En la disputa por el liderazgo mundial destacan las nuevas posturas nucleares de Estados unidos, Rusia y China

La nueva carrera nuclear tras 75 años de era atómica

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Introducción

Recientemente se ha recordado el nacimiento de la era atómica, 75 años después del empleo del armamento nuclear sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. En este periodo de tiempo han ocurrido numerosos acontecimientos relacionados con la proliferación nuclear, que llevaron al mundo a posturas de máxima tensión y que parecía que con la desaparición de los grandes bloques había tomado la senda de la reducción y el camino hacia la no proliferación.

Sin embargo, las posturas revisionistas en el nuevo orden multipolar han ocasionado que las potencias atómicas se hayan visto en la tesitura de examinar sus estrategias nucleares para mantener su estatus o para mejorar sus respectivas posiciones. Por ello, los programas de modernización de armamento nuclear han demostrado que, en esta carrera por el poder, la disuasión se está imponiendo al control de armamentos. Esto podría traer consigo el riesgo de la proliferación nuclear y la posible vuelta a escenarios en que la humanidad hizo frente a los peligros de un enfrentamiento de estas características.

A lo largo del presente documento se estudiarán los casos de EE. UU., Rusia y China como potencias globales que pretenden mantener su estatus, ocupar el espacio que le corresponde o aspirar al liderazgo respectivamente. Estas tendencias geopolíticas se plasman en diferentes estrategias entre las cuales se encuentran las de tipo nuclear.

Para alcanzar sus pretendidos objetivos, los referidos Estados se encuentran diseñando nuevos tipos de armas nucleares, cuyo desarrollo puede entrar en confrontación con lo estipulado en los tratados relacionados con la reducción de armamentos y la no proliferación nuclear. Por dicho motivo es posible que en un futuro no muy lejano muchos de estos acuerdos, cuyo consenso fue fruto de grandes esfuerzos, pasen por momentos críticos e incluso se den circunstancias que lleven a su modificación o desaparición.

El contexto geopolítico en el nuevo orden nuclear

La situación geopolítica del futuro pospandémico tiene los visos de un incremento en la brecha que cada vez se abre con mayor profusión entre los EE. UU. y China, a la que hay que sumar la posición de Rusia como gran potencia, en relación con la pugna entre los grandes actores con capacidad nuclear.

A este conflicto de intereses por el liderazgo mundial se suman la predisposición de las potencias regionales nucleares por ocupar un espacio de mayor poder en su ámbito de influencia y el temor de otros Estados con capacidad nuclear a que sus rivales puedan poner en peligro sus intereses vitales. En este contexto se pueden comprender las reacciones de determinados actores en el continente asiático como pueden ser India, Paquistán o Corea del Norte y las secuelas derivadas que los países del entorno puedan poner en marcha para garantizar su seguridad.

Igualmente, los Estados europeos con capacidad nuclear y sus socios se encuentran a la expectativa de la evolución de los acontecimientos en un entorno en el que las relaciones trasatlánticas no pasan por sus mejores momentos, al tiempo que Rusia vuelve de nuevo a su tendencia geopolítica natural de expansión hacia su eje suroeste. Teniendo en cuenta que el arsenal ruso de armas subestratégicas se situaba alrededor de las 1850 unidades, no parece que su tendencia sea puramente disuasoria1.

A los actores globales y regionales nuclearizados hay que añadir la necesidad que pueden sentir diferentes países por alcanzar la capacidad nuclear militar, ya sea para respaldar su predisposición geopolítica al liderazgo en sus respectivas regiones o por el contrario cuestionar la corriente expansionista de potencias que buscan la extensión de su espacio de influencia. En este sentido es especialmente preocupante la situación en el gran Oriente Medio, donde la rivalidad entre iraníes y saudíes alcanza a toda la región en la que se encuentra Israel como potencia nuclear no declarada.

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La dirección en que apunta el fenómeno evolutivo de la globalización, en un contexto multipolar, se podría calificar como de claro realismo ofensivo. Esta corriente, en la que cabe destacar al profesor John Measheimer, coincide plenamente con un nuevo orden en el que los actores emergentes plantean una postura revisionista y no se limitan a someterse al sistema establecido, buscando una nueva posición en la jerarquía de las potencias2. Sin embargo, para posicionarse en los puestos de la cabeza se necesita una credibilidad nuclear suficiente que respalde otras aspiraciones hegemónicas como pueden ser las comerciales, económicas, territoriales o ideológicas.

