La presencia rusa en los países de Oriente Medio, como en Siria, evidencia la pretensión de Moscú por mantener y seguir ganando influencia en la región

La situación geopolítica en Oriente Medio tras la invasión rusa en Ucrania

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Europa es escenario de una de las guerras más trascendentales que se han vivido en casi 80 años. Ucrania lleva sufriendo desde hace dos meses una invasión militar por parte de Rusia que ya se ha cobrado la vida de 3.238 civiles, entre ellas 277 niños. Además de los daños y las pérdidas humanas, el país ucraniano es víctima desde el inicio de la invasión de graves daños tanto materiales como económicos, una situación que ha llevado a Ucrania a un contexto de destrucción que tardará años en remediarse.

Aunque ahora el foco internacional se sitúe en Ucrania, es necesario recalcar que esta guerra no solo afecta a Europa. El contexto multilateral y multipolar en el que nos situamos hace, para bien y para mal, que los conflictos adopten un carácter global y se desarrollen en una suerte de efecto dominó que afecta en mayor y menor medida a todos los continentes.

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La región de Oriente Medio es un ejemplo de esto. Concretamente, Siria, país que ha sufrido una cruenta guerra civil que se prolongó durante diez años, ha sido testigo de cómo los intereses internacionales son capaces de disputarse en cualquier lugar del mundo. Así, el país sirio ha sido y sigue siendo un tablero internacional donde los intereses de Estados Unidos chocaron con los intereses de Rusia, para dar pie de esta forma a un conflicto donde ya no solo los intereses regionales chocaban entre sí, si no en el que las potencias internacionales se disputaban la influencia y el control indirecto de la zona.

En la invasión de Ucrania, el propio presidente de Rusia, Vladimir Putin, informó que Rusia buscaría tropas de la región para llevar a cabo las ofensivas. Y es que después de que Putin apoyase al Ejército de Bachar al-Asad durante el conflicto civil, este ha sabido hacer acopio de su presencia, llegando a decretar importantes alianzas políticas y comerciales tanto con Siria como con otros países de la región.

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Rusia en Siria, Siria en Ucrania

Según el ministro de Defensa ruso, Serguei Lavrov, un total de 16.000 voluntarios de la región de Oriente Medio mostraron su disposición por apoyar a las tropas rusas. Una situación que se ha revertido ocho años después de que los rusos participasen en una operación militar de apoyo al dictador sirio, acción que se convirtió en la primera operación militar de carácter internacional protagonizada por los rusos desde la caída de la Unión Soviética.

Así, Rusia envió tanto aviones como tropas a Siria, iniciando una de las campañas más sangrientas contra la población. Alepo fue una de las ciudades que quedaron totalmente reducidas a escombros y donde denunciaron supuestos “crímenes de guerra”.

Ahora, tan solo unos años después, este escenario se ha vuelto en repetir en suelo europeo, incluidas las disputas entre las potencias internacionales. De acuerdo con la jefa de gabinete del Instituto para el Estudio de la Guerra y miembro visitante del Instituto de Seguridad Nacional de EE. UU., Jennifer Cafarella, “Siria fue la escuela de guerra de Rusia para luego invadir Ucrania”. 

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Sin embargo, es necesario hacer una distinción entre el conflicto sirio y Ucrania. El primero de ellos y el más notable es que el Ejército ruso entró en Siria para apoyar al régimen de Al-Asad, brindado apoyo aéreo y unidades. En este país, los rusos apoyaron un esfuerzo de guerra a diferencia de lo que está ocurriendo ahora con Ucrania.

En esta línea, en el país ucraniano Rusia ha iniciado una invasión a gran escala sin precedentes. Esta operación, mucho más compleja que la que realizó Rusia en Siria, ha evidenciado la pretensión de Moscú por querer anexionarse parte de un territorio que la antigua Unión Soviética considera como suyo después de que Rusia se haya visto seriamente amenazada por la rápida expansión de las bases de la OTAN, llegando a situarse en enclaves muy cercanos a las fronteras con el país ruso. 

A pesar de que el contexto bélico es diferente, si que existen ciertas similitudes en la forma de operar militarmente. El uso de ataques aéreos, el empleo de artillería o el de misiles contra áreas civiles en un intento de aterrorizar a la población es una de las mismas tácticas destructivas que Rusia empleó en Siria.

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Asimismo, las mesas de negociaciones que se han iniciado en Ucrania siguen la misma línea que aquellas ejecutadas en Siria. En ambos países los rusos han ofrecido concesiones humanitarias, como la apertura de corredores, para después violarlos, usando, de esta forma, el tiempo que ganan durante las negociaciones para emplearlo en el refuerzo sus tropas.

Situación regional tras la invasión

Cabe señalar que la presencia y la influencia rusa sigue muy vigente en Siria. Al-Asad es un importante aliado del Kremlin y esto hace a Putin valerse de un aliado en una zona influyente de Oriente Medio. La baza de Siria era para Rusia una apuesta por el poder global. En este sentido, la presencia de Rusia también supone una amenaza para los países regionales.

