Los huidos de Afganistán afrontan un futuro incierto y muchos problemas en territorio persa

La traumática huida y el incierto futuro de los afganos llegados a Irán

AP/RAHMAT GUL - Frontera de Islam Qala con Irán, en la provincia occidental de Herat

Huyeron de Afganistán por miedo a los talibanes y cruzaron ilegalmente a Irán. Todos tienen en común un desplazamiento traumático, una situación actual de desamparo y el difícil objetivo de rehacer sus vidas en un país sobrepasado por la gran cantidad de refugiados.

"Vinimos sin pasaporte, de forma ilegal, de contrabando. Estuvimos 21 días en camino, pasamos hambre y sed, durante dos días enteros no tuvimos ni agua ni pan", cuenta a la agencia EFE entre lágrimas en un barrio del sur de Teherán la afgana Azize dor Mohamad.

Originaria de la provincia norteña de Kunduz y con seis hijos, el menor de dos años, Azize decidió huir después de que los talibanes capturaran a su padre, que era militar, y lo mataran. Sus propiedades fueron confiscadas.

Desde su ciudad, Khan Abad, se desplazaron primero a la provincia de Kandahar y, cuando el movimiento islamista tomó el control de esa zona sureña, pusieron rumbo a Irán, país en el que ya viven más de tres millones y medio de afganos.

Irán y Pakistán acogen al 90% de los cerca de cinco millones de afganos que durante las últimas décadas se han desplazado fuera del país, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Y cada día llegan más.

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Noches de caminata y caídas a un alto precio

Al igual que Azize, su compatriota Nur Mohamad Ahmadí también comenzó su periplo después de que los talibanes entraran en su ciudad, Shakar Dara, por temor a las eventuales atrocidades y para proteger a sus cuatro hijos.

Nur enseña a EFE sus uñas amoratadas por las largas caminatas y narra cómo tuvieron que correr en muchas ocasiones para evitar ser vistos y cómo se cayeron al suelo cuando andaban cada noche entre cuatro y seis horas para escapar del país.

Según esta mujer de 36 años, que huyó con un bebé de ocho meses a cuestas, su familia gastó todo su dinero en pagar a los contrabandistas que les ayudaron a cruzar primero Afganistán en dirección a Pakistán y luego de ese país a Irán. Dos semanas de viaje.

"Teníamos miedo. Se decía que los talibanes vienen y secuestran a las chicas para casarse con ellas y que se llevan a los chicos para que luchen en la guerra", dice Nur en la pequeña escuela Farhang del sur de Teherán, cuyos alumnos son todos afganos.

Su deseo es que sus hijos estudien y puedan dejar atrás "la pobreza y los malos tiempos" que han vivido en Afganistán. Al menos su familia ha conseguido llegar a Teherán, otras se encuentran en campamentos humanitarios levantados cerca de la frontera.

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Un incierto futuro

Mientras Azize y sus hijos ha ido dando tumbos en la capital iraní entre casas de varios familiares, Nur se aloja junto con otros compatriotas en situación similar en una pequeña vivienda del barrio de Zamzam.

Algunos afganos pidieron con cierta antelación visado iraní en los consulados de Kabul, Herat o Mazar-e-Sharif y pudieron entrar al país de forma legal, pero la situación de Azize y Nur y muchos otros es más precaria al no contar con papeles.

Ambas mujeres intentan ahora que sus hijos puedan continuar con su educación para labrarse un porvenir. Sin embargo, la falta de documentos dificulta el registro de sus vástagos en colegios públicos iraníes, por lo que han recurrido a la escuela Farhang.

Pese a todo, la hija de Nur, Bereshna, de 12 años, afirma con timidez "estar contenta" de haber salido de Afganistán porque allí "había guerra y desde los coches gritaban 'Alahu akbar' (Dios es grande)", aludiendo de modo infantil a la toma del poder por los talibanes.

"Todo el tiempo llorábamos y teníamos miedo. Me gustaría ir a otro país (distinto de Irán), quiero tener una vida tranquila", comenta a Efe la niña, quien como muchos otros afganos piensa que por ejemplo en Europa tendría más oportunidades.

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Destino de paso o definitivo

Los datos de ACNUR revelan que en Irán hay más de 3,6 millones de afganos: 780.000 registrados como refugiados; 586.000 con pasaporte afgano y algún tipo de visado iraní; y más de 2,2 millones indocumentados.

Aunque en los últimos años las autoridades iraníes han facilitado el acceso a la educación de los niños afganos, incluso los indocumentados, y al sistema sanitario, todavía existen limitaciones.

Estas restricciones afectan incluso a aquellos que ya nacieron en Irán. Es el caso de Fatemeh Yafarí, de 23 años, quien, aunque se matriculó en la facultad de derecho y estudió los primeros cursos sabe que nunca podrá ejercer como abogada en la República Islámica.

"Las profesiones en las que los afganos pueden trabajar son muy pocas y todas del tipo obrero", lamenta en declaraciones a EFE la joven, quien alcanzó cierta fama hace tres años al ser la primera afgana en lograr un permiso para abrir una cafetería en Teherán.

Sin embargo, la cafetería Telma ya está cerrada debido a que las autoridades iraníes no le renovaron el permiso al no aceptar que los empleados del local fueran también afganos.

Fatemeh, quien hasta hace tres años no había pisado Afganistán, tenía planeado mudarse este verano a Kabul y abrir allí una sucursal de Telma, pero el regreso al poder de los talibanes truncó su sueño.
 

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