Rusia anuncia su intención de celebrar un referéndum para anexionar Zaporiyia, una situación ya vivida en Crimea y que amenaza a muchas más zonas de Ucrania

La pesadilla de acostarse en Ucrania y despertar en Rusia

photo_camera REUTERS/ALEXANDER ERMOCHENKO - Miembros del servicio de las tropas prorrusas caminan por la calle en la ciudad ocupada de Mariúpol

Rusia calienta su maquinaria de anexión de territorios, una necesidad para alcanzar la victoria.

“Imagínate que poco a poco las estaciones de radio son todas rusas. La televisión ya no es ucraniana. Solo los bancos rusos dan cobertura a tu ciudad. Y, de un día para otro, ya no vives en Ucrania. Vives en Rusia”. Así lo explica María, una ciudadana ucraniana que hasta 2014 tenía su hogar a las afueras de Simferópol, Crimea.

Aunque han pasado ya más de ocho años, lo recuerda aún con cierto nerviosismo y con una sensación de impotencia. Y después de esos ocho años, la misma situación parece estar a punto de ocurrir en otras regiones más de una Ucrania machacada por la guerra y de la que Rusia arranca girones bajo los golpes de su rodillo de artillería.

Las predicciones que la inteligencia estadounidense hizo a mediados de julio de 2022 parecen cumplirse. Los medios rusos hablan de la celebración de un referéndum en el óblast de Zaporiyia para septiembre, coincidiendo con las elecciones en Rusia, las mismas fechas previstas por la Casa Blanca. El objeto de la consulta popular sería simple: la adhesión de la región ucraniana a la Federación Rusa.

putin con sus jefes militares navega por el mar del norte

“Es probable que el presidente ruso Vladimir Putin tenga la intención de anexionar el sur y el este de Ucrania a la Federación Rusa en los próximos meses para consolidar su control sobre estos territorios y posiblemente disuadir los contraataques ucranianos”, comentaron ya en mayo los analistas del estadounidense Institute for the Study of War, Katherine Lawlor y Mason Clark. Los territorios que estiman amenazados por estos planes son aquellos más cercanos a las actuales fronteras de facto de Rusia. Zaporiyia, partes de Kherson y las regiones de Lugansk y Donetsk.

Tal y como apuntan ambos analistas, Rusia ni siquiera esconde o matiza sus ambiciones en Ucrania. Cuando Kirill Stremousov, miembro de Rusia Unida –el partido del presidente Putin–, visitó Jersón durante el mes de mayo, aseguró abiertamente que “Rusia está aquí para siempre” frente a las cámaras que le grababan paseando plácidamente por la ciudad ocupada por las fuerzas armadas rusas.

“En Jersón ya no queda nada de Ucrania desde un punto de vista institucional”, dice Julio Suárez, el empresario español que dio a conocer Jersón a toda España a través de su hijo Vitaly, que reparte alimentos a los más necesitados de la región. “Al principio dejaron seguir trabajando al alcalde de la ciudad, pero al tiempo lo arrestaron. Ninguna autoridad leal al Gobierno ucraniano manda en Jersón desde que el Ejército ruso ocupó la ciudad”, señala.

En Jersón, Rusia puso al frente de la región a un viejo conocido del Gobierno de Putin. Volodímir Saldo, un político miembro del partido del expresidente prorruso Viktor Yanukovich. “Era un hombre clave para los rusos, una vez se hizo la ocupación rusa, los rusos lo admitieron en su equipo”. La ciudad está ahora bajo el control de un Gobierno civil-militar dirigido por los mandos del Ejército ruso y por los colaboracionistas.

El esquema es idéntico al que se aplica en los demás territorios que ocupan las fuerzas armadas rusas. Entran los uniformados, “pacifican” los núcleos urbanos y hacen retroceder a las fuerzas ucranianas. Crean un perímetro de seguridad alrededor del cual comienzan a trabajar. Los militares ocupan puestos clave en las ciudades y cortan las principales carreteras. Llegan refuerzos especializados en mantenimiento del orden y comienza la transformación de la ciudad. Distribución de alimentos, llegada de equipos de televisión rusa, telecomunicaciones, bancos… Todo un sistema puesto en marcha desde Moscú.

AP/SERGEI SUPINSKY  -   Un combatiente de las Fuerzas de Defensa Territorial de Ucrania, la reserva militar de las Fuerzas Armadas ucranianas, monta guardia en la posición de la Plaza de la Independencia en Kiev, el 2 de marzo de 2022

Aquí juega un papel importante el aparato mediático del Kremlin. Después de estos cuatro meses de guerra circulan en bucle piezas de medios como RT que ponen en escena el trabajo “humanitario” de las fuerzas armadas rusas en los territorios “liberados”. Destaca, por ejemplo, un reportaje de Russia Today que muestra cómo los ingenieros militares rusos construyen viviendas en los territorios ocupados para alojar a los civiles que “se han quedado sin un techo por culpa de los sucesivos ataques de las fuerzas ucranianas”. El reparto de alimentos a los civiles se hace con el mismo modus operandi. Si no hubiera cámaras para grabarlo, no habría ocurrido.

Lo que los medios rusos no muestran sí lo enseña Vitaly a través de los vídeos e imágenes que le manda a su padre Julio desde Jersón. Una represión brutal e inseguridad en las calles. Vehículos particulares completamente tiroteados. Militares desnudando a civiles en controles de carretera. Ciudadanos heridos por bala. Largas colas en gasolineras y supermercados, y desabastecimiento total de medicinas en los hospitales.

