Los países europeos, pese a las resistencias iniciales de Polonia, han conseguido establecer un acuerdo en torno a la reducción para final de la década

La UE acuerda reducir sus emisiones de CO2 un 55% para 2030

AP/OLIVIER MATTHYS - Los líderes de la Unión Europea se reúnen para una cumbre de fin de año que abordará cualquier tema, desde el clima, las sanciones contra Turquía hasta el presupuesto y los planes de recuperación del virus

La Unión Europea sigue dando pasos en su objetivo de alcanzar la neutralidad climática en 2050. Los países han acordado elevar al 55% la reducción para 2030. El acuerdo era anunciado por el presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, que indicaba que la Unión Europea "es líder en la lucha contra el cambio climático". También Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, manifestaba en Twitter que es "La mejor forma de celebrar el aniversario del Pacto Verde europeo", que era uno de los pilares de su quinquenio al frente de la Comisión.

La cumbre europea que comenzaba ayer, afrontaba horas de muchas negociaciones, en la que había que tratar temas que ya arrastraban el bloqueo de algunos países. Chipre y Grecia respecto a Turquía, Hungría y Polonia respecto a los fondos de recuperación, Polonia también frente a la cuestión de las emisiones, eran los escollos que había que ir superando durante las últimas horas. Al final, se ha llegado a un consenso al respecto de los tres temas, si bien el visto bueno a los fondos de recuperación facilitaba la transición energética a la que tendrán que hacer frente países como Polonia o República Checa, para alcanzar los objetivos marcados.

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El objetivo para 2030 estaba marcado en un primer momento en un 40%, y se fija así en una cifra algo inferior a la que propuso el Parlamento Europeo, que se situaba en el 60%. La dificultad radicaba también en que otros países como Alemania, tradicionalmente a favor de los grandes acuerdos, también tenían ciertas reticencias por la revolución que implica. Para que todos estos cambios fueran posibles, el Pacto Verde que anunció en su momento la presidenta de la Comisión, incluía lo que se denominaba el Fondo de Transición Justa, para apoyar económicamente a aquellos países cuyos cambios deban ser más profundos. 

El acuerdo esconde cierta trampa, pues se plantea que el 55% sea una cifra colectiva, y de esta manera haya países que tiren más del carro y que haya más margen para aquellas capitales que necesiten algo más de tiempo para ajustar sus economías. También se debe señalar que es un acuerdo de mínimos, y que por tanto se hace un guiño a que la cifra se pueda acercar al citado 60% que pedía la Eurocámara.

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A nivel nacional, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, hizo hincapié en la dificultad que entrañaba el acuerdo, sobre todo el cómo se aseguraba el cumplimiento de los objetivos y los mecanismos para apoyar la reconversión. Según la ministra, los objetivos nacionales están alineados con los objetivos europeos e, incluso, son en algunos aspectos como la reducción de emisiones o las energías renovables, más ambiciosos que los comunitarios.

Teresa Ribera advierte que no se puede caer en la demagogia con este tema, y que la transición energética debe ser sostenida en el tiempo para que sea viable. En ese sentido, ha valorado la progresiva descarbonización que ha llevado España a cabo en los últimos años, con un 90% de las plantas térmicas de carbón ya cerradas.

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Insuficiente para las asociaciones ecologistas y los verdes

Los Verdes consideran insuficiente el acuerdo alcanzado en la cumbre europea, aunque aplauden la subida del 15% inicialmente planteado. Su grupo parlamentario en la Eurocámara fue de los que con más fuerza defendió la subida de los objetivos hasta el 60%, aunque su falta de presencia en los gobiernos nacionales que debaten estos días en el Consejo Europeo explica, en parte ese acuerdo de mínimos situado en el 55%.

De la misma forma, asociaciones como Greenpeace, han lamentado que no se haya querido ser más ambicioso, señalando que el propio Reino Unido ha planteado una reducción del CO2 para 2030 en el 68%. Greenpeace también ha hecho referencia a algunos de los puntos que se encuentra en el acuerdo, y que implicaría que apenas se redujera un 50% en los sectores más contaminantes, como son la energía, el transporte o la agricultura industrial. 

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