La cultura estratégica nuclear de los grandes actores

Focalizando el contenido de este documento en los tres mayores actores nucleares globales, se tratará a continuación cómo EE. UU., Rusia y China pueden emplear la posesión de armas nucleares como un respaldo a sus estrategias de ámbito mundial y de defensa de sus intereses vitales. Aunque EE. UU. sería el Estado que comenzó a hacer pública su orientación nuclear con la Nuclear Posture Review (NPR) del año 2018, no es menos cierto que Rusia, a principios de 2020, también hizo pública su propia estrategia nuclear. La opacidad de China en este sentido no quiere decir que mediante los hechos no haya demostrado el interés en este tipo de armamentos, para respaldar su tendencia de expansión global, comenzando por la región más próxima a sus costas.
EE. UU. y la NPR de 2018: promesas cumplidas

Tras la llegada del presidente Trump a la Casa Blanca, su actitud cambió radicalmente respecto a su antecesor, Barack Obama. La Administración Trump contemplaba la competencia entre los actores globales destacando claramente la rivalidad que planteaban los rusos, chinos, iraníes y norcoreanos. Por ello, cuando en 2018 se publicó la nueva NPR se identificó a dichos Estados como amenazas3.

Estas amenazas percibidas no solo se consideraron en el ámbito nuclear, sino que se hizo un espacial énfasis en otro tipo de ataques, como pueden ser los cibernéticos, que podrían ser causa de unos daños tan importantes e incluso mayores que los del armamento atómico. Por ello, el empleo de las armas nucleares se abre como un amplio abanico de posibilidades y respuestas graduadas, lo que hace que en la NPR se plantee la necesidad de una profunda revisión, actualización e incluso la modernización de las capacidades de las armas atómicas estadounidenses4.

El foco de la preocupación nuclear norteamericana se centraba en Rusia, ya que los rusos habían cometido actos que rompían el orden internacional en su periferia inmediata, entre los que destacaba el caso de Crimea. Los norteamericanos consideraron que Rusia había focalizado su estrategia nuclear en el concepto «escalar para desescalar», donde la tensión en una crisis podría ser aumentada mediante el potencial empleo de las armas nucleares, para posteriormente buscar la distensión desde una postura de fuerza y unas negociaciones favorables5.

Los estadounidenses consideraron a China como el nuevo gran desafío, ya que buscaba desplazar el poder norteamericano no solo en el ámbito nuclear, sino también en el espacial y el cibernético. Como hecho significativo se citaba la construcción de una barrera de islas artificiales en el mar de la China que, ante la amenaza instalada en ellos, obligaría a retroceder al potencial aeronaval norteamericano. Por este motivo, EE. UU. debería encontrarse preparado para responder ante un ataque nuclear o convencional de China contra sus intereses o los de sus aliados6.

Las consecuencias derivadas de la NPR del 2018 se han empezado a notar en el campo de las armas nucleares, ya que la Administración Trump ha hecho un especial énfasis en la modernización y la puesta en servicio de nuevos tipos de armamento de estas características. Por ello, al plan de modernización de Obama se han añadido nuevas capacidades, entre las que se incluye dotar a los actuales submarinos de misiles nucleares balísticos (SSBN, por sus siglas en inglés) con armas de diferentes potencias e incorporar plenamente esta capacidad de respuesta graduada en la próxima generación de sumergibles7.

Los planes de Trump se hicieron realidad cuando en 2020 el USS Tennessee (SSBN- 734) zarpó portando misiles con ojivas W76-2. Según John Rood, subsecretario estadounidense de política de defensa, esta capacidad «fortalece la disuasión y proporciona a los Estados Unidos un arma estratégica de bajo rendimiento rápida y con mayor supervivencia; apoya nuestro compromiso con la disuasión extendida; y demuestra a los adversarios potenciales que no hay ventaja en el empleo nuclear limitado, porque Estados Unidos puede responder de manera creíble y decisiva a cualquier escenario de amenaza». Sin embargo, esta solución transitoria tiene sus riesgos ya que, al ser el vector de lanzamiento un misil Trident, su detección no podría distinguir si porta un arma nuclear de gran o pequeña potencia, pudiendo llevar a decisiones basadas en suposiciones erróneas8.

En el campo estratégico-militar, las intenciones de la Casa Blanca se han plasmado en la actualización de su plan de operaciones (OPLAN) 8010/12 Strategic Deterrence and Force Employment , incluyendo opciones flexibles de intervención contra Rusia, China, Corea del Norte e Irán. La verificación del plan se plasmó en 2019 a través de varios ejercicios, entre los que destacó el ejercicio de Comunicación Estratégica (STRATCOM) Global Lightning, en el que se apoyó al mando estadounidense en Europa (USEUCOM). Durante el ejercicio, que incluía otros derivados, desplegaron con base en Reino Unido bombarderos B-52 a los que se asignaron misiones sobre el Báltico y la costa de Noruega9.