Se vive en la ciudad un clima de tensión entre la mayoría proucraniana y los algunos ciudadanos que consideran un buen futuro ser parte de Rusia. Fuertes protestas estallaron en las calles de Jersón a las pocas semanas de la ocupación rusa. Las tropas del Kremlin respondieron con botes de humo y tiros al aire para dispersar las concentraciones. La inestabilidad se apoderó de la calle y hasta el propio Voldímir Saldo se refugió en Crimea durante algunos días.

“Mientras Saldo no estaba en Jersón, le tendieron una trampa a su chófer y guardaespaldas y los asesinaron”, cuenta Julio Suárez, que admite que algunas milicias están intentando enfrentarse abiertamente a la ocupación. El empresario, que pasó tantos años en la ciudad y que fundó allí una familia, espera que la violencia entre los partidarios de un bando y otro no vaya a más. Cree que esta oposición y, sobre todo, el ritmo de la guerra impide o al menos retrasa las ambiciones de anexión rusa sobre la última ciudad del río Dniéper.

Los analistas del Institute for Study of the War no opinan de la misma forma. De acuerdo con la investigación de Lawlor y Clark, ni los movimientos de protesta ni la guerra en el resto del territorio ucraniano no serán motivo de peso para frenar el avance de Rusia en su plan de anexiones. Estiman que Rusia cuenta con los recursos suficientes para hacer de Jersón y Zaporiyia suyos, ya sea bajo forma de óblast, las regiones que principalmente dividen Rusia, de república federal, la forma que adoptó Crimea en el interior de Rusia, o incluso como distritos federales, como lo son Moscú y San Petersburgo.

Para cumplir con su plan Rusia comienza adaptando el terreno con los métodos citados anteriormente por Julio, Vitaly y María. Además de las instituciones, moldean el territorio al formato ruso antes de preparar un referéndum. “Tememos que empiecen a meter a gente de Crimea o de Rusia aquí en Jersón, para falsear el resultado del referéndum”, explica Julio. “Ya lo están haciendo. Muchos negocios y viviendas que quedaron vacíos desde el inicio de la guerra han sido ocupados por ciudadanos rusos que han llegado desde el este”, detalla el empresario español, que recibe información diaria por parte de su hijo Vitaly. Posteriormente, si se sigue el ejemplo de Crimea, las autoridades rusas obligan a la población a adoptar la nacionalidad rusa e instaurar de facto y casi por completo todo el sistema de la administración estatal rusa al territorio nuevamente anexionado.

AP/ARIS MESSINIS  - Militares ucranianos llevan un cuerpo en una bolsa de plástico fuera de un edificio de apartamentos en llamas en Kiev el 15 de marzo de 2022

La hipotética adhesión de territorios ucranianos a la Federación Rusa supondría, una vez formalizada, aunque unilateralmente por Rusia, un punto de inflexión. Los analistas coinciden en que una vez un territorio es anexionado por Rusia, está fuera de todo pronóstico que Putin suelte ese hueso y dé un paso atrás. La retrocesión del territorio es totalmente inviable en este escenario, de ahí la peligrosidad de estos acontecimientos. Ni siquiera por las armas sería posible. Si bien en la ofensiva, las fuerzas rusas se atascaron por motivos de logística, la defensa puede ser un escenario mucho más favorable para Rusia. Que Crimea vuelva a Ucrania no es viable y la hipotética situación de Zaporiyia y Jersón sería similar.

Queda la cuestión de los costes y los beneficios para Rusia en la jugada de la anexión de más territorios ucranianos. De acuerdo con Lawlor y Clark, los Acuerdos de Minsk II son el principal condicionante del tablero de juego. En caso de anexionar nuevos territorios, Moscú perdería la posibilidad de ver prosperar las autonomías de Lugansk y Donetsk en el interior del Estado ucraniano y de usar, por tanto, ambas regiones con sus gobiernos títeres para alterar y mantener un control sobre la política interior de Ucrania. El marco de Minsk II ya se ve bastante debilitado por la guerra y es un escenario poco probable para el futuro, debido a la dificultad de ver prosperar un acuerdo entre Rusia y Ucrania que parte desde las bases de 2014. Por ello es lógico y probable que Putin siga con la idea de anexionar más territorios.

Por otro lado, la anexión de territorios puede ser exhibida por el Kremlin como una consecuencia y un logro de la campaña militar rusa en Ucrania, algo con lo que Putin pueda justificar el esfuerzo de la guerra de puertas para dentro. También algo con lo que pueda llegar con más peso a unos potenciales diálogos con Kiev. Lawlor y Clark consideran que, si Putin alcanza las anexiones de territorios ucranianos, ese “fait accompli” sería un peso muy a su favor.

El éxito de Putin se medirá en su capacidad para alcanzar los objetivos de anexión antes de un hipotético colapso en sus fuerzas armadas, que no aguanten más el peso de la guerra. Ucrania está ofreciendo una defensa férrea de sus posiciones, ayudada por las potencias occidentales que no cesan de enviar armamento y ayuda económica al Gobierno de Kiev. Las últimas concesiones de sistemas de armas pesados estarían, de acuerdo con la mayor parte de analistas, permitiendo a Kiev aguantar e incluso golpear a Rusia por detrás de sus líneas gracias a la artillería de primera calidad proporcionada por Francia o Alemania.

La cuestión de la anexión se convierte, por tanto, en vital para el Kremlin. Una contrarreloj con Kiev, para ganar la guerra.

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