En el caso de Turquía, la antigua potencia otomana ha decidido cerrar su espacio aéreo a los vuelos tanto militares como civiles que provengan de Rusia. Además, Turquía trata de desempeñar un papel influyente en las mesas de negociaciones entre Rusia y Ucrania. Teniendo en cuenta que el país turco forma parte de la OTAN, es un gesto reseñable que escenifica las pretensiones de Erdogan por ganar influencia y convertirse en un país necesario para la diplomacia.

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Después de iniciarse la invasión, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, tildó el movimiento como “un duro golpe a la paz y a la estabilidad regional”, unas declaraciones que sorprendieron por la cercanía entre Erdogan y Putin. Y es que ambos líderes se han apoyado mutuamente gracias a varios puntos en común como las tendencias autoritarias y la “mano dura” contra los enemigos, lo que les ha llevado a ambos a estrechar importantes lazos comerciales.

Sin embargo, Turquía no quiere ganarse la desconfianza de Europa y eso hace que su postura respecto a la invasión ucraniana sea más dura y crítica de lo esperado. Además, el país turco cuenta con sus propias operaciones militares internas. La sempiterna enemistad que mantiene con los kurdos lo evidencia. Para Erdogan, los miembros del Partido del Kurdistán de los Trabajadores (PKK), son terroristas y es por ello por lo que el país inició hace menos de un mes una de sus operaciones militares más duras contra ellos.

Por su parte, los kurdos tratan de controlar las regiones del Kurdistán, que abarcan zonas de Irak, Turquía, Siria e Irán, zonas que por otra parte no han sido reconocidas internacionalmente.

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En esa lucha por tratar de mantener con vida el proyecto de un Kurdistán, los kurdos siguen librando batallas contra los turcos, que pretenden hacerse con los territorios que ellos controlan. Aquí es donde Siria vuelve a aparecer. Bastiones del norte de Siria, donde sigue existiendo resistencia kurda, además de algunas células yihadistas, se han convertido en los principales escenarios de confrontaciones entre los turcos y los kurdos, sitios en los que además se han denunciado violaciones contra los derechos humanos que habrían sido perpetradas por Turquía.

El norte de Siria sigue contando también con el apoyo estadounidense en ese intento de acabar con el terrorismo en la zona. Es por ello por lo que este enclave se ha convertido en un símbolo para el resto del mundo.

Turquía no es el único país que alberga intereses regionales en Siria. La presencia de fuerzas iranies en el país ha preocupado especialmente a Israel. Tel Aviv desde el inicio de la guerra civil siria no dudó en aliarse con Washington para equilibrar sus intereses vitales. En el tema de Ucrania, el país israelí se ha visto presionado a la hora de posicionarse a favor o en contra de la incursión rusa, pero este ha decidido no enfrentarse directamente con Rusia ya que necesita su apoyo para controlar la influencia de Irán.

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A pesar de que en un momento Irán y Rusia han podido compartir intereses comunes, lo cierto es que existen intereses primordiales que difieren sustancialmente entre los dos países, situación que se evidenció cuando ambos decidieron apoyar en Siria a Al-Asad. Ahora en el contexto ucraniano, el tema del gas y el petróleo han cobrado una importancia vital, tema que se traslada también a la energía nuclear y a la vuelta de los acuerdos nucleares por parte de Estados Unidos, un proceso de negociación complicado que parece no ver la luz. 

En este aspecto, Rusia es el país que más cuenta con arsenal nuclear y además está actuando como garante de uranio enriquecido, lo que le permite tener influencia sobre el país iraní. En caso de que las negociaciones tengan éxito, el gas iraní podría entrar en competencia clara con el gas ruso, situación que se complicaría todavía más debido a que es posible que este gas pase por gasoductos que atraviesan Siria y Turquía.

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Todo esto dependerá también de cómo acabe el conflicto ucraniano. Si Rusia consigue sus objetivos y los países como Siria, Turquía o Irán se posicionan en contra de la incursión rusa, podrían atenerse a unas consecuencias muy negativas. Por otro lado, si Rusia sale débil y sin el apoyo internacional, algo que ya está ocurriendo, Irán y Turquía trataran de hacerse fuertes en Siria, al mismo tiempo que Israel velará por mantener sus intereses.

Oriente Medio es una región implacable en el ámbito geopolítico. Cada incursión, cambio político o movimiento, por pequeño que sea, tiene consecuencias muy relevantes a nivel internacional. Con la salida de Estados Unidos esto se hace todavía más evidente. Es complejo vaticinar lo que pasará, pero por el momento Rusia no parece querer dar los mismos pasos que Washington en la zona. Es más, aprovechará esta situación para seguir ganando influencia, aunque ahora todo dependerá de lo que ocurra en Ucrania. Lo que es seguro es que Rusia necesita aliados, algo que ya no hallará en Europa. 

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