En un futuro se abre la posibilidad de que las nuevas armas de diferentes potencias necesiten ser experimentadas. EE. UU. no ha realizado una prueba nuclear desde 1992 y es partícipe en el Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares (CTBT, por sus siglas en inglés), aunque este no ha sido ratificado por el Senado estadounidense. Teniendo en cuenta que los norteamericanos acusan a rusos y chinos de haber realizado pruebas nucleares, esta posibilidad se plantea con una firme consistencia. Entretanto, fuentes del Departamento de Energía afirman tener «el requisito de conservar la capacidad de reanudar las pruebas en determinados plazos. Siempre es prudente revisar esos plazos para conocer la postura de preparación»10.

La recuperación de las capacidades nucleares de Rusia

Muchas de las líneas de actuación exterior de Rusia se han realizado de acuerdo con la teoría del neoeuroasianismo, sobre la que el geopolítico Alexander Dugin analizó las relaciones rusas mediante los ejes de extensión oeste, sur y este. Por este motivo Rusia debe tender a comunicarse con Alemania, Irán y Japón, dejando aparte a largo plazo a chinos y turcos por oponerse a estos ejes (hecho aún pendiente de constatación). Para Dugin, el proyecto de Eurasia depende del equilibrio nuclear entre Rusia y el «atlantismo» representado por la OTAN. La existencia de este equilibrio aumentaría el atractivo que ofrece Rusia para otros Estados, al tiempo que proporcionaría una capacidad de resolución de crisis frente a las amenazas de EE. UU. y de sus socios de la OTAN11.

Desde el año 2014, Rusia ha mostrado una posición controvertida en el ámbito internacional. A ello ha contribuido su percepción cultural de «única civilización» que puede mostrarse como una alternativa al orden multipolar. Por esto, se puede apreciar una tendencia a ejecutar acciones que obliguen al mundo occidental a reajustar sus relaciones tradicionales12.

Sin embargo, hay que hacer notar que la actitud de Rusia ha sido despertada por una serie de acontecimientos que le han hecho sentirse amenazada por la expansión euroatlántica desde la incorporación a la OTAN de Polonia, Hungría y Chequia. Así, la secuencia de la independencia de Kosovo, en 1999, la incorporación a la Alianza de las Repúblicas bálticas en 2004 y las aproximaciones a Georgia en 2008 y Ucrania en 2014, hicieron que los rusos se sintiesen forzados a intervenir para proteger su periferia inmediata13.

La doctrina nuclear rusa se ha venido adaptando a los requerimientos de los nuevos tiempos. Al verse en inferioridad de armamento convencional frente a sus rivales occidentales, los rusos optaron por la posibilidad de la disuasión nuclear ante un ataque nuclear o convencional. En este sentido se pueden comprender las doctrinas militares rusas de los años 2000, 2010 y 201514.

En el año 2020, Rusia promulgó por primera vez una doctrina nuclear específica en un momento en el cual había renovado una parte importante de su arsenal nuclear. La orden presidencial Principios básicos de la política estatal de la Federación de Rusia sobre la disuasión nuclear, contemplaba la decisión política del empleo de las armas nucleares y las circunstancias de su posible utilización o amenaza15.

Los rusos parecen ser continuistas con su postura defensiva para protegerse a sí mismos y a sus aliados del expansionismo occidental. Sin embargo, las posibilidades de utilización de este tipo de armas se han incrementado respecto de las anteriores doctrinas militares.

Los escenarios tradicionales de empleo contemplaban la reacción ante el uso de armas nucleares u otros tipos de armas de destrucción masiva contra Rusia o sus aliados. También se recogía la posibilidad de reaccionar a un ataque convencional contra la Federación rusa o en el caso de que estuviese en peligro la existencia del Estado16.

A las circunstancias anteriores se han sumado otros dos nuevos escenarios. El primero de ellos se refiere a la llegada de datos que indiquen que se ha producido un lanzamiento de misiles balísticos contra Rusia o sus aliados (concepto conocido como launch on warning). El segundo contempla un ataque contra un Estado o medios militares rusos desplegados que pongan en peligro la capacidad de respuesta de las fuerzas nucleares de Rusia17.

Además, se aprecia en la lectura del documento el concepto de «escalar para desescalar», ya que en el punto cuarto de las Disposiciones Generales se hace referencia a que la terminación de un conflicto se debe realizar de manera favorable para Rusia o sus aliados. No obstante, queda tan difuso que esta lectura se presta a múltiples interpretaciones o ambigüedades, lo que puede llevar a percepciones erróneas en el caso de una crisis.

En este entorno de rivalidad Rusia comenzó una profunda revisión y actualización de su armamento nuclear a partir del año 2011, sufriendo varios retrasos debido a la recesión económica que soportó el país. Sin embargo, el programa continuó adelante con la premisa de contrarrestar el escudo antimisiles que la OTAN posee en Europa. A partir de 2018, el presidente Putin reavivó el impulso anunciando una serie de nuevos proyectos, entre los que se encontraba un nuevo misil hipersónico denominado Avangard y un vehículo submarino remotamente tripulado que podría causar la contaminación radiactiva de la costa sobre la que actuase18.

