“Esto es Nigeria. Mira cómo estoy viviendo ahora. Mira cómo estoy viviendo ahora”. “Todos son criminales”. En algo más de tres minutos, el rapero nigeriano Falz, hace una radiografía de lo que está pasando en Nigeria en su canción ‘This is Nigeria’: falta de trabajo, deficiencia en los servicios, violencia, amenazas para la convivencia por los incidentes con los agricultores de la etnia fulani, la violencia y corrupción policial y el inmovilismo por parte de las autoridades nigerianas con el secuestro de las niñas de Chibok…
Esta versión africana del ‘This is America’, se convirtió en viral y acercó a muchas personas la realidad que el país subsahariano vive desde que en 2009 comenzara una guerra sin cuartel con el grupo terrorista Boko Haram, además de los incontables conflictos internos que asedian el país. Los datos impactan: 1,8 millones de desplazados. 200.000 personas solicitantes de asilo nigerianos que viven en otros países. Y más de 22.000 desaparecidos y 7,7 millones de hombres, mujeres y niños que necesitan asistencia urgente son las cifras más recientes, según Naciones Unidas, de la situación social que vive Nigeria.
Desde 2009, el noreste del país se ha visto envuelto en un conflicto civil provocado por grupos armados. Este conflicto se ha extendido a los países limítrofes en toda la región del lago Chad, resultado de los desplazamientos generalizados, violaciones del derecho internacional humanitario y de derechos humanos, lo que hace que actualmente en esta zona se esté viviendo una de las peores crisis humanitarias. Camerún, Chad, Níger… son algunos de los países vecinos que están viviendo las consecuencias de esta situación. Una de las principales preocupaciones es la falta de víveres y recursos para estos desplazados.
Las noticias sobre nuevos ataques, violencia y actuaciones de grupos armados en el país africano son constantes. “Ataque de Boko Haram en Nigeria deja más de 50 muertos” fecha del 2 de marzo; “Secuestro de estudiantes en Kaduna”, el 10 de enero; “Al menos 31 muertos en un supuesto ataque de Boko Haram”, del 17 de julio. Pero no solo los ataques de Boko Haram han sumido al país africano en una profunda y peligrosa crisis social y humanitaria. El conflicto armado en el noroeste del país entre la oposición armada y el Ejército nigeriano se ha cobrado miles de vidas y obligado a otros cientos de miles a huir.
La situación actual de Nigeria no se entiende sin el grupo terrorista Boko Haram, pero tampoco sin una retrospectiva que contextualice los diferentes conflictos internos del país entre distintas etnias y religiones. El país contiene más de 500 grupos étnicos que hablan hasta 350 idiomas. Este país subsahariano probablemente sea uno de los países con mayor número de conflictos armados internos.
Nigeria es la principal economía subsahariana, rica en petróleo y gas natural, con una gran importancia para Europa. En la actualidad, el PIB nigeriano depende en un 70% de sus exportaciones petroleras. Nigeria posee los décimos mayores yacimientos petrolíferos del mundo.
Con una superficie de 923.768 kilómetros cuadrados, el doble que España, la historia y el contexto actual del país pueden resumirse en las diferentes latitudes del país, siendo el conflicto entre el Norte, en su mayoría musulmana, y el Sur, el más conocido; también existen otros conflictos internos. El conflicto de Biafra, el chiismo nigeriano, la insurgencia en el Delta de Níger, Boko Haram, o los ataques entre ganaderos y agricultores de diferentes etnias han hecho que la riqueza del país, la cual podía ser interesante para inversores, afronte un verdadero problema y eche para atrás cualquier intención de posibles colaboraciones económicas.
Un breve repaso por su historia más reciente hace entender los conflictos internos entre las diferentes etnias que tiene el país. El colonialismo británico perjudicó profundamente al país, encuadrándolo en fronteras artificiales que no hicieron otra cosa que dañar los lazos entre diferentes grupos étnicos. Fue en 1960 cuando Nigeria obtuvo la independencia británica, pero no fue hasta siete años después cuando vivó una de las más cruentas guerras que se recuerdan: la guerra civil de Biafra. Además, los golpes de Estado y las dictaduras militares han hecho que el país, a pesar de volver a la democracia en 1999, no se haya recuperado de esas experiencias. Nigeria vive en la miseria y en la desigualdad económica, lo que ha sido un perfecto caldo de cultivo para el surgimiento y el auge de organizaciones terroristas como Boko Haram.
