Varios observadores consideran que el paso dado por Jalifa Haftar se dirige principalmente al Parlamento de Tobruk

La incertidumbre rodea la maniobra de Haftar en Libia

Khalifa Haftar, LNA Marshal

La incertidumbre sigue rodeando el destino de la alianza entre el Comando General del Ejército Nacional Libio (LNA, por sus siglas en inglés) y el Parlamento con sede en Tobruk después de que el mariscal de campo Jalifa Haftar anunciara que el acuerdo político de Skhirat de 2015 era “cosa del pasado” y su “aceptación del mandato popular” para gobernar Libia.

Es probable que la decisión de Haftar del 27 de abril cause confusión en las filas del campo pro-LNA. Esto, según los expertos, no parece servir a sus intereses en esta etapa y podría sobre todo beneficiar a los islamistas y sus aliados.

El Parlamento, encabezado por Aguilah Saleh, obtiene su legitimidad internacional del Acuerdo Skhirat. Se suponía que su legitimidad electoral expiraría un año después de las elecciones.

Algunos observadores consideran que la medida adoptada por Haftar se dirige principalmente al Parlamento de Tobruk, ya que los demás órganos civiles que obtienen su legitimidad del acuerdo político Skhirat se encuentran en Trípoli y Haftar lleva más de un año luchando contra ellos.

Los mismos observadores creen que Haftar está dando este paso para tratar de cortar el camino a cualquier proceso político futuro, especialmente después de los dolorosos reveses sufridos recientemente por su ejército tras la pérdida de las ciudades de Sorman y Sabratha, que habían estado bajo el control del LNA desde el comienzo de las operaciones militares contra Trípoli, y la pérdida de otras varias ciudades que el LNA controlaba desde hace unas dos semanas.

Muchos advierten de las consecuencias adversas de la medida de Haftar para la cohesión del campo pro-LNA al este del país, considerando que Saleh no aceptará la perspectiva de ser marginado o excluido y se considera un actor importante en el proceso político, además de su asociación con patrocinadores locales, regionales e internacionales.

Aunque Saleh y los miembros del parlamento de Tobruk todavía no han emitido reacciones explícitas al anuncio de Haftar de que tomaría el poder en Libia, fuentes confirmaron al Semanario Árabe que se están realizando esfuerzos de mediación entre ambas partes para encontrar un compromiso que impida que el movimiento pro-ALN se escinda.

Al mismo tiempo que Haftar pidió a las tribus libias que le dieran un “mandato” para tomar el poder, Saleh presentó una iniciativa para avanzar en el proceso político, que muchos consideraban un conflicto de posturas entre las dos partes.

Después de que Haftar anunciara el 27 de abril que aceptaría un mandato para gobernar el país, Stephanie Williams, jefa de la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL, por sus siglas en inglés), hizo una llamada telefónica a Saleh en la que acogió con satisfacción la iniciativa política que presentó.

La misión de la ONU dijo que Williams se puso en contacto con Saleh para “discutir” los últimos acontecimientos en Libia “como parte de sus continuos esfuerzos para poner fin a los combates en curso y buscar una solución política para la crisis de Libia mediante el acercamiento a todos los interlocutores libios”.

La Misión de las Naciones Unidas dejó claro en su página de Twitter que la conversación entre ambas partes “tocó la reciente iniciativa de Saleh, que Williams consideró una señal positiva. Acogió con beneplácito todas las iniciativas inclusivas que tienen por objeto poner fin a la lucha y la división y pedir el retorno al diálogo político en el marco de los resultados de la Conferencia de Berlín”.

Con esta medida, Haftar podría estar enviando mensajes a la comunidad internacional en el sentido de que inclinar la balanza del poder a favor del Gobierno del Acuerdo Nacional respaldado por Turquía y dirigido por Fayez Sarraj no le obligará a entablar negociaciones que no cumplan sus condiciones, y que un acuerdo militar sigue siendo su elección a pesar de los reveses sufridos.

En los últimos días, y a la luz de los ataques contra el GNA en el oeste de Libia, algunos países, incluido Reino Unido, han pedido que se reanude el proceso político. Esta medida ha profundizado las sospechas de que Occidente podría estar apoyando o permitiendo la intervención turca para crear un nuevo equilibrio de poder en Libia occidental que podría convencer a la región oriental y a las tribus que apoyan al LNA de la inverosimilitud de una solución militar, lo que obligaría a Haftar a aceptar un acuerdo que podría dar cabida a los objetivos de los islamistas y sus apoyos internacionales y regionales.

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