La guerra de Yemen, aunque olvidada para muchos, vuelve a escena en un nuevo episodio de ayuda iraní hacia el bando revolucionario de los hutíes. En esta ocasión, la Quinta Flota de la Marina de Estados Unidos ha logrado incautar el envío de “enormes” cantidades de explosivos que se dirigían a territorio yemení. El comunicado emitido por los norteamericanos afirma que la cantidad incautada en el Golfo de Omán es suficiente para fabricar más 10 misiles balísticos de medio alcance. Además, se trata del mismo compuesto utilizado en las armas con las que los rebeldes yemeníes atacaron recientemente a la coalición árabe liderada por Arabia Saudí.
Riad lleva tiempo acusando a Irán de ayudar a los hutíes en la guerra de Yemen, algo evidente a ojos de la comunidad internacional que Teherán insiste en negar. El país liderado por Ali Jamenei es consciente de que la ayuda proporcionada a los hutíes viola las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y, además, las sanciones impuestas por Washington. Sin embargo, el apoyo iraní, lejos de cesar, se ha incrementado, como demuestra esta nueva incautación de armamento por la marina norteamericana.

El comandante del Mando Central de las Fuerzas Navales de Estados Unidos, Brad Cooper, aseguró que “la transferencia ilegal de ayuda mortal desde Irán no pasa desapercibida”. Además, se mostraba muy crítico con la actitud de Teherán ya que, dice, “es irresponsable y peligrosa y conduce a la violencia y la inestabilidad en todo Oriente Medio”. El propio Cooper dijo que esta embarcación suponía “un peligro para la navegación de carga comercial” e incidió en la mencionada violación de la resolución 2216 del Consejo de Seguridad de la ONU.
Sin embargo, los observadores creen que parte de la responsabilidad de este suministro armamentístico por parte de Irán a los hutíes es de la propia comunidad internacional. Las sanciones tanto de Estados Unidos como del Consejo no están evitando que Teherán ayude continuamente al bando rebelde. Es por ello por lo que señalan también a las potencias como actores que podrían incidir en estas sanciones, pero no parecen estar dispuestos a hacerlo. Tampoco hay que olvidar que muchas de las potencias internacionales se están viendo beneficiadas de forma indirecta por la guerra de Yemen, siendo los principales proveedores de armas a Arabia Saudí.

En lo que respecta al momento actual, Estados Unidos ha reafirmado su posición como garante de la seguridad en el Golfo de Omán. Hay que tener en cuenta que no se trata de la primera incautación que ha llevado a cabo Estados Unidos este año. Ya en enero, el destructor de misiles guiados USS Cole (DDG 67) y el buque costero USS Chinook (PC 9) confiscaron 40 toneladas de urea explosiva transportada en otra embarcación pesquera en la misma localización y con idéntico destino. Esta operación se llevó a cabo tan sólo un mes después de interceptar otro cargamento de rifles y municiones procedente de Irán, que tenía como objetivo abastecer a las fuerzas hutíes.
El contexto yemení es realmente complicado. A pesar de los esfuerzos de Estados Unidos por evitar la llegada de ayuda iraní, la, según Naciones Unidas, mayor catástrofe humanitaria desde la segunda Guerra Mundial empeora cada día. La población yemení no sólo se ve perjudicada por la guerra de forma directa. Son de hecho las consecuencias derivadas de ella las que están causando estragos en la sociedad. Cerca de cinco millones de personas padecen desnutrición y se espera que, de no acabar con la guerra en el corto plazo, más del 65% de la población superará el umbral de la pobreza extrema.
Coordinador de América: José Antonio Sierra