Desde 2009, los extremistas de Boko Haram han matado a miles de personas en el noreste de Nigeria. En la última década el grupo islámico fundamentalista formado en 2002 y en guerra con el gobierno desde 2002, ha llevado a cabo los peores ataques que se recuerdan sobre la población civil.
Los inicios del grupo están en 2002 cuando Muhammed Yusuf tomó el liderazgo del grupo. El grupo, autodenominado Grupo de la Gente de la Sunnah para la Predicación y la Yihad (Jamā'at Ahl as-Sunnah lid-Da'wah wa'l-Jihād), se ha catalogado como uno de los más violentos del siglo XXI. La motivación para actuar de esa manera de Boko Haram es altamente conocida: la instauración de un califato, para así eliminar las causas del desvío moral que ha llevado a Nigeria a la ruina, como son la educación occidental, la tradición judeocristiana y la democracia. Aunque los orígenes de BH son algo inciertos, algunos lo sitúan en 1995 cuando Abubakar lawan creó la Organización de Jóvenes Musulmanes en Maiduguri, hoy centro de pobreza y violencia en el país. Pero hasta 2002 no se tornó este movimiento en violento, ya con Yusuf en el liderato.
Tras la muerte de Yusuf en 2009, Abubakar Shekau le sucede en el liderato de la organización terrorista y tomó una postura mucho más violenta con un escalda de ataques sin precedentes, dejando al Cinturón Medio de Nigeria sumido en el horror y el temor a la muerte. Los ataques fueron de tal envergadura que el Gobierno de Nigeria declaró el estado de emergencia en los tres estados del noreste del país: Borno, Asamawa y Yobe. Shekau incluso proclamó un ‘Estado Islámico’ en agosto de 2014 y un año después llegó a proclamar lealtad a Daesh, lo que hizo que cambiara su nombre por el de Wilayat Gharb Afriqiyya (Estado Islámico en áfrica Occidental). Sin embargo, en agosto de 2016, Abu Musab al Barnawi, hijo mayor del fundador del grupo, consiguió quitar el liderazgo a Shekau de BH, lo que ha creado dos facciones en el seno del grupo terrorista. En enero de 2015, Al Barnawi apareció en un video de la organización terrorista como portavoz, pero la publicación islamista reveló su ascenso, según el medio de propaganda de Daesh, All Nabaa.
El 26 de julio de 2009 el grupo terrorista perpetró su primer ataque en Nigeria con más de 50 víctimas mortales en una comisaría en Bauchi, al noreste del país. En total, más de 27.000 personas han sido asesinadas por la organización, según el Proyecto de Datos y Ubicación de Conflictos Armados (ACLED). Fue 2015 el año más sangriento con un total de 456 asesinatos. Entre 2015 y 2016, el papel del Ejército nigeriano en la lucha contra el terrorismo yihadista fue crucial para liberar a varias zonas urbanas y disminuir las áreas bajo control de BH.
Fue en 2014 cuando Boko Haram se dio a conocer internacionalmente. El secuestro de 276 niñas de entre 12 y 16 años de la escuela de Chibok, en el estado de Borno, no pasó desapercibido para los medios internacionales ni para la sociedad en general. Este secuestro provocado una ingente cantidad de mensajes en redes sociales que pedían la liberación de las niñas #BringNackOurGirls (Devuelvan a Nuestras Chicas), que se viralizó por todo el mundo e incluso la quien fuera primera dama norteamericana, Michelle Obama, exigió su liberación. A día de hoy, más de 200 niñas siguen desaparecidas y según Unicef, desde 2013, más de 1.000 niños han sido secuestrados por el grupo terrorista.
Las consecuencias que este conflicto ha dejado en la sociedad nigeriana son múltiples. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en Nigeria hay casi dos millones de desplazados internos. Además, algo más de 229.000 nigerianos, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), estarían refugiados en los países colindantes como Níger, Chad y Camerún. Esto ha provocado una grave crisis humanitaria, con una gran preocupación por la fatal de víveres y recursos para estos desplazados internos.