Con posterioridad se tuvo conocimiento de la prueba de un misil en la región de Arkangel, que, en 2019, ocasionó un accidente radiactivo y el anuncio, en 2020, de los ensayos de un dron marítimo, que con el nombre de Poseidón tendría la posibilidad de recorrer decenas de miles de kilómetros portando una cabeza nuclear de gran potencia19.

El ascenso de la capacidad nuclear de China

La concepción geopolítica de China ha cambiado radicalmente desde las posturas tradicionales de la narrativa confucio-menciana que, hasta la muerte de Mao, imperaban en el país. El comienzo de la industrialización tras la ocupación encubierta del poder por Deng Xiaoping, en 1978, y su fuerte aceleración con Xi Jinping, marcan una ruptura de tendencia basada en el potencial industrial, el apremio por la obtención de materias primas y la necesidad de la protección de sus vías de comunicación. Muchos de estos hechos han sido el reflejo del «gran sueño chino» del coronel Liu MingFu20.

La consideración que Mao tenía hacia las armas nucleares a las que denominaba «tigres de papel» hizo que la potencia nuclear china no estuviese a la altura de americanos y soviéticos ya que, aunque el sacrificio que comportaría su empleo sería muy importante, no serían resolutivas para la victoria en caso de guerra. Por ello, aunque sin revelar claramente sus intenciones, la estrategia nuclear china parecía basarse en una defensa suficiente para proporcionar una disuasión efectiva, confiando más en las enormes capacidades del Ejército Popular de Liberación (EPL)21.

La estrategia nuclear china se hizo patente cuando se publicó en 2006 su Libro Blanco de la Defensa, en el que promulgaba una «estrategia nuclear de autodefensa» para disuadir de un ataque nuclear contra China y evitar la coacción de otros Estados mediante la amenaza nuclear. Por ello, los chinos se mantuvieron en su política de «no primer uso» (NFU por sus siglas en inglés), declarando no emplear sus armas nucleares contra Estados no nucleares. Entretanto, frente a los Estados nuclearizados China mantendría la capacidad de disuasión basada en la «represalia asegurada», por los que el EPL almacenaría las cabezas nucleares separadas de los misiles (especialmente protegidos después de la Primera Guerra del Golfo), ensamblando el arma para una acción de represalia. Esto ocasionaba que el nivel de alerta de las fuerzas nucleares chinas fuese bajo, a diferencia de las americanas y rusas22.

Debido a las causas anteriores, China cuenta actualmente con unas 300 armas nucleares, fundamentalmente basadas en misiles terrestres, a las que se suman algunas capacidades submarinas y unas muy limitadas capacidades aéreas. Por ello, aún no se ha considerado que posea el estatus de Triada Nuclear, al que se está acercando a una velocidad vertiginosa23. Hay que tener en cuenta que en 2015 se hizo efectivo el programa chino de SSBN, con la entrada en servicio de los misiles Julang-2 en al menos cuatro sumergibles de la clase Jin que posee la marina del EPL24. Además, la fuerza aérea del EPL ha sido reasignada para misiones nucleares, probablemente con algún tipo de bombardero de carácter todavía experimental. A esto hay que sumar el desarrollo de una nueva generación de misiles móviles con cabezas múltiples de reentrada (MIRV por sus siglas en inglés)25.

Varias corrientes de pensamiento militar chinas abogan por la evolución de la postura nuclear hacia la posibilidad del launch on warning, aumentando de este modo la capacidad de disuasión mediante la mejora de los sistemas de preparación, vigilancia y proceso de toma de decisiones, gracias a sofisticados sistemas de mando y control (basados en tecnología cuántica y, por lo tanto, no interferibles). Estas capacidades serían aumentadas mediante sistemas de alerta temprana satelitales y protegidas por escudos contra misiles balísticos26.

Actualmente, China podría incrementar linealmente el número de armas nucleares que posee, aunque sería suficiente para solucionar las vulnerabilidades estratégicas de un actor en expansión global. Las 14 toneladas de uranio altamente enriquecido (HEU, por sus siglas en inglés) y las 2,9 toneladas de plutonio que posee el país, le darían la posibilidad de producir varios cientos de armas27.

Si esto ocurriese así es posible que en un futuro relativamente próximo la postura nuclear de China pudiese cambiar de la NFU a la launch on warning ante un inminente ataque nuclear. La mejora de sus misiles de superficie y submarinos y la búsqueda de un misil lanzado desde una plataforma aérea proporcionaría a los chinos una triada nuclear lo suficientemente efectiva para este cambio28. Sin embargo, el Libro Blanco de la Defensa chino de 2019 sigue afirmando que «China siempre está comprometida con una política nuclear de no usar por primera vez estas armas en ninguna circunstancia, y no utilizar o amenazar con usar armas nucleares contra estados que no poseen armas nucleares o zonas libres de armas nucleares incondicionalmente»29.

