El coronavirus agrava todavía más a unas condiciones económicas muy difíciles en el continente africano

La pandemia y los Objetivos de Desarrollo Sostenible en África

AFP/LUCA SOLA - Distribución de alimentos organizada por Gift of the Givers en el CDB de Johannesburgo, el 14 de octubre de 2020

La crisis del coronavirus está dejando estragos en las economías y en el desarrollo de todo el mundo. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas ya parecían decaer antes de la crisis del coronavirus a nivel mundial y, como suele ocurrir con cada crisis, las consecuencias de la pandemia han sido más acentuadas en los países más pobres, y, sobre todo, en África, obstaculizando la realización de los objetivos globales. De acuerdo con el Centro para los Objetivos de Desarrollo Sostenible para África (SDGCIA, por sus siglas en inglés), se prevé que en 2020 se produzca la mayor caída en el PIB africano desde hace 50 años. Esto implicaría que alrededor de 20,4 millones de personas acabarán el año en extrema pobreza. Antes de la COVID, 400 millones de africanos se encontraban aun en la pobreza (menos de 1,9 dólares al día) y, según las estimaciones, en 2030 esa cifra ascenderá a 480 millones. Por ello, a raíz de la pandemia, reducir la pobreza (primer ODS) parece un objetivo más lejano que nunca. Ligado a este primer objetivo, la crisis de coronavirus ha afectado a la cadena de suministro alimentario, amenazando la consecución del segundo ODS en África, poner fin al hambre y conseguir la seguridad alimentaria. Antes de la crisis del coronavirus, de acuerdo con datos de la FAO, un 52,5% de los 1.288 millones de africanos padecían una inseguridad alimentaria moderada. Los datos indican que 73 millones de personas podrían experimentar, a causa de esta crisis, una inseguridad alimentaria aguda. 

Independientemente de los casos de coronavirus que haya habido en África, lo que verdaderamente ha causado estragos en la economía han sido las medidas adoptadas por los correspondientes gobiernos para frenar el avance de la pandemia. Desde las restricciones de movilidad por zonas, el cierre masivo de fronteras, hasta un confinamiento total, estas medidas han resultado devastadoras para todos aquellos trabajadores de la economía informal o dependientes de sectores que se han llevado la peor parte en esta crisis, como el turismo. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, se estima que nueve de cada diez trabajadores son informales, siendo su mayoría en el sector agrícola. La falta de cobertura social de estos Estados y la precariedad de los empleos implica que los trabajadores no pueden estar en paro durante muchos meses. Sólo el 18% ha recibido algún tipo de prestación social por parte del Estado. Por lo tanto, el octavo objetivo, fomentar el crecimiento económico sostenido y el trabajo decente para todos, está desviado de su trayectoria y parece inalcanzable en un plazo de 10 años. 

En esta foto de archivo de este martes 29 de septiembre de 2020, Irene Wanzila, de 10 años, trabaja rompiendo rocas con un martillo junto con su hermano menor en la cantera de Kayole en Nairobi, Kenya

Como es esperable, el tercer objetivo relacionado con la sanidad y el bienestar también ha sufrido un retraso con respecto a sus posibilidades de obtención en 2030. A pesar de los casos de la pandemia y las muertes producidas por las mismas, una de las peores consecuencias de la crisis ha sido la suspensión de campañas de vacunación previstas en 2020 que tenían como objetivo la erradicación de enfermedades normalmente prevenibles con vacunas. 21 millones de niños deberían haberse vacunado de varias enfermedades altamente contagiosas en Chad, Nigeria, Etiopía y Sudán del Sur, pero, por la pandemia, estas campañas de vacunación no se han realizado. Debido a las condiciones de precariedad, la enfermedad de la malaria se ha expandido por África subsahariana en los últimos meses. Las predicciones apuntan a una mortalidad alrededor de 800.000 muertos, lo que supone una vuelta a la mortalidad del principio de la década de los 2000. 

Un médico atiende a un paciente con coronavirus en la unidad de cuidados intensivos de un centro de aislamiento y tratamiento para los que tienen COVID-19 en Machakos, al sur de la capital, Nairobi, en Kenia

Por último, el sector más afectado por el coronavirus ha sido, sin duda, el educativo (objetivo de desarrollo cuarto). Esta tendencia ha sido mundial, ya que los centros educativos han cerrado masivamente en todo el mundo para frenar el avance de la pandemia. En África, sin embargo, las consecuencias de la pandemia en la educación han sido notablemente más graves que en el resto del mundo. Antes de la crisis del coronavirus las cifras de escolarización en la región de África subsahariana eran las más bajas del mundo. Uno de cada cinco niños de seis a once años no está matriculado, ni asiste regularmente a los centros escolares. Esa cifra aumentaba a un tercio en la franja de edad de los 12 a los 14. Como consecuencia de la pandemia, 300 millones de estudiantes africanos que ya estaban escolarizados han tenido que abandonar sus estudios por las medidas restrictivas impuestas por los gobiernos. A diferencia de otras regiones del mundo, la falta de acceso a internet ha impedido a los alumnos seguir con los programas educativos a distancia. Por las consecuencias económicas que ha tenido esta crisis en las familias de renta baja, muchos de estos niños no van a volver al colegio una vez que terminen las restricciones sanitarias, sino que tendrán que ponerse a trabajar para mantener a la familia. 

Escolares asisten a clase en la Escuela Primaria Olímpica de Kibera, una de las zonas más pobres de la capital, Nairobi, el 12 de octubre de 2020

Como se puede observar, la posibilidad de obtener unos resultados positivos en los objetivos de desarrollo sostenible en África ha disminuido radicalmente. Este empobrecimiento del conteniente va a suponer un aumento en las crisis de seguridad y las crisis migratorias, que van a traspasar las fronteras como ya se ha podido observar con el repunte de la inmigración en las rutas del Mediterráneo hacia Europa.

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