La muerte y la desolación avanzan sin parar en Gaza

Por Samira Maaluf
Foto: La muerte y la desolación se han apoderado de la Franja de Gaza.
 
La muerte y la desolación se han apoderado de la Franja de Gaza desde que Israel decidió atacar este territorio palestino para responder a los lanzamientos de cohetes contra territorio israelí por parte de las milicias armadas de Hamás. Nadie, ni la ONU, ni Estados Unidos, ni la Unión Europea (UE), ni los países árabes que dicen ser solidarios con el pueblo palestino, es capaz de detener la barbarie. Los dirigentes israelíes aseguran que han invadido Gaza para acabar con la infraestructura y el terrorismo de Hamás y porque defienden la seguridad de su población civil. Los islamistas radicales, que cuentan con apoyos en algunos países árabes y en Occidente, afirman que actúan contra Israel porque es un Estado colonial y agresor que quiere exterminar a los palestinos. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, que ejerce su autoridad en Cisjordania, hace lo que buenamente puede, que es protestar y poco más. El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, anunció en Egipto una ayuda de 47 millones de dólares, y una cámara le grabó diciendo que la operación militar israelí contra Gaza es “un infierno”. Un infierno que sufren los más débiles: niños, ancianos, enfermos y mujeres embarazadas. Los matones de Hamás y de otros grupos extremistas palestinos, que ejercen un régimen dictatorial sobre la población gazatí,  también mueren y matan y no piensan retroceder ni un milímetro en su loca carrera hacia la nada. La extrema derecha israelí, que tiene algunos ministros en el Gobierno de Benjamin Netanyahu, azuza los ánimos antiárabes de un sector de la población. La intransigencia de unos y de otros, los intereses geoestratégicos y económicos de las grandes potencias y, en general, la cobardía e ineptitud de la comunidad internacional hacen, hoy por hoy, prácticamente imposible una solución racional y dialogada al conflicto palestino-israelí. La solidaridad sectaria a favor de israelíes o palestinos que se expresa en las calles de algunas ciudades árabes y europeas tampoco ayuda demasiado. El conflicto entre israelíes y palestinos y árabes que se inició a finales de los años 40 del siglo XX se encuentra en un callejón de difícil salida. “Y sólo se resolverá si hay verdadera  voluntad  política por las dos partes, quedan aislados los extremistas musulmanes y judíos, y la comunidad internacional presiona para que se  logre un acuerdo político sólido”, apunta a Atalayar un observador político árabe. 
 
Éxito militar escaso
Desde el punto de vista humanitario, el balance de dos semanas de ofensiva israelí en Gaza es terrible: al menos 514 muertos y miles de heridos, por parte palestina, y 25 soldados israelíes fallecidos. Entre 10 y 15 milicianos de Hamás consiguieron penetrar en territorio israelí. Después, el Ejército israelí confirmó que hubo un tiroteo y “al menos 10 terroristas han sido abatidos”. También murieron varios soldados israelíes. Fuentes palestinas informaron de que un hospital de Gaza había sido objetivo militar del Ejército israelí. Egipto, mediador histórico del conflicto, sigue defendiendo su propuesta de alto el fuego seguido de negociaciones entre los dos bandos,  que tiene un amplio respaldo internacional y el apoyo de la Liga Árabe, pero  tropieza con el rechazo  de Hamás y la Yihad Islámica. Israel no quiere hacer marcha atrás, pero no está consiguiendo grandes éxitos en el terreno estrictamente militar. En cuatro días han muerto más soldados -el doble exactamente- que durante la ‘Operación Plomo Fundido’ de 2008. Para los observadores regionales, es el peor revés militar desde la guerra de Líbano en 2006. Las bajas angustian a la población israelí, que utiliza las redes sociales para expresar su descontento. Netanyahu aseguró que “la operación continuará hasta que logre su objetivo”, pero una parte de la ciudadanía israelí no lo ve claro y le gustaría que callaran las armas. Este sector de la población no es muy receptivo al triunfalismo gubernamental ni está “impresionado”, como dijo el primer ministro, por los buenos resultados de la operación militar: 45 túneles de Hamás localizados, 2.700 objetivos “terroristas” atacados y 160 milicianos muertos.  “La operación es compleja y va a tener momentos difíciles, pero unidos podemos lograr nuestro objetivo”, afirmó Netanyahu. Los halcones ulraderechistas como los ministros de Asuntos Exteriores y Energía, Avigdor Lieberman y Naftali Bennett, respectivamente, están satisfechos y piden más dureza contra Gaza. La muerte de soldados israelíes no es para la ultraderecha “una sorpresa” sino un mal inevitable, porque lo importantes es “acabar con los terroristas”. Según la analista israelí Sima Kadmon, “Hamás ha proporcionado el consenso necesario para la guerra”. Es una verdad a medias, según los grupos pacifistas,  que aseguran que una parte de la población está cansada de violencia, tensiones y muertos y quieren vivir en paz con los palestinos. No son, por supuesto, los colonos que ocupan ilegalmente territorios ni la ultraderecha belicosa, pero si muchos ciudadanos que han entendido que la guerra con los palestinos no es la solución, sino el problema.
 

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