La Organización Mundial de la Salud, acusada de racionar vacunas contra el ébola

La organización no gubernamental Médicos sin Fronteras (MSF), ha denunciado, en un comunicado de prensa, la necesidad de crear un comité independiente sobre el proceso y recursos de vacunación contra el ébola en la República Democrática del Congo, por falta de transparencia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Desde Médicos Sin Fronteras comparan el brote actual de ébola en la República Democrática del Congo con el que tuvo lugar entre 2014 y 2016 en países del oeste de África, cuando aún no había disponible ningún tipo de tratamiento terapéutico o vacuna, puesto que la tasa de mortalidad continua durante este brote en un 67%.

Sin embargo, y como apuntan desde la ONG, si bien hoy en día existe una vacuna altamente efectiva que puede ofrecer cierta protección, el número de fallecidos supera las 2.000 personas, por lo que el número de vacunados no es suficiente. 

“El ritmo de las actividades de vacunación es demasiado lento y solo una fracción de la población elegible se beneficia de esta herramienta crítica”, declara Médicos Sin Fronteras en su comunicado de hoy. Según continúan, “una razón es la administración opaca de los suministros de vacunas por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que impone límites estrictos al número de dosis implementadas en el campo”.

La directora de Operaciones de MSF, Isabelle Defourny, ha hecho declaraciones contundentes a este respecto en el comunicado de la ONG. “Creemos que aumentar el ritmo de la vacunación es necesario y factible: al menos 2.000 – 2.500 personas podrían vacunarse cada día, en lugar de 500 a 1.000 personas como es el caso actualmente”. “Tenemos una vacuna que ha demostrado ser segura y efectiva; tenemos equipos listos para ser desplegados; no hay problema con la cadena de frío; existen suficientes dosis para cubrir las necesidades actuales y permitir una extensión de la cobertura de vacunación, como lo confirmó recientemente Merck, el fabricante de la vacuna; y cuando las personas conocen la vacuna, la gran mayoría de ellas quiere vacunarse”.

“Sin embargo, la OMS está restringiendo la disponibilidad de la vacuna en el campo y los criterios de elegibilidad para que las personas sean vacunadas por razones que no están claras”, continúa la Dra. Defourny. “Incluso cuando se trata de trabajadores de salud de primera línea, una población conocida y fácilmente accesible, en un punto crítico del brote como Beni, casi un tercio de ellos informaron que no han sido vacunados”.

La compañía farmacéutica alemana, Merck, ha facilitado, desde el 8 de agosto de 2018, el acceso a la vacuna para alrededor de 225.000 personas. Sin embargo, MSF considera esta cifra insuficiente.

La ONG informa, además, que “Merck acaba de anunciar que, además de las 245.000 dosis ya entregadas a la OMS, están listas para enviar 190.000 más dosis si es necesario, y que 650.000 más estarán disponibles en los próximos seis a dieciocho meses”.

Por su lado, la OMS ha negado estas acusaciones acerca de estar limitando la disponibilidad del medicamento y dijo que estaba haciendo “todo lo posible” para poner fin a la epidemia. “Nos asociamos estrechamente con el Gobierno de la RDC para llegar al mayor número posible de comunidades e individuos en el área del brote y no estamos limitando el acceso a la vacuna, sino que implementamos una estrategia recomendada por un cuerpo asesor independiente de expertos y según lo acordado con el Gobierno de la RDC y socios”.

Sin embargo, desde MSF declaran que el virus del ébola vuelve a brotar en territorios en los que técnicamente ya se había llevado a cabo campañas de vacunación de pacientes e individuos en peligro de contagio.

Por ello, MSF insta a que se forme un comité independiente para administrar los programas de vacunación contra el ébola. En concreto, la propuesta radica en la creación de un comité cuadripartito que incluya a la Federación Internacional de Cruz Roja, UNICEF, la OMS y Médicos Sin Fronteras. Esta idea surge del modelo de Grupo de Coordinación Internacional que se estableció en 1997 para combatir las epidemias de meningitis, cólera y fiebre amarilla en un momento de escasez de vacunas.

Esta iniciativa pretende aumentar la coordinación, la transparencia y el intercambio de información y el diálogo con los fabricantes.