A todo ello hay que añadir el secretismo que envuelven las acciones relacionadas con la actividad nuclear de los chinos. Entre ellas hay que citar las mejoras que están desarrollando para duplicar su capacidad nuclear hacia el año 2030 y que, aparte de la citada modernización de los misiles balísticos, se encuentra en desarrollo un nuevo modelo de misil intercontinental basado en silos considerado un tipo de arma de «primer ataque» o first strike. Dichos misiles podrían estar dotados de velocidades hipersónicas y trayectorias aleatorias, lo que haría muy difícil la defensa antimisil30.

Otro de los interrogantes es la producción china de uranio y plutonio, muy por encima de las necesidades de su industria civil. En el caso de que construyesen las plantas de enriquecimiento y reprocesamiento planeadas, China podría producir anualmente unas 1500 ojivas nucleares, lo que le otorgaría la paridad con rusos y norteamericanos en 10 años31. Ante todos estos datos cabe hacerse la pregunta de cuáles son las verdaderas intenciones de China, cuando ya posee la capacidad necesaria para actuar sobre las ciudades de EE. UU. en el caso que necesiten aplicar medidas de represalia.

El castillo de naipes de los tratados de no proliferación nuclear

En un entorno altamente competitivo, como el anteriormente descrito, hay poco espacio para la continuidad de los tratados relacionados con la no proliferación nuclear, al menos tal y como se han conocido hasta nuestros días. Además, hay que tener en cuenta que dichos tratados provienen de una época en la que los bloques estadounidense y soviético se encontraban enfrentados y que la capacidad de China como potencia en expansión no se había considerado.

Figura 2

El primer aviso de que las cosas no iban a ser como antes se produjo con la retirada de EE. UU. del tratado ABM que había establecido, como medida de confianza entre ambos bloques, la supresión de los escudos contra los misiles balísticos. Los llamados atentados de las Torres Gemelas del año 2001 hicieron que EE. UU. se retirase del tratado en 2002, quizá precipitadamente, dejando paso a que más adelante las defensas antimisiles sembraran de nuevo la desconfianza entre los rivales del nuevo orden global.

La necesidad de la protección de su periferia inmediata hizo que los rusos buscasen en la estrategia de «escalar para desescalar» una solución contra lo que consideraban un acoso por parte de Occidente. Para ello necesitaban dotarse de nuevos armamentos nucleares que pudiesen proporcionar una respuesta gradual ante una crisis. En el camino de las intenciones rusas se encontraba el Tratado INF o de Fuerzas Nucleares Intermedias, que contemplaba la desaparición de todos los misiles rusos y norteamericanos basados en tierra, con alcances comprendidos entre los 500 y los 5000 kilómetros.

Aunque los norteamericanos observaron algunas anomalías por la parte rusa hacia el año 2009, las dejaron pasar, quizá por evitar mayores problemas para la renovación al año siguiente del Tratado New START (se tratará más adelante), sobre armas nucleares estratégicas. Los avances tecnológicos rusos, sobre la base de los misiles Kalirb e Iskander, hicieron que a partir del año 2015 las tensiones entre ambos comenzasen a incrementarse significativamente.

Los rusos tenían su propia visión sobre el tratado del que consideraban que EE. UU. estaría incumpliendo su espíritu, ya que los vehículos aéreos remotamente tripulados armados, como los Predator, podrían considerarse incluidos. Además, se estaban instalando lanzadores antiaéreos MK-41 en los sistemas antimisiles Aegis Ashore próximos a las fronteras rusas. Los rusos consideraron que este tipo de lanzador podría tener un doble uso si se adaptaba para el lanzamiento del misil Tomahawk, por lo que estimaron que los norteamericanos incumplían lo pactado32.

El Tratado INF acabó expirando en 2019 mientras que, al otro lado del mundo, China comenzaba a desarrollar diferentes modelos de misiles, con capacidad dual y diversidad de alcances.

El siguiente acuerdo en riesgo lo constituye el Tratado New START que había sido renovado en el año 2010 y expirará en febrero de 2021. Este documento consiste en fijar un techo máximo de armas nucleares estratégicas tanto para rusos como estadounidenses. Básicamente limita a ambos a no poseer más de 1550 cabezas nucleares desplegadas y 700 vectores de lanzamiento, tanto misiles como bombarderos estratégicos. Estos límites se alcanzaron en 2018 y actualmente se estima que se están cumpliendo33. Aunque el tratado posee medidas de verificación, no se están llevando a cabo debido a la pandemia.