Según Amnistía Internacional, la inmensa mayoría de las personas desplazadas están en los estados de Borno, Yobe y Adamawa, en el norte del país. El 39% vivía en campos para la población internamente desplazados, el 61% residía en comunidades de acogida y la ONU estima que 5,2 millones de personas en el nordeste del país necesitan ayuda alimentaria urgente, entre ellos 450.000 niños y niñas menores de cinco años.
La respuesta a estos ataques indiscriminados ha llevado al Ejercito nigeriano a arrasar aldeas mientras los ataques de Boko Haram se intensifican. Según Amnistía Internacional, “las Fuerzas Armadas nigerianas han incendiado y causado el desplazamiento forzoso de aldeas enteras como respuesta a una reciente escalada de los ataques del grupo armado Boko Haram”. La organización denuncia la detención arbitraria de hombres de las aldeas afectadas por estos ataques, donde continúan violándose todo tipo de derechos humanos. “Estos flagrantes actos en los que se han arrasado aldeas enteras, se han destruido deliberadamente viviendas civiles y se han desplazado por la fuerza a sus habitantes sin que hubiera razones militares imperativas deber ser investigados como posibles crímenes de guerra”, asegura Osai Ojigho, directora de Amnistía Internacional en Nigeria.
Desde el año pasado, Boko Haram ha llevado a cabo cada vez más ataques en el nordeste de Nigeria, sobre todo en la carretera que une la ciudad de Maiduguri y Damaturu, capitales de los estados de Borno y Damaturu.
La reelección de Muhammadu Buhari a la presidencia nigeriana en 2019 vino motivada, en gran parte por sus declaraciones que repetidamente hizo sobre que el grupo terroristas estaba “técnicamente derrotado” y el 10 de septiembre de ese año, una vez ya presidente, admitió que “sus miembros aún son un fastidio”.
Una década después de haber iniciado una guerra cruenta y sin cuartel, los milicianos de Boko Haram aún están en activo. Con drones sofisticados, mejor preparados que el Ejército y con gran impunidad. Los terroristas controlan cuatro de las diez zonas en el Estado de Borno, en el norte del país y los ataques se suceden casi a diario. Según The New York Times, el Ejército nigeriano está desmoralizado y muchos soldados se quejan de la falta de recursos y el pobre material con el que trabajan. De hecho, el Ejército anunció en agosto que estaba retirando sus tropas de puestos en zonas rurales, resguardados, por lo que el grupo terrorista tendría ahora plena libertad para ejercer su tiranía.
Aunque el conflicto con los extremistas de Boko Haram ha capitalizado la mayor parte de los titulares de prensa, hay otro conflicto que ha devastado la región y que está matando seis veces más nigerianos que Boko Haram.
Los enfrentamientos periódicos entre agricultores y pastores han deteriorado el Cinturón Medio de Nigeria, dejando según un informe del International Crisis Group, 1300 personas muertas en 2019. “Lo que alguna vez fueron ataques espontáneos se han convertido en campañas premeditadas de tierra arrasada en las que los merodeadores a menudo toman a las aldeas por sorpresa por la noche”, reza el informe. Y es que, la competencia por los recursos tiene un papel fundamental en este conflicto. Durante siglos, los pastores nómadas han viajado por África en rutas tradicionales de ganado, en busca de tierras de pastoreo fértiles para sus vacas. La fuente de los enfrentamientos, que hasta ahora se habían reducido a pequeños incidentes, puede ser la batalla por los recursos; pero el conflicto tiene un trasfondo étnico y religioso. Los pastores son en su gran mayoría musulmanes de la etnia fulani, mientras que los agricultores son en su mayoría cristianos.
La etnia fulani es el grupo ganadero más grande de África. Durante la época de la colonización los fulani tuvieron que emigrar al sur cristiano en busca de tierras más aptas para sus animales. Hasta finales de los 90, agricultores y ganaderos mantuvieron relaciones cordiales. Pero una serie de incidentes han creado grandes hostilidades entre estos dos grupos, especialmente en la ciudad de Jos, en el estado de Planteau. En el centro de Nigeria, Planteau es lugar común para un total de 50 grupos étnicos. Los enfrentamientos entre agricultores y ganaderos han dejado más de 550 muertes y desplazamiento de miles de personas. En 2017 se implementó una prohibición de pastoreo en el estado de Benue, dejando a los pastores con pocas opciones de alimentar a su ganado y los pastores ven esta ley como un ataque directo a su estilo de vida, mientras que los agricultores lo ven como la única forma de evitar que sus campos sean pisoteados.
