El enviado de Naciones Unidas para Siria, Geir Pedersen, asegura que los mensajes que llegan de ambos lados apuntan a que existe un “riesgo inminente” de que empeore la situación

La ONU exige a Turquía y Rusia que frenen la escalada en el noroeste de Siria

photo_camera PHOTO/SALVATORE DI NOLFI via AP - Geir O. Pedersen, Enviado Especial para Siria

La ONU exigió este miércoles a Rusia y Turquía un acuerdo para rebajar la tensión en el noroeste de Siria y evitar una escalada de las hostilidades aún mayor que pueda tener consecuencias devastadoras. Según el enviado de Naciones Unidas para Siria, Geir Pedersen, pese a los contactos al más alto nivel entre Moscú y Ankara, los mensajes que llegan de ambos lados apuntan a que existe un "riesgo inminente" de que la confrontación en la zona empeore. Pedersen se pronunció así después de que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, advirtiese de la inminencia de una operación de su ejército en la provincia siria de Idlib, una posibilidad que el Gobierno ruso consideró como "el peor escenario". Rusia, que apoya al régimen del presidente sirio, Bachar al Asad, y Turquía, que respalda a los rebeldes, han tratado hasta ahora sin éxito de negociar un acuerdo sobre Idlib, el último bastión opositor y que es objetivo de una gran ofensiva de Damasco.

Según la ONU, las dos potencias, que anteriormente habían patrocinado un cese de las hostilidades en la zona, "pueden y deben tener un papel clave" para reducir la tensión ahora. Pedersen reiteró los llamamientos a un alto el fuego inmediato hechos por el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, y advirtió de la crisis humanitaria que están generando los combates.En ese sentido, subrayó que las hostilidades se acercan ahora a zonas muy pobladas, como la ciudad de Idlib, donde se han refugiado multitud de civiles desplazados de otras partes de Siria.

"El potencial para un mayor desplazamiento masivo y un sufrimiento humano aún más catastrófico es claro, con un número cada vez mayor de gente atrapada en un espacio cada vez más reducido", señaló. 

El jefe humanitario de la ONU, Mark Lowcock, presentó al Consejo de Seguridad los últimos datos de los que dispone la organización sobre la situación en el noroeste de Siria, que calificó de "catástrofe humanitaria". Entre el 1 y el 16 de febrero, al menos 100 civiles han muerto en ataques militares, 35 de ellos niños. El 90% de las bajas han tenido lugar en zonas bajo control opositor, según Lowcock. Durante el último fin de semana, unas 160.000 personas huyeron de la violencia, elevando a alrededor de 900.000 el número de desplazados desde el 1 de diciembre. "La gente está escapando bajo condiciones horribles. Muchos van a pie o en la caja de camiones con temperaturas bajo cero, bajo la lluvia y la nieve. Se están moviendo a zonas cada vez más abarrotadas que creen que son más seguras. Pero en Idlib, ningún lugar es seguro", recalcó el responsable de la ONU. Según dijo, casi 50.000 personas está refugiadas simplemente bajo los árboles o a la intemperie y hay informes diarios de bebés y niños que mueren de frío.

Lowcock aseguró que la ONU está explorando todas las vías para aumentar su ayuda, incluidas conversaciones con Turquía para expandir el uso de un cruce fronterizo y con una petición al Gobierno sirio para que autorice el envío de una misión desde Damasco a las zonas que ha conquistado recientemente con el fin de analizar las necesidades. Las potencias occidentales aprovecharon la reunión del Consejo de Seguridad para exigir a Rusia que detenga la ofensiva de Al Asad, para denunciar que el marco de conversaciones entre Moscú y Ankara no funciona y para pedir una mayor implicación de la ONU. Mientras, el embajador ruso, Vasili Nebenzia, defendió los esfuerzos de su Gobierno para proteger a los civiles e insistió en que es necesario combatir a los grupos terroristas que controlan Idlib y que Damasco recupere el control de todo el territorio.

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