En el verano de 2020, las conversaciones se encontraban en un punto muerto debido, entre otras consideraciones, a preocupaciones sobre las armas hipersónicas, los escudos antimisiles o las armas convencionales de largo alcance y precisión, aunque el Senado norteamericano no quiere que estos dos últimos puntos sean tratados en dichas conversaciones34.

En el caso de que no se renovase, el acuerdo podría extenderse durante cinco años por parte de los presidentes ruso y norteamericano. Putin ha mostrado su predisposición a esta extensión, pero la Administración Trump considera que el acuerdo está desfasado y hay que revisarlo.

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La cuestión nuclear china es un importante escollo para las conversaciones. EE. UU. ha invitado a China a sumarse a este tratado de reducción en un acuerdo trilateral con importantes medidas de verificación y que abarque todo tipo de cabezas nucleares. A pesar de la invitación, los chinos no se han sumado a las negociaciones35. Para Fu Cong, máximo responsable para el control de armamentos en el Ministerio de Exteriores chino, su país estaría dispuesto a sumarse a un acuerdo trilateral siempre y cuando los norteamericanos estuviesen dispuestos a reducir su arsenal nuclear al nivel de China. La percepción china es que EE. UU. está intentando desviar el foco de atención, mientras busca abandonar el Tratado New START con el único propósito de saltarse todas las restricciones para obtener la superioridad militar sobre cualquier tipo de adversario36.

En esta situación tan extremadamente delicada correspondía en 2020 la revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), en una fecha tan señalada como su quincuagésimo aniversario y vigésimo quinto de su extensión indefinida. Sus tres pilares fundamentales consisten en que los Estados no nucleares se comprometan a no acceder a este tipo de armamento; que los Estados nuclearizados deben tender al desarme; y que todos ellos hagan un uso pacífico de la energía nuclear bajo salvaguardas. El propósito de las revisiones es la evaluación del cumplimiento de las disposiciones del tratado y proporcionar una serie de recomendaciones cada cinco años37.

A pesar de las buenas intenciones, desde que en 2010 la conferencia de revisión del TNP estableciese un plan de acción, no se han logrado nuevos avances. Además, se consideró que la pasada conferencia del año 2015 fue un fracaso por no emitir un documento oficial consensuado. La conferencia prevista para el año 2020 ha sido aplazada por causa de la pandemia, teniéndose previsto celebrarla no más tarde del mes de febrero del año 2021 pero, en la situación en la que se encuentran los principales actores globales, parece difícil que se puedan alcanzar resultados decisivos. A ello hay que añadir la gran corriente del movimiento no alineado que pretende equiparar las obligaciones relacionadas con la no proliferación con las de desarme, entendiendo estas últimas como la eliminación de las armas nucleares. Esta condicionalidad de una parte ha ocasionado el bloqueo de la otra38.

Aparte de los tratados que actualmente se encuentran bajo discusión cabe hacerse la pregunta sobre qué pasará en un futuro, en el caso de que los Estados sientan la necesidad de probar el rendimiento de las nuevas armas nucleares para respuestas graduadas. En dicho escenario el anteriormente referido CTBT podría encontrase también en riesgo.

Conclusiones

A lo largo del presente documento se ha estudiado la estrategia nuclear de los grandes actores del panorama global, teniendo en cuenta su proceso evolutivo, lo que da una aproximación de la tendencia de estos en el ámbito de sus respectivas estrategias nucleares. Hay que tener en cuenta que dichas estrategias no son más que el reflejo de las grandes estrategias generales, fuertemente influidas por la predisposición que dichos actores poseen en la configuración del nuevo orden global.

Se aprecia que EE. UU. está dispuesto a continuar manteniendo su estatus de gran potencia a la par que asegurar sus intereses. Debido a estas causas, no piensa ceder con facilidad a las presiones revisionistas de una China en ascenso vertiginoso o a que Rusia le dispute parcelas de poder más allá de los límites de la sobreextensión. Por ello, en el ámbito nuclear, los norteamericanos necesitan dotarse de unas capacidades que mantengan la superioridad que siempre han poseído, lo que les obliga a modernizar su armamento nuclear y sus redes de mando y control para asegurase siempre la posibilidad de primer empleo y de represalia asegurada.

El nuevo orden global ha llevado a que los estadounidenses perciban que pueden existir situaciones en las que tengan que proporcionar una respuesta proporcionada a las crisis a las que se pueden enfrentar. El empleo de un arma nuclear estratégica de gran potencia podría ser desproporcionada, por lo que su empleo no se consideraría. Para ello, se están dotando de armamento de diferentes potencias para garantizar la credibilidad nuclear en las crisis que puedan presentarse en un próximo futuro.

Esto puede implicar dos componentes en el nuevo orden nuclear: Por un lado, existe la posibilidad del aumento de las armas nucleares estadounidenses, ya que su techo limitado por los tratados actuales estaba concebido para situaciones que actualmente han quedado rebasadas. Por otra parte, existirá un mayor riesgo de empleo al producirse más escenarios en los que las armas nucleares puedan estar presentes, donde la diversidad de las potencias subestratégicas pueden permitir su utilización sin los reparos del empleo de las armas estratégicas, cuyo uso se restringiría a situaciones de supervivencia.

