archivo del general de la Guardia Revolucionaria Qassem Soleimani, un ataque aéreo estadounidense cerca del aeropuerto de Bagdad, el viernes 3 de enero de 2020, mató al general Qassem Soleimani, el jefe de la fuerza de élite iraní Quds
Actividades y vínculos internacionales

El comando de élite de la Fuerza Quds fue creado durante la guerra entre Irán e Irak en la década de 1980 y cuenta con un personal de 15.000 combatientes.

El grupo ha estado involucrado desde entonces, directa o indirectamente, en conflictos en Oriente Medio, ofreciendo respaldo a milicias y gobiernos proiraníes, particularmente en el Líbano, Siria, Irak, Yemen, los territorios palestinos y Afganistán.

Más recientemente, la Fuerza Quds desarrolló un papel importante en la guerra civil de Siria, mediante el apoyo al presidente Bachar al-Asad, cuyo régimen lucha contra los rebeldes insurgentes instalados en el reducto de Idlib. 

También, en Irak, fue clave en la ayuda al Gobierno apoyado por chiíes de cara a la batalla contra el grupo terrorista Daesh y en cortar de raíz los esfuerzos kurdos por su independencia.

La división internacional de la Guardia Revolucionaria también es de vital ayuda para los rebeldes hutíes en la guerra de Yemen, en la cual buscan acabar con el Ejecutivo reconocido internacionalmente, el cual está apoyado por una coalición árabe dirigida por Arabia Saudí, gran rival regional de Irán y principal representante de la rama suní del islam, contrapuesta a la chií patrocinada por el régimen de los ayatolás. 

Las milicias proiraníes que operan en la región de Oriente Medio son una constante amenaza a la estabilidad de la zona, así como a la posibilidad de lograr la implantación de unos gobiernos estables y pacíficos. Desde un punto de vista estratégico, la República Islámica de Irán actúa a través de estos grupos para lograr sus objetivos políticos y militares; unas formaciones que son difíciles de contrarrestar. 

Los grupos creados por el régimen iraní, o aquellos con los que ha establecido estrechos vínculos por compartir intereses e ideología con Teherán, libran guerras o llevan a cabo actividades políticas en línea con los intereses persas, y a cambio obtienen apoyo militar, financiero y, en no pocas ocasiones, asesoramiento y apoyo político en el concierto internacional.

Miembros de la Guardia Revolucionaria de Irán
Catalogaciones por el mundo

Estados Unidos designó a la Fuerza Quds como un patrocinador del terrorismo en 2007, seguido de Canadá en 2012. Arabia Saudí y Bahréin, dos vecinos rivales de Irán, designaron a la Guardia Revolucionaria como una entidad terrorista en 2018, algo que corroboró EEUU en 2019.

Naciones Unidas y la Unión Europea se han mantenido al margen de estas catalogaciones, pero señalaron a personalidades clave de la institución militar como Qassem Soleimani. 

Estos grupos chiíes, en la mayoría de las ocasiones, han derivado en milicias que han adquirido la relevancia suficiente como para considerarlas en algunos casos como actores no estatales, pero casi con la misma capacidad de influencia que los propios Estados de la zona.

Numerosos conflictos han sufrido la intervención de estas formaciones asociadas a Irán, y los esfuerzos del Gobierno iraní por reclutar voluntarios que nutran las filas de sus milicias, no siempre con el mismo éxito, no han cesado desde finales de la década de los 70. Como era de esperar, esta actitud no ha pasado desapercibida para los competidores regionales de Irán, desde Israel a Arabia Saudí pasando por Emiratos Árabes Unidos. 

La estrategia seguida por esta esfera chií y apoyada por la República Islámica de Irán es muy similar a la que siguen grupos similares de la corriente opuesta, como son por ejemplo los Hermanos Musulmanes.

Ambos grupos en un primer momento tienen como objetivo deslegitimar el poder establecido por todos los medios posibles, trasladando a la población que este no responde a sus demandas y necesidades. Una vez conseguido esto, se promueve así la insurrección y se dan las condiciones para protestas o levantamientos que pueden hacer tambalearse a los diferentes dirigentes instalados. Todo ello con el objetivo de imponer un gobierno islámico regido por la ley islámica. 

Esta fórmula fue empleada por primera vez con éxito por la mayoría chií en Irán, proporcionándoles un Estado potente y con importantes recursos que los llevó a convertirse en la base de operaciones para la revolución de dicha corriente religiosa. Los dirigentes de la nueva República Islámica se pusieron manos a la obra para redefinir el mundo islámico chií y buscar la forma de exportar su visión a las comunidades que seguían la misma confesión más allá de las fronteras del país.

Y para asegurar esta estrategia surgió la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, con la misión de preservar los valores de religiosos y políticos implantados desde la Revolución Islámica de 1979. 

Aunque no todo es hegemónico en el país persa, ya que, últimamente, se han producido episodios de protestas en las calles, algunas de ellas duramente reprimidas, que muestran un descontento generalizado por la situación de crisis económica de la nación, la cual además se ve muy azotada actualmente por la crisis sanitaria del coronavirus. 

Incluso, dentro de la clase dirigente hay ciertos desacuerdos a la hora de decidir sobre la estrategia a seguir. Y si bien el ayatolá Alí Jamenei y los partidarios de la línea dura, como los miembros de la Guardia Revolucionaria, se oponen a cualquier decisión que comprometa los objetivos principales en lo que se refiere a seguridad nacional, el presidente electo, Hasán Rohaní, aboga por la vuelta del país al concierto diplomático regional e internacional.

A pesar de que este se mostró muy beligerante en el asunto de las sanciones impuestas por Estados Unidos a Irán a cuenta de los incumplimientos del pacto nuclear sellado en 2015 por el país iraní con el gigante norteamericano y Francia, Alemania, Reino Unido, China y Rusia, por el que se trataba de limitar el programa atómico iraní, sobre todo en materia armamentística. 

La Administración Trump se salió del acuerdo en 2018 al denunciar violaciones del pacto por parte de Irán y le impuso sanciones políticas y económicas importantes, destacando las relacionadas con el comercio de petróleo, principal fuente de financiación iraní. 

Ante esto, Hasán Rohaní reaccionó amenazando con incumplir puntos básicos del pacto nuclear, como los relacionados con el enriquecimiento de uranio y con el tratamiento de agua pesada, con seguir comerciando con su crudo y con bloquear el estrecho de Ormuz, principal zona de paso del comercio petrolero mundial. 

A partir de ahí, se sucedieron incidentes en aguas del Golfo y ataques a intereses petrolíferos y aeroportuarios del gran enemigo iraní Arabia Saudí, de los que se culpó a Irán y a grupos proiraníes, como los hutíes en Yemen. El país persa fue señalado por amenazar la seguridad regional y mundial, incluso por parte de la gran mayoría de la comunidad árabe. 

Y la sombra de la Guardia Revolucionaria Islámica y su Fuerza Quds se cierne sobre estas acciones. Lo que podría dar la medida de la relevancia que puede llegar a tener este cuerpo militar iraní.

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