Otro de los problemas que preocupan a las autoridades nigerianas y a la sociedad es el eterno conflicto del Delta del Níger. La crisis del Delta del Níger, que se remonta hasta mediados del siglo pasado, se articula en torno al control de los recursos y la reparación de los daños causados al medio natural. La fuerte disputa por los recursos energéticos en la desembocadura del río Níger ha llevado a la marginalización, el confinamiento y el empobrecimiento de las etnias Ogoni y los Ijaw, así como otras tribus étnicas de las provincias costera de Rivers, Bayelsa y Delta.
El surgimiento del Movimiento para la Supervivencia del Publo Ogani (MOSOPO, por sus siglas en inglés), y sobre todo de su rama militar, el Movimiento por la Emancipación del Delta del Níger (MEND), han llevado a un auténtico conflicto entre estos jóvenes armados y organizados en milicias locales de resistencia y el Gobierno nigeriano. Esta amalgama de jóvenes armados lucha por el control del beneficio del petróleo para las etnias minoritarias de la zona y entre sus actividades delictivas se encuentran el saboteo de oleoductos y secuestro de trabajadores extranjeros, exigiendo al gobierno un rescate para ellos.
En 2009, el presidente nigeriano Umaru Musa Yar’Adua ofreció una amnistía a los grupos armados como forma de solucionar la violencia que sistemáticamente afectaba a la regio del Delta. Un total de 30.000 integrantes de las milicias están acogidos a la amnistía. Hasta finales de los 90, los grupos disidentes eran reprimidos con violencia por el Gobierno nigeriano; desde el 2000 hasta la ahora, los nuevos atentados contra las instalaciones y recursos petrolíferos han hecho que las tensiones sean mayores.
Las mujeres, grandes olvidadas
Los más vulnerables en este tipo de conflicto son las mujeres y niños, que pierden a sus padres y esposos por la violencia, y algunos son violados cuando sus aldeas son arrasadas. Según cifras de un estudio de Naciones Unidas, un 28% de las mujeres de entre 25 y 29 años han sufrido alguna forma de violencia física desde sus 15 años. El 18% de las niñas nigerianas están casadas a la edad de 15 años y, a pesar de una prohibición en 2015, la mutilación genital femenina todavía se lleva a cabo con total impunidad.
Mujammadu Buhari fue elegido en 2015 con la promesa de estabilizar el país, pero por el momento, Boko Haram sigue actuando, el conflicto agricultores-pastores permanece latente. Además, la economía sigue estancada y gran parte de la población vive en la pobreza extrema. Por si no fuera poco con los conflictos armados, el Gobierno de Nigeria es uno de los más corruptos del mundo. Según el último informe de Transparencia Internacional, el país está situado en el puesto 146 de 180. Otros grupos de análisis como el International Crisis Group, han hablado de la corrupción como un problema sistemático y generalizado. Escándalos como la vinculación de oficiales del Ejército en actividades ilegales como el bunkering- práctica utilizada por los grupos armados que implica el ataque a oleoductos con el fin de robar el crudo para venderlo como gasóleo o el robo diario de 250.000 barriles de crudo, hace que la lucha contra la corrupción sea una de las prioridades para el presidente nigeriano Buhari.
La corrupción es uno de los principales factores que explica la brecha entre ricos y pobres en el país subsahariano. Oxfam ha criticado a la clase política nigeriana por ello, y afirma que, a pesar de tener recursos adecuados para la reducción de la pobreza, el mal uso y la apropiación indebida de los mismos, ha hecho no que se reduzca, sino que aumente. Por ejemplo, los negocios pequeños tienen que pagar grandes impuestos, mientras que la gente con mayor poder adquisitivo se beneficia de amnistías fiscales arbitrarias, según una investigación de dicha organización.
La historia del país más poblado de África, la primera economía del continente, con grandes artistas como el primer premio Nobel de Literatura, Wole Soyinka, es triste debido a la miseria, la corrupción, el terrorismo y el fanatismo religioso.