Rusia ha demostrado estar preparada para ocupar el estatus que le corresponde en el nuevo orden mundial. Tras sentirse acosada por el bloque occidental, percibe que su territorio nacional y su periferia inmediata son aspectos en los que no está dispuesta a ceder, ya que los identifica con sus intereses vitales. Para ello, ha modernizado su potencial nuclear, jugando con maestría en el ámbito de las negociaciones internacionales, llegando a la equiparación con los estadounidenses en armamento estratégico desplegado.

Igualmente, los rusos perciben que sin una capacidad nuclear creíble no podrán ni protegerse ni mantener su posición global. Por ello necesitan dotarse de una variedad de armas nucleares de diferentes potencias y alcances que les permitan escalar una crisis hasta el lugar deseado, para luego reducir la tensión hasta puntos en los que puedan resolver los conflictos en situaciones favorables para sus intereses.

Rusia no puede permitir que las capacidades antimisil del bloque occidental hagan irrelevante su nueva estrategia nuclear, por lo que siempre debe intentar reducir esta posibilidad mediante las negociaciones o poniendo en servicio nuevas armas que puedan burlar los escudos antimisiles. Por esta razón se comprende que los rusos hayan realizado una fuerte apuesta por la tecnología armamentística, incluyendo armas hipersónicas y de otros tipos, asegurando la capacidad de respuesta.

Entretanto, los chinos se han mostrado como la gran potencia que aspira a ocupar el liderazgo en el futuro próximo. Su orientación geopolítica tradicional ha sido la de proteger su territorio rodeándose de un glacis defensivo de Estados contiguos. Las circunstancias actuales obligan a la expansión y, para ello, necesitan dotarse de una fuerza nuclear lo suficientemente creíble para obligar a los norteamericanos a ceder en la zona de mar de la China.

La tradicional postura nuclear que mantienen los chinos, negándose al primer uso de las armas nucleares, podría sobrepasarse en un breve plazo de tiempo si estos ven que no se ajusta a sus intereses. Por este motivo se comprende que hayan incrementado la capacidad de producción de armamento de este tipo, al tiempo que han conseguido unos nuevos vectores de lanzamiento adecuados a otro tipo de estrategias que les proporcionen nuevas opciones.

La modernización de su red de mando y control y el establecimiento de nuevos tipos de misiles de superficie, con una capacidad de reacción muy superior a su antiguo armamento, dan una idea de las posibilidades que se abren para la estrategia nuclear de China. A esto hay que añadir las nuevas capacidades submarinas y al empeño manifiesto de dotarse de capacidades aéreas creíbles. La posesión de la triada nuclear, unida al potencial de producción de China, le pueden abrir un abanico de posibilidades que la coloquen a la misma altura que estadounidenses y rusos.

En la nueva situación que se percibe, los europeos se encuentran cada vez en una posición más comprometida. Los actores nucleares globales y regionales se encuentran en un verdadero ascenso, mientras que la amenaza se cierne cada vez más cerca del territorio de Europa. Con tan solo la potencia nuclear de Francia dentro de la Unión, es tiempo de comenzar a replantearse el refuerzo de las alianzas y las posibilidades que pueden ofrecer los escudos antimisil frente a los nuevos armamentos.

José Ignacio Castro Torres
COR.ET.INF.DEM
Doctor en Estudios de Paz y Seguridad Internacional
Especialista NBQ Analista del IEEE

Bibliografía y notas a pie de página:

