La pandemia del COVID-19 dejará consecuencias económicas que aún no se pueden prever. Por eso, en la rueda de prensa convocada tras la reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), su presidenta Christine Lagarde ha pedido a los gobiernos de la zona euro una respuesta de política fiscal “ambiciosa y coordinada para apoyar las empresas y los trabajadores en riesgo” por el coronavirus.
El BCE ha anunciado un paquete de medidas para tratar de atajar la crisis del coronavirus. Estos nuevos estímulos incluyen compras de activos por un valor de 120.000 millones hasta finales de año, lo que “apoyará unas condiciones de financiación favorables para la economía real en momentos de aumento de la incertidumbre”. Asimismo, se otorga el permiso a los bancos a usar las reservas de liquides para afrontar la crisis, bajar las exigencias de capital para los bancos de la zona euro y permitirles que operen temporalmente por debajo de sus actuales requerimientos de capital.
A partir de junio de 2020 y hasta junio del año siguiente, el BCE lanzará nuevas inyecciones de liquidez condicionadas a que los bancos aumenten sus préstamos a la economía real (TLTROs).
Lagarde ha considerado que los gobiernos y otras instituciones políticas deben actuar para afrontar el reto para la salud pública y mitigar el impacto económico. “La inflación podría ralentizarse sustancialmente los próximos meses”, ha advertido Lagarde. “Desde nuestra última reunión del Consejo de Gobierno a finales de enero, la propagación del coronavirus ha sido el principal impacto para las perspectivas de crecimiento de la economía global y de la zona del euro y ha aumentado la volatilidad en el mercado”, según Lagarde.
Además, la presidenta del BCE ha afirmado que la responsabilidad del BCE no es rebajar los diferenciales de deuda y ha decidido no rebajar los tipos de interés, que ya están en negativo. El tipo de interés general se mantiene en el mínimo histórico del 0% mientras que el tipo de la facilidad de depósito se queda en el -0,5%.
La presidenta del BCE ha considerado que, “incluso, si [la pandemia] es de naturaleza temporal, tendrá un impacto significativo en la actividad económica”, en concreto ralentizará la producción como resultado de la interrupción de las cadenas de suministro y reducirá la demanda nacional y externa.
El BCE ha revisado a la baja sus pronósticos de crecimiento para este año hasta el 0,8 % (1,1 % previsto en diciembre), hasta el 1,3 % en 2021 (1,4 % en diciembre) y hasta el 1,4 % en 2022 (invariable).
Estas proyecciones prevén un crecimiento débil sobre todo en la primera mitad de este año al que seguirá “una mejora en la segunda mitad”, ha dicho Lagarde. Asimismo, el BCE prevé ahora una inflación del 1,1 % este año, del 1,4 % en 2021 y del 1,6 % en 2022, sin variación respecto a los pronósticos de diciembre.
A los mercados no les ha convencido el plan de política monetaria propuesto por el BCE y las bolsas se han desplomado tras la decisión del BCE. El IBEX 35 ha cerrado con la mayor caída de su historia, algo más de un 14%, cuando antes de la decisión estaba en el 6%. Ha perdido casi 1.050 puntos en un solo día.
El selectivo español ha terminado la sesión de este jueves en 6.390 puntos. Aunque llueve sobre mojado -se ha dejado un 35% de su valor desde el pasado 23 de febrero, cuando el brote se expandió por Italia-, el índice de las mayores empresas ha experimentado el mayor desplome en toda su historia. De este modo, el 12 de marzo de 2020 se queda con el dudoso honor que, hasta la fecha, correspondía al 24 de junio de 2016, el día después de que los británicos decidieran salir de la Unión Europea. Se trata, además, de la peor semana acumulada de la historia (y todavía no ha terminado), con un 22% de pérdida desde el lunes. Son peores datos que los registrados en la semana que sucedió a la quiebra de Lehman Brothers.
ACS ha encabezado la caída generalizada. Todas las firmas han cerrado en rojo, la mayor parte de ellas con descensos de cotización comprendidos entre el 14 y el 18%. Solo tres han conseguido evitar una caída superior al 10%, aunque tampoco se han quedado muy lejos de los dobles dígitos: Grifols, Masmovil y Viscofan.
La jornada tampoco ha ido mejor en el resto de los principales parqués europeos. La MIB de Milán, la principal bolsa transalpina, ha cerrado con un 16,6% de pérdida, lo que significa que ha perdido una sexta parte de su valor en solo un día. Por su parte, el CAC parisino, el Dax de Frankfurt y el índice continental Eurostoxx 50 se dejan todos en torno a un 12,2%. El LSE londinense, al quedar fuera de la zona euro, no pierde tanto, pero cae por debajo del 6%.
Por el momento, el pesimismo se ha contagiado al otro lado del Atlántico, pero en distinta medida. El Dow Jones y el Nasdaq registran pérdidas, actualmente de entre el 3,5 y el 4%.