1 - Advisory Council on International Affairs, Nuclear weapons in a new geopolitical reality. an urgent need for new arms control initiatives, No. 109, January 2019, The Netherlands, p. 5.
2 - MEARSHEIMER, John J. ALTERMAN Glenn. The tragedy of great power politics. WW Norton & Company, 2001, pp. 53-57.
3 - Office of the Secretary of Defense, Nuclear Posture Review, February 2018, p. I. Disponible en: https://dod.defense.gov/News/SpecialReports/2018NuclearPostureReview.aspx (consultado 12/08/2020).
4 - Op. Cit. pp. 41-50.
5 - GÓMEZ CASAL Marcos, Revisión de la postura nuclear norteamericana del 2018: un devenir en la historia del arma nuclear, Documento de Opinión IEEE 45/2018. pp. 11-12. Disponible en: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2018/DIEEEO45- 2018_Postura_Nuclear_EEUU_2018_GomezCasal.pdf (consultado 12/08/2020)
6 - Ibid.
7 - Arms    Control    Association,    U.S.    Nuclear    Modernization    Programs.    Disponible    en: https://www.armscontrol.org/factsheets/USNuclearModernization (consultado 14/08/2020)
8 - MEHTA Aaron, “Trump’s new nuclear weapon has been deployed”, Defense News. Disponible en: https://www.defensenews.com/smr/nuclear-arsenal/2020/02/04/trumps-new-nuclear-weapon-has-been- deployed/ (consultado 14/08/2020).
9 - KRISTENSEN Hans M.; KORDA Matt, United States nuclear forces, 2020, Bulletin of the Atomic Scientists, 76:1, pp. 46-60.
10 - MARCUS WEISGERBER, “If Given OK, US Could Conduct a Nuclear Test in a Matter of Months, Pentagon Official Says”. Defense One. Disponible en: https://www.defenseone.com/threats/2020/05/if-given-ok-us-could-conduct-nuclear-test-matter-months-pentagon-official-says/165662/    (consultado 14/08/2020)
11 - KALININ, Kirill. Neo-Eurasianism and the Russian elite: the irrelevance of Aleksandr Dugin’s geopolitics. Post-Soviet Affairs, 2019, vol. 35, no 5-6, pp. 462-464.
12 - Op. Cit. p. 461.
13 - PARDO DE SANTAYANA GÓMEZ DE OLEA José María, Historia, identidad y estrategia en la Federación Rusa, Documento de Análisis IEEE 16/2017. Disponible en: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2017/DIEEEA16-2017_Federacion_Rusa_JMPSGO.pdf (consultado 15/08/2020).
14 - SINOVETS, Polina A.; RENZ, Bettina. Russia's 2014 Military Doctrine and beyond: threat perceptions, capabilities and ambitions. Research Paper. NATO Defense College. Rome, Num 117, July 2016. Para un estudio en detalle de la evolución de la doctrina militar de Rusia en función de las circunstancias internacionales se sugiere la lectura de: PARDO DE SANTAYANA, José. El desencuentro con Rusia y las claves    de    su    estrategia    militar.    Documento    de    Análisis    IEEE    22/2020.    Disponible    en: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2020/DIEEEA22_2020JOSPAR_Rusiamilitar.pdf (consultado 16/08/2020).
15 - The Ministry of Foreign Affairs of the Russian Federation, Basic Principles of State Policy of the Russian Federation on Nuclear Deterrence, 8 June 2020. Disponible en: https://www.mid.ru/en/web/guest/foreign_policy/international_safety/disarmament/-
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16 - BUGOS, Shannon, “Russia Releases Nuclear Deterrence Policy”, Arms Control Association. Disponible en: https://www.armscontrol.org/act/2020-07/news/russia-releases-nuclear-deterrence-policy (consultado 16/08/2020).
17 - Ibid.
18 - Nuclear Threat Initiative, Russia Nuclear. Disponible en: https://www.nti.org/learn/countries/russia/nuclear/ (consultado 15/08/2020).
19 - SUTTON H I, “Russia’s New Super Weapons May Be Cause of Radiation Leak”, Forbes, Jul 1, 2020. Disponible en: https://www.forbes.com/sites/hisutton/2020/07/01/russias-new-super-weapons-may-be- cause-of-radiation-leak/ (consultado 16/08/2020).
20 - MINGFU, Liu; RHODE, Grant. The China Dream: Great Power Thinking & Strategic Posture in the Post- American Era. Naval War College Review, 2016, vol. 69, no 2, p. 20.
21 - WHYTE, Christopher, Nuclear Ambitions in Asia: The Paper Tiger Revisited, E-International Relations, pp. 1-3. Disponible en: https://www.e-ir.info/2011/05/28/nuclear-ambitions-in-asia-the-paper-tiger-revisited/ (consultado 16/08/2020).
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23 - PICKRELL, Ryan, “With this new missile, China could join the ranks of the world's most dangerous nuclear arsenals” Business Insider, May 7, 2019. Disponible en: https://www.businessinsider.com/china-is- moving-closer-to-having-a-nuclear-triad-pentagon-warns-2019-5?IR=T (consultado 16/08/2020).
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29 - ERIKSON, ANDREW s., Full Text of 2019 Defense White Paper: “China’s National Defense in the New Era” (English & Chinese Versions). Disponible en: https://www.andrewerickson.com/2019/07/full-text-of- defense-white-paper-chinas-national-defense-in-the-new-era-english-chinese-versions/    (consultado 17/08/2020).
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31 - Ibid.
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38 - DE CHAMPCHESNEL, Tiphaine, “ThucyBlog n° 52 – Que peut-on attendre de la dixième conférence d’examen du TNP ?”, Centre Thucydide, le 9 juillet 2020. Disponible en: https://www.afri- ct.org/2020/thucyblog-n-52-que-peut-on-attendre-de-la-dixieme-conference-dexamen-du-tnp/ (consultado 19/08/2020).

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